Las irónicas diferencias que contrastaron la agenda política
La columna semanal del corresponsal de La Nueva. en la capital de la provincia.
La provincia de Buenos Aires busca mostrarse como un camino alternativo de gestión al programa que plantea con rigurosidad financiera el Gobierno nacional con su política de ajuste y déficit cero. “Es una crisis económica profunda y transversal, con destrucción de empleos y cierres de empresas en todo el territorio, que ha ocasionado pérdida de recursos permanente debido a la caída de la recaudación, tanto para el Estado bonaerense como para los municipios”, subrayan textualmente en los despachos platenses.
Llegando a los últimos días del intenso almanaque anual, y casi con el tanque de combustible de reserva, el gobernador Axel Kicillof se apoya sobre la espalda de intendentes y dirigentes peronistas procurando nacionalizar una candidatura presidencial como opción superadora al modelo económico libertario. Los alcaldes con peso territorial van a seguir, en tanto, atrás de la caja del ministro de Economía, Pablo López, y no sólo por razones de previsibilidad financiera.
No sólo necesitan la llegada de recursos frescos sino que además Kicillof prometió obras de infraestructura en varios distritos que deberían arrancar en el corto plazo para poder mostrar gestión durante la campaña electoral 2027.
El contexto indica que la Provincia viene transitando un par de semanas cortas por las celebraciones de fin de año. A priori, el 2026 también será difícil en términos económicos para la inmensa mayoría de la población bonaerense.
Son horas para barajar y dar de nuevo. La Casa Rosada habla de profundizar la quita de recursos como es el caso que viene denunciando la administración bonaerense mientras las horas del reloj siguen corriendo, tal vez también como estrategia de victimización política.
El recorte de transferencias obligatorias no automáticas por parte del gobierno libertario acumula una deuda superior de $12,9 billones. Además, la paralización de la obra pública por decisiones políticas de la gestión presidencial de Javier Milei impacta directamente también sobre cada uno de los 135 municipios del distrito.
En paralelo, algunos ministros dentro de la Gobernación de calle 6 son poco optimistas sobre la temporada veraniega por el adverso contexto de bolsillo para la actividad turística. “La caída en las ventas de productos básicos de la canasta familiar es la foto real que mejor representa la crisis social y económica producto de las políticas de ideología liberal”, indican.
Por supuesto, todo esto se da en medio de las inestabilidades de la coalición peronista gobernante -gran parte del gabinete ministerial de Kicillof por un lado, la dirigencia kirchnerista vinculada a la La Cámpora, por el otro, y los renovadores que responden a Sergio Massa, por su lado- después de un agotador año electoral, que incluyó nada menos que un desdoblamiento en la renovación parlamentaria a nivel provincial.
Pese a las constantes fricciones, los consejeros partidarios optaron por patear para marzo del año que viene la fecha de elecciones para designar a la nueva conducción del PJ bonaerense. La coyuntura indica que “un par de meses en política es prácticamente una vida”, al menos dentro de los tiempos políticos argentinos.
La tropa del kicillofismo pretende alinear la organización partidaria con la gestión del gobernador. Para esa fecha, los sectores internos podrían llegar a un acuerdo político de unidad forzada o directamente iniciar los trámites de ruptura.
Al margen de esto, la estructura massista busca posicionar a la senadora Malena Galmarini para que sea candidata a integrar la fórmula de Fuerza Patria para la gobernación 2027-2031. Pero hay otra dama que aparece sobre el tablero de la coalición panperonista: la exintendenta quilmeña Mayra Mendoza es mucho más que una diputada camporista. Es la postulante a la gobernación que la expresidenta Cristina Kirchner y su hijo Máximo quieren poner sobre la mesa de negociación, a pesar de que el kirchnerismo duro, como se sabe, es percibido como “espanta votos” por amplios sectores del electorado bonaerense como quedó demostrado en los comicios legislativos nacionales de octubre pasado, que terminaron con una sorpresiva remontada y triunfo de la boleta libertaria.
A esa ilusión parece haber aludido el hijo del matrimonio Kirchner cuando sentenció: “Más que administrar berretines me gusta construir políticamente”, antes de insinuar la existencia de dirigentes que buscan construir “en términos electorales y no políticos”, encapsulando un mensaje que pareció proyectarse sobre intendentes que se encolumnan detrás de Kicillof.
Tampoco la oposición legislativa se quedó al margen de las zancadillas internas partidarias, después de intensos chispazos entre La Libertad Avanza y sus socios electorales del PRO. Por ahora dentro del parlamento algunos radicales y lilitos de la Coalición Cívica acordaron conformar una suerte de interbloque de trabajo en conjunto como flamante esquema opositor.
En líneas afines, otra nueva escisión radical conformada en un nuevo espacio referenciado en los intendentes -entre ellos, la representante electa por la Sexta, Priscila Minnaard- marcan una postura crítica contra Milei a nivel nacional y contra Kicillof en ámbito provincial, explicaban mirando de reojo las luces encendidas de los árboles navideños ubicados por personal de mantenimiento en el hall de ingresó al Senado y sobre los jardines de Diputados.