Alerta meteorológico
El temporal del pasado domingo fue el tercero que provocó destrozos en Bahía Blanca en menos de tres años. ¿Falla la comunicación previa o son impredecibles?
Jefe de Noticias de La Nueva. Analista político y conductor del programa de actualidad "Allica y Prieta a las 12" que se emite por La Nueva Play. Ha hecho coberturas políticas en el país y en el extranjero.
Las sillas de plástico vuelan en el amplio jardín donde dos horas antes hubo asado familiar. El granizo percute una ventana hasta resquebrajarla. En la casa de al lado, y la del otro lado, entra agua por debajo de la puerta, por los techos, por las hendijas de las ventanas. Las chapas de los autos se pican por los golpes del hielo.
Es domingo 2 de febrero de 2025, apenas pasadas las 3 de la tarde. Un desastre de 4 minutos, que trae a la memoria al temporal trágico de diciembre de 2023. Las consecuencias, por suerte, son mucho menores. Terribles para muchos, claro, pero no tan violentas.
El primer capítulo de la saga de desastres climatológicos en Bahía Blanca durante esta década tuvo un condimento de suerte. Fue el 24 de marzo de 2022, feriado nacional, casi sin gente en las calles.
Ese día hubo 1.200 árboles caídos, decenas de postes de luz derrumbados, barrios enteros sin electricidad, calles inundadas, familias evacuadas. En poco más de 24 horas llovieron 150 milímetros, casi el doble del promedio histórico de todo el mes, con vientos de 90 km/h.
Según una nota posterior de Mario Minervino, "un estudio realizado por docentes del Departamento de Geografía y Turismo de la UNS estableció que entre 2010 y 2015 hubo un total de 71 temporales durante los cuales cayeron 827 ejemplares (árboles)". La comparación es elocuente.
La tragedia del 16 de diciembre del 2023 está más fresca, porque fue brutalmente peor y con víctimas fatales. Basta recordar que todavía hay gente con atención psicológica porque no logra superar el temor que sintieron ese día y que regresa cada vez que asoma cualquier lluvia, por más común que sea.
Según dijo el lunes el intendente Federico Susbielles, el cambio climático hace pensar que estos episodios podrían repetirse. Más allá del actual debate sobre la existencia o no de un cambio climático, la estadística reciente expone que nuevos tornados son probables.
Con ese contexto, ahora surgen dos grandes desafíos. Uno es alcanzar a la mayor cantidad de personas cada vez que se emite un alerta. Miles de bahienses aseguran que no estaban enterados del que regía para este domingo, pese a que estaba vigente.
Actualmente el sistema de difusión funciona así: desde las vías de comunicación municipales se replican los alertas que emite el Servicio Meteorológico Nacional (la Municipalidad no tiene meteorólogos) y a partir de ahí los medios multiplican el mensaje en portales, redes sociales, radios, TV, etcétera.
Otra opción, tal vez más efectiva en cuanto a alcance, sería crear un sistema de alarmas para que directamente salte en el celular de las personas que viven en un determinado radio, sin necesidad de que el algoritmo de las redes o sus preferencias de medios los lleve a ese tipo de noticias, porque no siempre sucede.
Pero el problema más complejo es otro. Susbielles comentó que sólo durante los primeros 33 días de este año (1 de enero a 2 de febrero) se emitieron 11 alertas desde el SMN, uno cada 3 días. Sin embargo, apenas uno de esos 11 pronósticos se cumplió con severidad, el domingo último, es decir menos del 10%. Y en 2024 hubo decenas de avisos previniendo sobre fenómenos meteorológicos de riesgo, aunque en ningún caso sucedió nada grave.
El nudo del problema, entonces, sería que el SMN determine con mayor precisión cuáles alertas tienen altas probabilidades de concreción y cuáles son de bajo porcentaje de riesgo. Porque sino ocurre lo de hace tres días, cuando muchos vimos el alerta pero lo minimizamos porque nos acostumbramos a que no pase nada.
No obstante, de acuerdo con los especialistas consultados por este medio, es extremadamente difícil lograr precisión en un pronóstico de eventos climáticos extraordinarios con gran antelación, salvo cuando el problema ya está casi encima. Por ejemplo, anticipar una granizada es prácticamente imposible.
Por supuesto, pasa acá y en otros lados. Ayer a la madrugada hubo una feroz tormenta en Mar del Plata. El diario "La Capital" tituló Cinco minutos furiosos: árboles caídos y autos destrozados por un temporal. Hubo lluvia, granizo y vientos de más de 80 km/h. Al leer los comentarios de lectores, nadie esperaba el vendaval.
Más aún, el dilema de brindar alertas rigurosos a la población no es meramente argentino. En Valencia, tras el desastre de la dana del 29 de octubre, todavía se reclama por la falta de información detallada en la previa de la catástrofe.
Miles de valencianos sabían que el pronóstico de ese día era malo, pero no imaginaron que iba a ser para tanto y por eso los tomó un martes en hora pico en los trabajos, calles, negocios. Recién a las 20, con la tormenta desatada, llegó el aviso a los celulares de no salir de las casas, cuando muchos ya estaban parados en los techos de sus autos soportando la furia de las aguas o colgados de las ramas de los árboles que se mantenían firmes.
Carmen, bahiense radicada en Valencia, ratifica que luego de la dana las autoridades empezaron a emitir los alertas con mayor frecuencia, aunque más tarde el clima no deparase nada serio. "Después de la dana, por cualquier lluvia, los mandaban por las dudas, para no pillarse los dedos", le dice a La Nueva., con modismo español. Para seguir con el tono: en todas partes se cuecen habas.
En el caso de Bahía Blanca, una ciudad con tanta variabilidad de temperaturas, el clima puede ser impredecible. Está visto que suspender actividades ante cada alerta no tendría sentido, porque la mayoría de los pronósticos extremos no se cumple. Tal vez la única manera efectiva de cubrirse sea reforzar la seguridad de casas, edificios, locales, arbolado e infraestructura de servicios durante los días lindos, para disminuir impactos posteriores.
Y, hasta que exista un mecanismo de predicción más efectivo, tratar de aguantar la que venga. Lamentablemente, como en todo el mundo.
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(PD: Estoy publicando esta columna a las 7.30 del miércoles 5 de febrero, pleno alerta amarillo, el número 12 de este año. Hasta este minuto fue una lluvia fuerte, pero normal)