Bahía Blanca | Sabado, 04 de octubre

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Los libros de la UNS: algo más que una campaña para recuperar lo perdido

La trágica inundación del 7M causó un desastre en 43.300 libros de los 96.500 de la colección de la Biblioteca Central. “Estamos atravesando un largo proceso de trabajo”, dijo el Lic. Víctor M. Ferracutti, titular de la institución.

Lic. Víctor M. Ferracutti, titular de la Biblioteca Central Prof. Nicolás Matijevic. / Fotos: Rodrigo García-la Nueva. y Prensa UNS.

“La campaña de donación está directamente relacionada con las pérdidas bibliográficas que sufrimos en la inundación del 7 de marzo. El objetivo es recuperar, principalmente, los libros de texto más utilizados por estudiantes y docentes de la universidad para asegurar la continuidad del servicio bibliotecario”.

Lo dijo el Lic. Víctor M. Ferracutti, titular de la Biblioteca Central Prof. Nicolás Matijevic de la Universidad Nacional del Sur (UNS), en el marco de una etapa que tiende, con requisitos específicos (bc.uns.edu.ar/campanadonacion), garantizar que las donaciones coincidan con el material que ya no está.

“Perdimos alrededor de 43.500 libros y, adicionalmente, la totalidad de las colecciones de revistas académicas y científicas que se alojaban en más de 600 metros lineales del subsuelo de Alem 1253”, agregó.

“Del total de 96.500 libros de la biblioteca logramos recuperar algo más de 53.200. Dentro de estos rescatados se encuentra material valioso patrimonialmente y muy afectado por el agua, que ya fueron intervenidos y estabilizados. Ahora resta la limpieza, la encuadernación y otras acciones complementarias en 700 volúmenes, que se prevé en colaboración directa con el personal de la Biblioteca Nacional Mariano Moreno. De ese número, 270 fueron freezados y unos 30 se liofilizaron (NdR: técnica de desecación que congela un producto para, luego, eliminar el agua por sublimación a vacío, transformando el hielo directamente en vapor sin pasar por la fase líquida) de manera exitosa y esperan ser intervenidos”, detalló.

En todo momento, el directivo destacó el aporte de su equipo de trabajo que, desde el primer momento, se ocupó de atender las cuestiones vitales que, finalmente, evitaron una mayor pérdida de materiales.

Una imagen impensada, luego del 7 de marzo, sobre el destino de los libros de la Biblioteca Central de la UNS.

“Este proceso nos permite posponer la atención del problema hasta que dispongamos de los recursos necesarios; sobre todo en cuanto al personal”, comentó.

Ferracutti también dijo que el 60 % de la colección perdida estaba alojada en el subsuelo del cuerpo central de Alem, un sector contiguo al arroyo Napostá y a la calle 12 de Octubre, sitios fuertemente afectados por la inundación. En ese espacio de 670 m2 la inundación provocó el ingreso de un metro y medio de agua e, incluso, un poco más en algunos sectores.

Trabajo con personal de la Biblioteca Nacional.

“Afortunadamente, los libros más valiosos, lo que en biblioteca llamamos tesoro, los teníamos dispuestos en la planta baja. No contamos con incunables en nuestra institución, pero sí materiales muy valiosos. La pérdida que más nos ha dolido es la colección del Centro de Documentación Bibliotecológico, que también se encontraba en el subsuelo. Con la colaboración de bibliotecarios, bibliófilos y personas cercanas, estamos poniendo un foco especial en recuperarla ”, explicó.

—Cuando se habla de freezer o de terapia intermedia, ¿están los bibliotecarios preparados para aplicar estas técnicas de recuperación?

—Aunque veníamos adoptando una cultura de gestión de riesgos debido a nuestros sistemas, lo cierto es que no estábamos preparados para una catástrofe de estas dimensiones. Ante la magnitud del problema recurrimos a especialistas de nuestro país, en particular de la Biblioteca Nacional Mariano Moreno. Ellos visitaron la ciudad y nos fueron enseñando el proceso de restauración.

Muchos ejemplares permanecen guardados en freezers a la espera de la recuperación.

“Este ha sido un momento de aprendizaje fortísimo, no solo en habilidades técnicas, sino también en coordinación y trabajo de equipo. De hecho, tuvimos que adquirir elementos que no disponíamos, como grandes cantidades de papel secante e, incluso, los propios freezers”.

—En este contexto de emergencia, ¿dónde están trabajando y en qué lugar se almacena el material recuperado?

—Claramente, no estamos en el mismo lugar. En primera instancia utilizamos espacios comunes de la universidad, como el salón de actos del complejo de Alem 1253, en el primer piso, al que dotamos de estanterías. También usamos una sala de conferencias del Departamento de Ingeniería Eléctrica y de Computadoras para conformar la terapia intermedia.

“A partir de ahí iniciamos gestiones para refuncionalizar espacios ociosos en la institución y tener un lugar semidefinitivo para el material ya tratado. Hoy en día, las oficinas de la planta baja están ocupadas con libros. A largo plazo, la estrategia es pensar en la construcción de un nuevo edificio para las bibliotecas”.

En detalle

“Hemos puesto el foco en recuperar la colección propia; es decir, el material que teníamos en nuestro catálogo, ya que es el más utilizado por la comunidad educativa”, aclaró Ferracutti, quien está al frente de la Biblioteca Central desde el año 2012 (y 2014, por concurso).

Ocupación de nuevos lugares de manera provisoria.

En tal sentido, existen tres requisitos principales para la donación:

—Que los donantes consulten la colección perdida para ver si el material que quieren acercar se refleja allí.

—A partir del contacto, preferiblemente a través de un formulario, se podrá estimar la cantidad de material a donar.

—Definir el lugar de recepción. La editorial de la Universidad Nacional del Sur está aportando los espacios para recibir las donaciones.

Victor Ferracutti (izq.), Pablo Rodríguez y Ricardo Piriz, en un alto de los trabajos en la Biblioteca Central.

“Si algún vecino, bibliotecario o institución tiene inquietudes debido a la complejidad de esta metodología, pueden contactarnos por correo electrónico ([email protected]) o visitarnos para que podamos facilitar el procedimiento”, señaló.

—¿Existe un plazo para la finalización de la campaña?

—El objetivo es prepararnos de la mejor manera para el ciclo lectivo 2026. Tenemos un primer corte que será a fines de este año, aunque no estamos obligados a tener un plazo perentorio. Entendemos que, debido a los tiempos burocráticos y administrativos de otras bibliotecas universitarias, estaremos recibiendo donaciones también durante el primer semestre del año que viene.