La peor de las muertes

Redacción de La Nueva.

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   Solange Musse tenía 35 años y vivía en Alta Gracia, Córdoba. Sufría una enfermedad terminal que se manifestaba de manera tan clara que no era difícil asumir que le quedaban pocas horas de vida. Por eso pidió le permitieran ver a su padre, que vivía en Neuquén

   Comenzó la pandemia y las restricciones de circulación tienen una continuidad alarmante y ha quebrado todos los derechos constitucionales que existen.

   El papá de Solange, que no la veía desde marzo, resolvió viajar a pesar de esas restricciones, porque la salud de su hija empeoraba. Nunca la pudo ver. Un test de Covid-19 “positivo sospechoso" determinó que lo hicieran regresar a Neuquén. Su hija murió un par de días después, sin verlo, sin despedirse, sin tocar sus manos.

   "No puedo entender por qué le sacaron el derecho a mi hija de ver a su padre y a él de verla. No hay palabras para lo desalmado, lo inhumano que fue todo esto", dijo Beatriz, la mamá de Solange.

   "Lamentamos lo sucedido", señaló un funcionario del Centro de Operaciones de Emergencia, explicando que se había hecho “cumplir el protocolo”.

   Al papá de Solange no lo escucharon, no le dieron una alternativa para poder ver a su hija. Nada: solo hubo soberbia, autoritarismo, maltrato, ignorancia, desprecio, falta de criterio y de solidaridad.

   Lo obligaron a regresar a Neuquén, no los dejaron bajar del auto en los mil kilómetros de ruta y ocho móviles policiales se encargaron de verificar esa conducta. ¿Nadie pensó que podrían haberlos escoltado hasta Alta Gracia, a 390 kilómetros? Aun siendo positivo (no lo era) se podía haber ayudado a que viera a su hija.

   Si le permitíamos el ingreso poníamos en riesgo a la población de Alta Gracia", se dijo. Una mentira, un argumento falaz. Quizá lo que pasó y que nadie se haga cargo sea en realidad parte del país que somos y una explicación de porque, demasiados veces, estamos donde estamos.