Bahía Blanca | Lunes, 15 de diciembre

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Bahía Blanca | Lunes, 15 de diciembre

La ciudad que pudo ser: proyectos olvidados, modificaciones inesperadas

Lo que pudo ser y no fue, otra mirada sobre la historia de la ciudad.

La historia de una ciudad se cuenta también a través de su arquitectura, un arte que es reflejo y producto de un momento político, social, económico, artístico y anímico de la sociedad.

Pero también tienen su protagonismo las obras ausentes, las que fueron proyectadas o ideadas y nunca lograron ser realidad. Su falta también manifiesta una ambición, un sueño, una esperanza, lo que pudo ser y no fue.

Los siguientes ejemplos ilustran sobre edificios planeados y no construidos en Bahía Blanca o pensados con un diseño y finalmente definidos con otro.

Segundas partes

El 12 de octubre de 1946 la comunidad española local vivió un emotivo momento con la inauguración de su propio hospital, un edificio ubicado en Estomba al 500, proyectado por el arquitecto Manuel Mayer Méndez y el ingeniero José María Arango, con la construcción de Juan Cervini.

La fachada fue resuelta en estilo colonial, “con reminiscencias del genio creador hispánico” y sus autores evitaron “todo exceso ornamental”, de modo que el edificio ofreciera “un buen aspecto, constituyera un factor de embellecimiento y diera una impresión de severidad”.

La propuesta original, dada a conocer en 1943, era un edificio de cuatro pisos, por lo cual lo habilitado en 1946 era una primera etapa con una estructura calculada para soportar los pisos faltantes. Tanto la maqueta como el dibujo original muestran esa idea.

Cuando en la década del 80 se amplió el inmueble, el camino elegido fue otro, colocando sobre el edificio histórico una estructura que dio forma a un volumen de paredes planas y un último piso retranqueado. La obra tomó la premisa de mantener lo existente pero creció con otro lenguaje.

La estación de chapa

Cuando en 1891 la empresa Bahía Blanca al Noroeste (BBNO) habilitó su ferrocarril y puerto, la ciudad tuvo una segunda estación con su nombre. Ubicada en Sixto Laspiur al 400, se trataba de una casilla de madera y chapa, de las más modestas que construían los ingleses. El lugar rápidamente resultó inadecuado para atender con presteza a los usuarios y lejos estaba de reflejar el potencial de la compañía.

Mientras el Ferrocarril del Sud había resuelto una situación similar construyendo un nuevo edificio en avenida Cerri al 700, el BBNO nunca terminó de definir una nueva obra. Hubo un proyecto ambicioso de estación-hotel, se realizó un movimiento de suelos y ahí quedó el intento.

La estación proyectada

En la década del 50 la estación quedó fuera de uso. Un incendio la destruyó en 2022.

La esquina de los españoles

En 1928 la Sociedad Española anunció la construcción de una gran sede social en la céntrica esquina de Yrigoyen (por entonces llamada Buenos Aires) y San Martín. Para eso convocó a concurso de proyectos, obteniendo varias propuestas, tan ambiciosas como atractivas. Dos de esos ejemplos ilustran este comentario.

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La obra nunca abandonó su condición de deseo. Con el tiempo la esquina fue ocupada por una estación de servicio y hoy aloja locales comerciales.

Antorcha por lámpara, hombre por mujer

En 1929 el jurado integrado por el ingeniero Guillermo Martín, el arquitecto Enrique Quincke y el escultor César Sforza declaró desierto el concurso convocado por la Municipalidad para el monumento a Bernardino Rivadavia a ubicarse en el centro de la plaza principal de nuestra ciudad. Ninguno de los 17 trabajos conformó al jury y cuando parecía que todo estaba perdido, el intendente Municipal propuso una salida: elegir los tres mejores trabajos y convocar a sus autores a mejorarlos.

El Atlas como remate

De esa segunda vuelta salió un ganador: la obra presentada bajo el seudónimo Lux, por Carlos Rovatti. Lo curioso del caso es que, mencionan algunas crónicas de época, el jurado mantenía su visión acerca de que ninguno de los proyectos merecía ser llevado a la realidad. Sin embargo desde el Departamento Ejecutivo fueron terminantes: tenía que haber un ganador.

La obra, que demoró 17 años en inaugurarse, contiene tres esculturas de bronce: la de Rivadavia, la de una mujer y un niño y, en la parte superior, una mujer. Es precisamente esta última figura la que tiene su carga de misterio. Llamada “La Ofrenda”, no era parte del diseño original, del ganador. Ese lugar en lo alto lo ocupaba un Atlas, un hombre con una pierna flexionada y una antorcha. Cuando unos meses después Rovatti presentó el proyecto final, el Atlas ya no estaba y su lugar lo ocupaba una mujer, de paso elástico, con una pequeña capa elevada por el viento y en sus manos una lámpara de la sabiduría, símbolo de la iluminación, el conocimiento y la guía. 

La Ofrenda

La gran catedral

En 1916 se encomendó al arquitecto Guido Buffalini –el mismo que proyectó el edificio de New London (demolido) de calle O’Higgins, el hotel Muñiz de la misma calle y la casona La María Luisa que hoy ocupa 2Museos en calle Sarmiento 450— para diseñar la nueva Catedral de Bahía Blanca.

La Catedral sin terminar, 1925

Buffalini no se anduvo con chiquitas y presentó un edificio de cruz latina, con una gran cúpula central y avanzando sobre el terreno de lSarmiento y Zelarrayán. La propuesta modificaba en gran parte el edificio construido en 1900, más allá de seguir sus líneas neoclásicas.

La propuesta de Buffalini

La obra nunca estuvo siquiera cerca de iniciarse. En 1930 el estudio Cabré-Mayer proyectó la terminación del frente existente y a mediados de los 60 el terreno de esquina fue ocupado por un edificio de 15 pisos.