Bahía Blanca | Sabado, 25 de octubre

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El último capítulo de una interminable saga electoral

La columna semanal del corresponsal de La Nueva. en la capital de la provincia.

Faltan horas apenas para el final de una elección de renovación de diputados nacionales por la provincia de Buenos Aires que llega con una impensada carga de dramatismo ideológico, desnuda de creatividad en las propuestas, y desbordada por las polémicas, acaso como resultado de la nacionalización de la campaña que decidió impulsar la Casa Rosada.

A lo largo de toda la caravana proselitista 2025 -una interminable saga que comenzó allá por junio pasado, cuando se cerraron las candidaturas a nivel provincial- el presidente Javier Milei y sus principales ministros ratificaron una y otra vez el rumbo económico, que prometen continuar a rajatabla durante los próximos dos años, al margen del “condicionado” apoyo financiero del gobierno estadounidense al resultado de las elecciones de este domingo. 

La voluminosa derrota en las elecciones bonaerenses de septiembre último forzó, como pocas veces, al Ejecutivo nacional no sólo a redoblar su esfuerzo ante la necesidad de fortalecer el número de bancas en ambas cámaras del Congreso de la Nación, sino también a mejorar su maltrecha relación con los gobernadores, actores decisivos a la hora de ponerle el hombro a la gobernabilidad, como se lo dejó bien en claro Donald Trump. 

Durante varias semanas, el frente Fuerza Patria -respaldado por el peronismo, el kirchnerismo y el massismo- aprovechó el desencajado armado político libertario y reforzó su campaña bonaerense, advirtiendo sobre el impacto social del plan de ajuste concebido por Milei, Luis Caputo y Federico Sturzenegger, entre otros.

No la tienen fácil los libertarios en la PBA: ante un contexto marcado por la caída de la actividad económica y el aumento de los conflictos laborales y sociales, más los escándalos por denuncias de corrupción y las ruidosas internas libertarias, el impacto político que provocó la salida de José Luis Espert, por sus supuestos vínculos con el narcotráfico, resultó ser un ancla que terminó sujetando la embarcación de La Libertad Avanza y además agitó sus aguas hasta el punto del caos. 

A Espert no le quedó otra que cederle la cinta de capitán al macrista Diego Santilli, aunque la negativa de la Justicia electoral a reimprimir boletas con la cara del ahora convalidado primer candidato a diputado nacional, hará que el electorado se encuentre este domingo con la foto impresa del controvertido economista liberal en el casillero de LLA dentro de la novedosa Boleta Única de Papel. 

Es por eso que, durante el último tramo de este nuevo capítulo electoral, Santilli puso todo su oficio político en intentar una remontada del barrilete violeta, a pesar del viento en contra, con el único objetivo de  ayudar a LLA en su desesperada búsqueda por descontarle puntos a la coalición peronista bonaerense. 

Discursivamente el amateur esquema libertario dejó prácticamente todo librado a la improvisación desde el mismo momento que Milei se puso al frente de la conducción de la campaña electoral. 

Entre los pocos movimientos medianamente coherentes que exhibió el oficialismo nacional en su versión proselitista, se encuentra la reiteración sistemática de la baja inflacionaria -sin hacer mención, claro, a los salarios congelados que siguen perdiendo poder adquisitivo- y la ratificación de que sus nuevos legisladores acompañarán con vehemencia todas las futuras propuestas que envíe la Casa Rosada. “Debemos dar una batalla verdadera con la reforma laboral y previsional”, anticipan en las diagonales. 

Mientras tanto, la coyuntura electoral llevó al gobernador Axel Kicillof a tener que optar por un perfil austero y territorial para la campaña oficialista. Por un lado, siguió recorriendo diversos municipios para apuntalar la lista de postulantes de Fuerza Patria, encabezada por el excanciller Jorge Taiana. Por otro, decidió mover discretamente sus fichas sobre el tablero: así como acordó con los intendentes del PJ para que jueguen fuerte en sus pagos comunales durante los comicios de septiembre pasado, en esta oportunidad se ocupó de estimular sus vínculos con el aparato sindical -con guiños concretos hacía la cúpula de la CGT- para ajustar el sprint final de la campaña.

Kicillof sabe bien que el liderazgo en el peronismo se sustenta tanto en la verticalidad como en la unidad de todos los sectores partidarios, por lo que en este último mes y medio intentó aprovechar al máximo su rol preponderante en el distrito luego del éxito que obtuvo el 7S. 

Si bien los desbarajustes internos no son patrimonio exclusivo del oficialismo provincial, sus consecuencias tienen incidencia institucional y política. Los reiterados desencuentros entre el cristinismo y el kicillofismo no disminuyeron, pese al clima de tregua acordado para este período electoral. Esa enemistad quedó en evidencia durante la última negociación para acordar un Presupuesto “corto”: el Gobernador se quedó con las manos vacías en su intento por conseguir el aval legislativo para salir al mercado a buscar financiamiento. 

En medio de aquellas reuniones, el propio Kicillof escuchó de Massa el compromiso verbal de garantizarle los votos de su tropa parlamentaria para ese pedido puntual. El tigrense se muestra en sintonía con el mandatario provincial, a diferencia de los legisladores enrolados en La Cámpora de Máximo Kirchner, que cada día parece estar más y más en las antípodas de los deseos de la Gobernación. 

En las diagonales nadie descarta que ese apoyo legislativo de los renovadores pueda ser canjeado por algunos lugares cuando llegue el recambio de gabinete que ya prepara el Ejecutivo bonaerense para los días previos al inicio del calendario político 2026.