“No apareció en la ciudad un dirigente de fútbol con la impronta y costado social de mi papá”
Silvia Valemberg recordó la figura de quien fue expresidente de la Liga del Sur y del Concejo Deliberante bahiense, asesinado en 1976. "Otros querían ese sillón de la Liga, que en ese momento era apetecible para algunos porque estaba muy cercano al poder", dijo.
Periodista de La Nueva desde 1995, especializado en rugby y básquetbol; con colaboraciones en casi todas las secciones de la redacción (locales, policiales, regionales, Ritmo Joven, revista Nueva, Espectáculos)
(Nota de la edición impresa)
“Cuando uno pierde a alguno de los padres muy joven, ese recuerdo de juventud que no llegó a la adultez te acompaña en todos los ámbitos, en todos los hechos de tu vida, en cada momento importante que hubiese querido compartir. Pero hay semanas, hay días especiales en los que ese recuerdo se materializa y se hace más profundo. Me pasa en la semana del 24 de marzo, semana difícil. Mi familia, que es muy respetuosa, lo sabe y lo maneja de esa manera, como una semana especial dentro de nuestras vidas. Y esta semana previa al Día del Padre, es otra fecha sensible donde tengo a mi padre absolutamente presente. Con esa nostalgia de todo lo que se vivió en el medio, todos estos años en que no conoció a sus nietos ni nos vio grandes a sus hijas”.
Silvia es una de las hijas de Jorge Valemberg, ex presidente del Concejo Deliberante bahiense y dos veces titular de la Liga del Sur (7 años). Una personalidad del deporte local de otra época, pero hoy desconocido y olvidado salvo por alguna referencia puntual en los ámbitos donde se desempeñó. Descendiente de belgas, Valemberg tuvo en su época un amplio reconocimiento de la sociedad bahiense por su labor dirigencial en el fútbol, con años de trabajo y dedicación por Huracán de Ingeniero White y luego como directivo liguista de alto perfil. A tal punto que se desempeñó como vocal, prosecretario, secretario, vicepresidente y presidente (del ‘65 al ‘71 inclusive y en el ‘76). También se sentó en la mesa del Consejo Federal y hasta fue consultor en el fútbol uruguayo. Otra labor que se le recuerda fue encabezar la postulación de Bahía como subsede del Mundial ‘78, para lo cual planteó el proyecto de un nuevo estadio de fútbol que iba a levantarse en el terreno del Parque Campaña del Desierto, hoy esquina de las avenida Cabrera y Fortaleza Protectora. “Era un dirigente deportivo con un costado social muy importante, muy arraigado en la ciudad y tenía como norte, como objetivo en la vida, el deporte. Decía que era la vía que tenían los chicos para insertarse en una sociedad en ese momento difícil. Trabajó por el deporte infantil, siempre orientado a las escuelas formativas”, destacó Silvia, al recordarlo en ocasión de otro Día del Padre.
El libro de los 100 años de la Liga del Sur cuenta que Jorge comenzó a escribir su historia dirigencial en el fútbol local en 1951, al reemplazar a Bautista Vázquez Fontela como consejero en la Liga. “Su inagotable capacidad y responsabilidad le permitió representar al Globo en la casa madre del fútbol bahiense durante quince años. Valemberg se destacaba por mantener firmes sus convicciones, siendo muchas veces discutido hasta por los propios dirigentes whitenses".
Pero esa vida intensa, plena de trabajo y reconocimiento por sus actividades dio un giro que cambió la historia. El 24 de marzo de 1976, a las 6 de la mañana, soldados del Ejército Argentino cortaron las calles en la intersecciones de avenida Colón al 200, donde vivían Jorge y su familia. Un grupo de uniformados subió al departamento para detener a Jorge. Sólo a él, en medio del estupor de esposa, hijas y del propio Valemberg.
“Los motivos y la historia de su detención la fuimos armando después. En ese momento no lo esperábamos. Vivíamos una vida absolutamente paralela a todo lo que pasaba (en el país). Nosotras éramos dos chicas, mi hermana estudiaba en el secundario de María Auxiliadora y yo en la universidad y no tenía nada que ver con nada. Mi mamá era ama de casa y papá presidente de la Liga del Sur y del Concejo Deliberante”, recordó Silvia.
“Ese 24 de marzo se lo llevaron en condición de detenido-desaparecido, porque en principio no sabíamos a dónde lo habían trasladado. Cinco días después llamó una noche, a la medianoche, para que lo fuéramos a buscar a la entrada del Parque de Mayo. Te imaginás la sorpresa ese día: vinieron muchos amigos, todos a los abrazos por verlo otra vez. Grandes amigos que mi padre tenía del fútbol, porque ya no tenía mucho que ver con la política en ese momento”, dijo.
-¿Cuál fue la magnitud, el impacto de su desaparición en ese momento, teniendo en cuenta que era una figura pública de la ciudad?
-La movida fue importante. A la mañana de la noche que lo liberaron, lo llamaron amigos de las distintas ligas del interior. Él era muy amigo también de dirigentes de clubes de Uruguay. También lo llamaron y le pidieron que fuera a vivir allá. Pero era impensado que se pudiera mover de la ciudad. Tal es así que al día siguiente de su liberación, por la noche, tenía reunión en la Liga del Sur y fue a presidirla. Pero a la hora, volvieron a buscarlo al departamento. Como estaba en la reunión, a su regreso armó un bolsito y nos pidió que lo lleváramos a la entrada del V Cuerpo. La última imagen que tengo es él levantando las manos cuando la barrera se abrió, al ingresar al comando para entregarse.
-¿Qué les comentó sobre su detención cuando lo liberaron? ¿Qué o de quién sospechó?
-Por supuesto que él sabía del día anterior que se daría el golpe de Estado. Lo dijo el día previo: “Mañana cuando nos levantemos no va a haber gobierno”. Pero él no, no tenía ninguna información sobre su arresto ni nada que esconder. Estaba sorprendido. Pero no se mostró asustado en un primer momento. Pienso que la gente grande de ese entonces, con historia y demás, suponía un golpe de Estado más estilo del ‘55, sin las graves consecuencias de lo que luego ocurrió, por todos conocidas.
“Solidario y humilde”
-¿Cómo era Jorge?
-Una persona extremadamente generosa, sumamente solidaria, sumamente humilde. Vivió toda la vida de su trabajo. Tenía la representación de varias marcas de alimentos, una suerte de distribuidora. Y era representante de una compañía de seguros, importante, “La Chaco Argentina”, con su oficina en Brown 111, primer piso. Esa era su vida. Cuando le ofrecieron encabezar la lista del Partido Justicialista, del peronismo, en el ‘73, fue parte de lo que él era con anterioridad a eso: un dirigente deportivo con un costado social muy importante. Estuvo en la Liga del Sur veinte años ininterrumpidos. En octubre de 1970 le hicieron un agasajo en el Club de Golf Palihue por esos veinte años de dirigente de la Liga. Además fue cónsul deportivo en el Uruguay y primer dirigente del interior que tuvo una silla en el Consejo Federal. Era una persona respetada y honesta. "Trabajo" y "solidaridad" son dos palabras que lo definen.
-¿Cómo llegó a ser dirigente político del peronismo?
-Era una persona muy conocida de Bahía por ser dirigente de la Liga, un espacio que él amaba mucho. Por esas condiciones fue que le ofrecieron encabezar la lista de concejales en 1973, que tuvo a Eugenio Martínez como candidato a intendente. Ganaron la elección y mi padre asumió como presidente del Concejo. Hasta que cayó el gobierno con el golpe. Y no fueron por Eugenio Martínez, claramente, sino por él. Con el tiempo fuimos armando una cronología que en principio no teníamos... Fueron por las cabezas de la gente que tenía una condición social de líder, que mi padre tenía. El sillón que él ocupaba en la Liga del Sur, fue determinante para que apareciera primero en la lista de las personas que serían detenidas. Un día antes ya circulaba una lista y mi papá la encabezaba. Para algunos dirigentes, personalidades de la ciudad, su detención no fue sorpresa. Creo que tuvo que ver su perfil deportivo, como persona relevante. En momentos así afloran las mezquindades… Otros querían ese sillón de la Liga, que en ese momento era apetecible para algunos porque estaba muy cercano al poder. Y lo sacaron del medio de esa forma. Fue tan inesperado, sorpresivo y sin razón, que estuvo esos cinco días detenido, con la oportunidad de irse de la ciudad y del país, pero no tenía nada que esconder y se quedó. Después se presentó solo a su detención en Villa Floresta y de ahí no salió nunca más.
Trágico desenlace
De acuerdo con la causa y tras la segunda detención del 11 de septiembre de 1976, fue trasladado desde la Unidad Penal Nº4 junto con otras 15 personas a la cárcel de Rawson. Después de 8 meses en situación de detenido-desaparecido, Jorge Valemberg murió a los 62 años el 9 de noviembre del ‘76, en el Hospital Penitenciario de Villa Devoto, donde fue trasladado como consecuencia de las lesiones y deterioro físico sufridos en el sur.
“Durante su permanencia en la Unidad Nº 6 del Servicio Penitenciario Federal, al igual que los demás presos políticos, Valemberg era diariamente castigado con golpes. Estas agresiones físicas eran habituales al salir a los recreos, al concurrir a las visitas, cuando era sacado de su celda por alguna razón en particular o cuando era llevado al baño. También era castigado con golpes en su celda mientras, al menos en una oportunidad, la víctima suplicaba que no se lo golpeara más. Asimismo, fue privado de la atención médica y de la provisión de los medicamentos que necesitaba para su salud. Como consecuencia de todo este trato al que fue sometido, Valemberg evidenció un deterioro físico manifiesto, que lo llevó a perder aproximadamente 30 kilos”, indicó el juzgado Federal de Rawson en 2011, en el acta de procesamiento al ex presidente Jorge Rafael Videla, a Carlos Alberto Barbot y a Jorge Osvaldo Steding, actores directos en los delitos cometidos en el penal de esa ciudad.
“Mientras estuvo detenido en la cárcel de Villa Floresta podíamos verlo en el horario de visita, en una sala especial, durante una hora. Y bueno, hasta ese fatídico 11 de septiembre que ocurrió ese vuelo... Que podría haber sido uno más de los vuelos de la muerte, pero no lo fue porque llegaron a Rawson. Ese traslado con varios de los que compartían celda con él, fue una sentencia de muerte. Por lo menos para una persona como mi padre, cuidada, que no entendía nada, no sabía qué pasaba… Lo único que nos decía era `Averigüen por qué estoy acá´”, recordó Silvia.
-Dice la causa que pudieron verlo por última vez en Rawson.
-Nos fuimos con mi mamá, mi hermana y mi novio, hoy mi marido. Pobres, éramos tan jóvenes y vivíamos situaciones que no podíamos asimilar porque básicamente no las entendíamos. Todo era espantoso, horrible, humillante. Creíamos que lo peor de la situación en la Argentina era lo que nos tocaba vivir a nosotros. Que mi papá estaba preso y no sabíamos por qué. Y nos apoyábamos en nuestra familia y en un grupo de amigos, que nos ayudaba a conectarnos con gente que no conocíamos. Pero llegamos a Rawson y nos encontramos con que la realidad que vivía la Argentina pasaba por ese horror de ahí. La cuestión es que nos vinimos sin poder verlo porque cuando se producían estos traslados, permanecían siete días en aislamiento. En una segunda visita sí logramos verlo. Para ese entonces teníamos algo de los motivos de su detención. Armamos una historia. Que nos costaba mucho procesar, entender y contarle a él.
Momentos impactantes
-¿Cómo siguió la vida de la familia luego del asesinato de Jorge, según fue calificado por la Justicia?
-Nos costó tiempo, nos costó trabajo… Pero la vida me recompensó gratamente. Formé una familia y pude hacerlo sin rencor ni odio. Crié a mis hijos en un ambiente sano. El día que nació mi primer hijo yo era muy joven y me prometí a mí misma que ningún sentimiento negativo iba a gobernar mi vida. Así que eso fue un norte. Vi la mezquindad, la maldad. Lo vi muy de cerca. Pero no iba a permitir que mis hijos creyeran que su abuelo estuvo preso por cometer un delito. Mis hijos se criaron sabiendo la verdad. Siempre se habló del tema en mi familia.
-¿Es cierto que décadas después te contactó el sobrino de uno de los sentenciados en el juicio?
-Entre esos seres despreciables que conocí en Rawson hubo algunos personajes que se destacaron. Uno de ellos, el mayor Barbot. Un día su sobrino me contactó en 2023. Estaba escribiendo un libro sobre su tío y me pidió autorización para publicar mi testimonio. Accedí, aunque me costó mucho, mucho convencerme. Lo procesé durante varias semanas antes de responder. Se comunicó por redes sociales antes de la pandemia. En el libro (NdR: "El tío francés", de Héctor Barbotta), se cuenta que finalmente ese personaje tan oscuro termina en soledad, porque su familia lo repudia y lo rechaza.
"En el `después´ de la muerte de mi padre hubo otros momentos impactantes relacionados. El primero fue muy fuerte y ocurrió once años después. Fue el 23 de febrero de 1987. Acababa de nacer mi hija y era el cumpleaños de mi hermana cuando recibimos una comunicación del V Cuerpo de Ejército, en la que Acdel Vilas nos quería ver. Fue un debate entre mi hermana, mi mamá y yo. Pero fuimos las tres. Mi intención era verle la cara. Lo habíamos intentado durante los 8 meses de detención de mi padre y nunca nos recibió, cuando era el subcomandante del V Cuerpo. Fuimos con la idea de que contara de primera mano cuál había sido el motivo de la detención de papá, quiénes y por qué se habían ensañado de esa manera con él. Teníamos información de que habían tratado de sacarlo de esa lista del 11 de septiembre pero hubo nueva orden de incorporarlo a ese vuelo a Trelew. Finalmente el encuentro con Vilas fue impactante: nos pidió perdón, dijo que la muerte de mi padre le pesaba y se inventó una historia novelesca… Un personaje nefasto. Y el otro momento impactante fue cuando declaré en Rawson. Ahí pudimos reconstruir la historia, los motivos de su detención, gracias al relato de algunos compañeros que tuvo en su derrotero de celdas.
-Después de lo que Jorge significó para la historia del fútbol liguista y para la comunidad bahiense, ¿Creés que se mantuvo en su figura el reconocimiento que supo alcanzar o, por su detención y fatal descenlace, pasó pronto al olvido?
-Dos generaciones no lo conocieron. No conocieron su conducta, su accionar, su obra, su huella en el fútbol y en el deporte general de la ciudad. Ahí hago un paréntesis y trato de vivir la historia hacia adentro. Pero cuando pasa, siempre agradezco cuando alguien trae a la memoria su obra. Porque fue un dirigente muy importante en su época. Dimensionado al día de hoy, creo que en el fútbol no apareció un dirigente con esa impronta y costado social y político, por qué no, que le puso mi papá. Que terminó con un final muy trágico. Pero quiero reconocer cada vez que puedo las muestras de cariño que hemos tenido a lo largo de los años de las personas que lo conocieron, no tanto en lo político pero si en lo deportivo y en lo personal. Y también a aquellos que no lo conocieron pero respetaron su memoria. Antes que dirigente deportivo, militante social o político, fue una gran persona y un gran padre.