Las vueltas de Belén Tombesi, entre el básquetbol y el fútbol: “No lamento ninguna decisión”
Su vínculo con el deporte tuvo un inicio realmente curioso: sin haber jugado oficialmente, disputó un Sudamericano y un Premundial con Argentina. Hoy, a los 30 años, y tras regresar a 9 de Julio para jugar el Provincial, analiza su recorrido y abre un interrogante respecto del futuro.
Ingresó en La Nueva Provincia en 1995. Trabaja en la sección Deportes y fue colaborador en Regionales y Locales de este mismo medio. Se especializa en básquetbol. Formó parte del staff de la revista Encestando y Zona de Básquet durante 10 años. Tuvo experiencia en el programa Radial Contrabásquet, en Radio La Red.
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El ida y vuelta que marcó en los últimos años a María Belén Tombesi la encontró recientemente levantando el premio MVP del torneo local, tras ganar el tercer título de Primera con 9 de Julio y, también, disfrutando de la final del Provincial de Clubes.
Es otro capítulo de su historia que, con 30 años, ya tiene varias páginas escritas desde aquel curioso inicio, siendo convocada para la Selección argentina, cuando tenía 14 años, sin haber jugado todavía oficialmente en un club.
“Creo que aproveché todas las oportunidades y hoy por hoy no lamento ninguna decisión: ni cuando dejé de jugar, ni cuando volví, o la vez que rechacé la posibilidad de jugar en Buenos Aires”, resume, a modo de balance.
Reflexiva, pensante, firme en cada paso que da, la tornquistense se remonta a esos primeros viajes al Cenard, sin saber, casi, de qué se trataba el básquetbol.
“De chiquita me gustaban todos los deportes y no me dejaban jugar al fútbol, por eso empecé con básquet”, apunta.
La Escuela Municipal era su refugio deportivo y el básquetbol la actividad que fue desarrollando, a modo recreativo, con los torneos Bonaerenses como máxima medida de su evolución individual.
Las posibilidades de crecimiento, claro, se limitaban al contexto de una actividad más en el pueblo. Y su entrenador, Sergio Pettorosso, envió sus datos a la Confederación Argentina, que estaba desarrollando el Plan Altura.
Llegó la primera convocatoria para ella y Carla Pettorosso. Y allá fueron, a un mundo absolutamente desconocido.
“Si bien era de las más altas, tenía una altura media. Las primeras convocatorias las sufrí mucho, tenía 14 años, pero quería estar ahí”, asegura, tan convencida como entonces.
Lo cierto es que repentinamente se encontró defendiendo la camiseta de Argentina.
“El proceso fue al revés, porque no tenía idea lo que era una cortina o un bloqueo. Además, las chicas se conocían de los torneos Argentinos. Yo, en cambio, no sabía que existían esos torneos. Me sentía muy paisana (sic), je”, admite, todavía asombrada de la situación, a pesar del tiempo transcurrido.
“Por suerte ahora –compara- las chicas que van siendo convocadas pueden aprovecharlo más o disfrutarlo de otra manera. Para mí el proceso fue un sufrimiento, no lo disfruté. Una vez que quedé en la lista fue un alivio”.
-¿En qué momento empezaste a naturalizar que eras jugadora de básquet?
-Si bien era muy chica y el proceso fueron dos años, alcancé rápidamente lo que cualquier jugador aspira. Por un lado fue llegar a eso y por otro un golpe de realidad, de todo lo que había y yo desconocía. Lo tomé como algo positivo, con todo lo que tenía por aprender.
Ahí comenzó el recorrido más firme detrás de la pelota. Primero fue el Sudamericano en Uruguay (2019), donde terminaron segundas. Definitivamente, Tornquist le quedaba chico. Y se pegó a Viviana Albizu, que dirigía en Sportivo.
“Lo hice como preparación para el Premundial (U16, en 2011)”, recuerda, siendo ese su último torneo a nivel internacional, ya que no clasificaron al Mundial (fueron quintas en México), más allá de haber jugado un torneo a nivel Universitario.
De la mano con el básquetbol y el estudio, Belén, que se recibió de profesora de Educación Física en 2018, se instaló en Bahía.
Tras dos años en Sportivo, sin competir-, debutó oficialmente en 2013 jugando en Independiente, y emigró a El Nacional en 2017, donde permaneció hasta mediados de 2022.
Dejó el básquet y volvió en 2023 a 9 de Julio. Estuvo hasta mitad de ese torneo, y se fue a Mendoza a jugar el Federal, regresando a 9 en 2024.
-¿En qué etapa de tu carrera te encontrás? ¿Ya estás abocada al torneo local o seguís abierta a otra posibilidad?
-Fue un tema que pensé bastante tiempo. Es complicado, y lo he hablado con jugadores del masculino, que les pasa lo mismo cuando emigran, porque no terminás de asentarte en ningún lado. Más allá de lo basquetbolístico, lo social es importante. En mi caso, la vez que probé en Mendoza (San José), me recibieron muy bien, el club era muy parecido a 9 de Julio y lo disfruté. Pero en este momento tengo más ganas de asentarme en un lugar. Tal vez con 22 o 23 años, sí hubiera elegido probar. Lo cual no significa que en un tiempo no me pase de querer volver a intentarlo.
-Hoy, con 30 años, ¿hay algo que se te dificulta?
-Lo que se dificulta, y es lindo a la vez, que el nivel entre compañeras se va emparejando. A veces te defiende una U17 o una U19 y te cuesta jugarle de igual a igual, y eso suma, pensando en el futuro de ellas y del club y, también, porque hace que una tenga que exigirse. Más allá de la diferencia de edad, que puede favorecer a quienes somos más grandes, las chicas vienen con mejor preparación.
-¿Qué significado tuvo este torneo para vos?
-Respecto de los dos anteriores este no tuvo el mismo sabor. El que más disfruté fue el primero, por todo lo que significó para el club esa primera vez y una serie emocionante contra El Nacional, que venía de ganar los anteriores. Y este, al menos en lo personal, fue raro, porque me sumé a mitad de año. Éramos muy pocos equipos y se hizo largo. Es una lástima que pase, cuando parecía que iba mejorando la actividad y se iban a sumar otros.
-¿Dónde considerás que radica el problema?
-La realidad es que a medida que los clubes van dejando de tener formativas, las chicas se concentran en un mismo club y termina siendo desparejo. Inclusive, no beneficia al torneo tener un equipo que gana por 40 o 50 puntos de diferencia, porque no se compite. No sé si sirve tener equipo de Primera si no contás con formativas, que son las que van a sostener al proyecto.
Belén no está ajena a la realidad de la Primera Femenina en Bahía, siendo otro motivo que la llevó, acaso, a dejar la actividad un tiempo.
“La primera vez que dejé fueron cinco o seis meses. Y este segundo período fue el más largo, porque dejé en diciembre hasta fines de agosto. Volví para jugar el Provincial y después me quedé el último tramo del torneo local”, apuntó.
En medio de estos procesos apareció en escena la volante de 1m81 y piernas largas, con buen tranco, corriendo en la Liga Universitaria de fútbol.
“De chiquita me gustaban todos los deportes y no me dejaban jugar al fútbol, por eso empecé con básquet. Ya de grande, a fines de 2019, me invitó Luz de Dios a un equipo de la Liga Universitaria que se llamaba Ritmo y Sustancia, y jugué un par de partidos”, recordó.
“Después –agregó- cuando pasó la pandemia, me invitó Daniela De Mori, una ex compañera de básquet y me copó. Jugamos en Pompier, un equipo que se disolvió".
En cuanto a gustos y disfrute hoy pone al fútbol por delante del básquetbol, con la diferencia que, según confesó, no está dispuesta a entrenar dos o tres días a la semana para patear la pelota.
“Juego de volante y como tengo piernas largas corro bastante. Defensora no podría ser –reconoce-, porque me harían muchos caños, je”.
Y agrega a la descripción: “También puedo ser un falso 9, pero no juego en esa posición porque no cabeceo una, je”.
-Ya pasaron los festejos, ¿qué proyectás deportivamente?
-La verdad que no sé. Me costó volver este año después de haber decidido dejar. Acepté y me gustó cómo terminamos a nivel Provincial. Me lo tomé como un desafío. Poder salir a competir está bueno, porque tenés un roce diferente, se juega un básquet distinto. Y a nivel equipo sumó mucho ver otra realidad.
-Bueno, tal vez fue una señal.
-Vamos a ver qué pasa el año que viene. Siempre digo que dejo y por algún motivo termino volviendo...