Bahía Blanca | Sabado, 04 de octubre

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Argentina vuelve a producir crudo como en los 90, pero con otras bases

La producción petrolera alcanzó en agosto su mayor nivel en veintiséis años. Vaca Muerta explicó casi dos tercios del total.

La Argentina alcanzó en agosto de 2025 el mayor nivel de producción petrolera de los últimos veintiséis años. 

Según datos oficiales, el país llegó a producir 821.851 barriles por día, un volumen que no se alcanzaba desde fines de los noventa y que confirma la centralidad de Vaca Muerta en el mapa energético nacional. 

La formación neuquina aportó el sesenta y cuatro por ciento de ese total, consolidándose como el motor indiscutido de la industria. 

Este registro, que fue informado oficialmente por la Secretaría de Energía y replicado por distintos medios, marca un antes y un después en el proceso de crecimiento de la explotación no convencional y abre un panorama de expectativas en torno a la capacidad exportadora del país.

En poco más de una década, Vaca Muerta pasó de ser una promesa de recursos no convencionales a convertirse en el eje del negocio petrolero argentino. En agosto, de los más de 820 mil barriles diarios bombeados en todo el país, casi dos tercios tuvieron origen en pozos neuquinos. 

El fenómeno es aún más marcado en el caso de YPF, cuya producción de crudo alcanzó los 373.214 barriles diarios, de los cuales 280.266 provinieron de desarrollos no convencionales. 

Esto significa que más de tres cuartas partes de la producción de la principal empresa del país se explican hoy por el shale oil de Vaca Muerta, un cambio de matriz productiva que la compañía estatal acompañó con inversiones en nuevas perforaciones, técnicas de fractura más eficientes y pozos de mayor longitud lateral.

El hito productivo no se limita a la foto de un mes. Vaca Muerta muestra desde hace años una curva ascendente que se sostiene gracias a la incorporación de más equipos de perforación y a la maduración de proyectos de empresas locales e internacionales. 

Hoy son más de 4.200 los pozos activos en la cuenca, con una participación creciente de compañías que, además de YPF, incluyen a Pan American Energy, Chevron, Vista, Shell, Pampa Energía y Pluspetrol, entre otras. 

Cada una ha contribuido con proyectos piloto, inversiones en infraestructura y desarrollos que van consolidando un entramado industrial capaz de sostener la producción en el tiempo.

El récord de agosto tuvo además un fuerte impacto simbólico. La Argentina no superaba la barrera de los 800.000 barriles diarios desde 1998. Aquella producción respondía en buena medida a la explotación de yacimientos convencionales, con foco en la cuenca del Golfo San Jorge y en los campos maduros del norte del país. 

Hoy, en cambio, la situación es radicalmente distinta: el crecimiento se explica fundamentalmente por la producción no convencional de Neuquén, lo que da cuenta del cambio tecnológico y de la importancia de haber desarrollado el shale como una política de Estado sostenida a lo largo de diferentes gestiones.

En ese sentido, la curva de producción neuquina muestra un potencial que podría incluso acelerarse en los próximos años si se consolidan las inversiones en infraestructura de transporte y se mantienen condiciones regulatorias estables. 

El récord productivo de agosto refuerza la necesidad de sostener un ritmo de inversiones que no se limite a la perforación de pozos, sino que incluya toda la cadena de midstream y downstream. 

La construcción de tanques de almacenamiento, la modernización de terminales portuarias, el montaje de estaciones de bombeo y la instalación de monoboyas son componentes imprescindibles para que el crudo pueda salir en las condiciones que demandan los mercados internacionales. Sin esa infraestructura, la curva ascendente podría chocar con límites físicos que pongan en riesgo los logros alcanzados.

El contexto internacional también juega a favor. La demanda de crudo se mantiene firme en Asia y en algunos mercados europeos, lo que abre la posibilidad de que la Argentina encuentre compradores estables para volúmenes crecientes. 

La marca tope  de agosto de 2025 quedará registrada como una muestra de lo que Vaca Muerta puede aportar al futuro energético del país. A la consolidación de las inversiones y a la maduración de proyectos se suman obras de infraestructura que, si se cumplen los plazos previstos, permitirán transformar el actual crecimiento en una política de largo aliento. 

La Argentina vuelve a producir como en los noventa, pero lo hace sobre nuevas bases: con tecnología no convencional, con empresas que arriesgan capital en la formación neuquina y con la perspectiva de insertarse en los principales mercados internacionales de petróleo y gas.