Villa Mitre: la recuperación de un histórico kiosco para revitalizar las 5 esquinas
El trabajo presentado por estudiantes de arquitectura de la UNS obtuvo el primer premio del concurso de ideas.
Es periodista, ingeniero civil y docente de la Universidad Nacional del Sud en materias relacionadas con el Patrimonio arquitectónico y el planeamiento urbano. Ha publicado notas en revistas Vivienda, Todo es Historia, Obras & Protagonistas y Summa +. Participa en varios micros radiales referidos a la historia de Bahía Blanca. En dos ocasiones recibió primera mención por parte de ADEPA en el rubro Cultura e Historia.
¿Puede la recuperación de un pequeño kiosco, una pieza menor del mobiliario urbano, convertirse en protagonista de un espacio y ayudar a mejorar todo su entorno? Es la pregunta que ha respondido con sólidos argumentos el equipo de trabajo integrado por estudiantes y docentes de Geografía y Turismo de la UNS, que obtuvo el primer premio en el concurso de ideas para la puesta en valor del kiosco pagoda de Falucho y Garibaldi, que fue organizado por el club Villa Mitre y patrocinado por el citado departamento.
Con la tutoría de Andrés Pinassi (Turismo), el trabajo fue presentado por las estudiantes de arquitectura Antonella Di Paolo, Agostina Cejas, Ana Cardozo y Laureana Rodríguez (colaborado).
La propuesta excedió al arreglo del habitáculo de chapa con un abordaje más integral, que no solo consideró el valor patrimonial de la pieza, sino que apunta a sacar provecho de todo su potencial para convertirlo en un nodo comunitario de actividades culturales y recreativas. Por eso plantea no solo su restauración, sino que busca integrarlo al entramado barrial, a partir de su historia y el reconocimiento que tiene entre los vecinos.
“Villa Mitre es un barrio distinto, con centralidad propia”. Así lo definen los autores del trabajo ganador, que atribuyen esa esencia al aislamiento que, por décadas, le ha dado el arroyo Napostá y las vías del ferrocarril. Existe, además, una fuerte apropiación de las Cinco Esquinas, “por su localización y diversidad de usos”, un espacio donde convergen memorias y dinámicas barriales. A partir de una mirada geográfica, los autores definen al espacio urbano como “un producto social modelado y condicionado por sus dinámicas, una expresión de procesos que lo transforman constantemente”.
En esa línea, el kiosco constituye un equipamiento que, si bien puede parecer periférico, desempeña un papel clave en la cotidianeidad. “Es uno de los varios dispositivos urbanos emplazados en cruces, esquinas o zonas de concentración peatonal, funcionando como articulación entre movilidad, consumo e interacción social”.
Ubicado en el lugar desde principios del siglo XX, el kiosco de chapa vendía golosinas, diarios y revistas. Tuvo varios propietarios, hasta su cierre definitivo en 2011. Su recuperación, impulsada por el club Villa Mitre, se sostiene en la mirada de los vecinos que lo perciben como un elemento cargado de identidad, un verdadero símbolo del barrio.
El proyecto ganador propone que el kiosco retome su función original y sume nuevas prestaciones, manteniendo su estética y articulado en particular con la peatonal Falucho.
Su estado de conservación es regular, con oxidación, vidrios rotos y el toldo rasgado. Por otra parte, se buscó atender con el proyecto cierta decepción de los vecinos por la modificación realizada en ese sector —peatonalización de calle Falucho y ampliación de veredas en Garibaldi—que en lugar de promover el encuentro atentó, señalan, “contra la identidad del lugar”.
Se respetará la forma del kiosco, se colocará un nuevo toldo con los colores del club (verde, blanco y negro) y se agregará luminaria en la cubierta, de modo que funcione como faro.
Para recuperar el kiosco se deben reemplazar chapas dañadas, reparar la cubierta, reponer cristales, pintura, toldos, cielorraso interior y adecuar la instalación eléctrica, tareas presupuestadas en 800 mil pesos.
En cuanto a su destino, la venta de diarios y revistas no es hoy una actividad sostenible. Por eso se propone transformarlo en un espacio para brindar información sobre servicios barriales y entregar folletos. Podría ser además un punto de encuentro ante emergencias, ofrecer indicaciones de lugares patrimoniales y fortalecer la valorización turística.
Se busca, además, reactivar la peatonal con una intervención sobre el piso, con los colores del club, remarcando sus accesos y fortaleciendo la presencia del mástil que en su momento ocupaba una pequeña rotonda. A esto se suma la idea de colocar mesas y sillas en la calle y sumar actividades como la Feria Varieté y la creación de un paseo gastronómico.
El jurado, integrado por la arquitecta María Capomassi, María Joselina Caruso y Guillermina Urriza, del Departamento de Geografía y Turismo de la UNS y Olga María Del Pozo, Lorena del Carmen Bidal y Mario De Fino, en representación del club Villa Mitre, fue unánime en su decisión.
Se evaluaron los cuatro trabajos presentados, considerando cuestiones de claridad, calidad técnica, restauración, inclusión de actividades de la institución, Integración, originalidad y viabilidad.
“El ganador se adapta al objetivo del concurso, propone reconvertir el kiosco en un lugar que brinde un servicio y se valora ser parte de un proyecto integral y sostenible, que se plasma en la contextualización del espacio, análisis, diagnóstico, propuesta y viabilidad”, señaló el fallo.
En primera persona
“Cada estructura, por pequeña que sea, representa una oportunidad para mejorar los espacios”
Convencidos de la importancia de recuperar elementos estratégicos de la ciudad para refuncionalizar el ámbito que ocupan, los integrantes del equipo ganador destacan la importancia de recuperar elementos cargados de historia.
Un kiosco pareciera un elemento menor, ¿Puede igual tener un impacto en el entorno?
Sí, totalmente. A veces los elementos más pequeños son los que terminan generando una identidad fuerte en el espacio público. En este caso, el kiosco funciona casi como un punto de encuentro, una referencia cotidiana para los vecinos. Su escala permite concentrar en pocos metros una gran carga simbólica, histórica y afectiva. Intervenirlo fue una forma de revalorizar esas presencias mínimas que estructuran la vida urbana sin que siempre se note.
¿Hay elementos similares en la ciudad que podrían recuperarse?
Sí, creemos que hay muchos. En Bahía Blanca existen estructuras pequeñas (como kioscos, garitas, puestos) que están deterioradas o en desuso, pero que tienen potencial para resignificarse. Recuperarlas no solo implica una mejora física, sino también volver a activar la relación con el entorno y con la comunidad. Son oportunidades para generar micro espacios de encuentro, pequeñas intervenciones con gran impacto urbano.
Interactuamos constantemente con elementos urbanos que tienen una gran carga simbólica: bancos, kioscos, veredas, esquinas, casi sin darnos cuenta. Esa cotidianidad es lo que construye el carácter de un lugar. Por eso revalorizar esas piezas menores que, más allá de su escala, forman parte de la identidad y la memoria colectiva de los vecinos.
¿Cómo recibieron los vecinos la intervención en las cinco esquinas?
A partir de una encuesta que realizamos, entendimos que la peatonalización no fue percibida de manera favorable. Varios vecinos mencionaron la pérdida de la emblemática esquina, asociada a una disminución de la identidad barrial y de la vitalidad del espacio, y los problemas de drenaje. Sin embargo, la peatonalización representa una gran oportunidad para consolidar un espacio de encuentro. Creemos que aún puede seguir fortaleciéndose su presencia barrial y su rol dentro del tejido urbano. Muchos imaginan a esa cuadra llena de vida, con gente tomando mates, charlando con amigos y disfrutando de ferias. A eso apunta nuestra propuesta: recuperar esa vitalidad.
Andrés Pinassi: “Lo modesto también puede ser patrimonio”
Licenciado en Turismo y docente de la UNIS; Andrés Pinassi actuó como tutor del equipo ganador
¿Entusiasmó a los estudiantes trabajar en esta puesta en valor?
El concurso fue una excelente propuesta que les posibilitó aplicar en algo concreto lo que ven en el aula. Este tipo de espacios deberían darse más a menudo, dado que genera una oportunidad para que llevemos tareas de transferencia al medio, que es una de las funciones de la universidad.
Respecto al kiosco como elemento urbano, en la cátedra de Gestión del Patrimonio partimos de una mirada amplia del término, que va más allá de la materialidad de la obra o de aquellos componentes monumentales o excepcionales, lo modesto, lo popular, lo vernáculo, también puede ser patrimonio.
¿Qué papel juega la visión de la geografía y el turismo en este tipo de recuperación?
La Geografía como ciencia social tiene mucho que aportar a la planificación y gestión de las ciudades. En este caso, nos permitió encarar un abordaje integral del espacio urbano. Esto significa no pensar solamente en el kiosco como una forma aislada, sino en relación con su entorno. Por otro lado, nos brindó la posibilidad de pensar en la carga simbólica que tiene con el sentido de lugar y la identidad territorial asociada a las 5 esquinas y al barrio.
Respecto al turismo, este se presenta como un uso alternativo. A partir de su incorporación a circuitos turísticos o a través de la difusión patrimonial.
¿Quién debería llevar adelante la obra?
El kiosco está a cargo del Área de Cultura del Club Villa Mitre y su gestión depende de la institución. De todos modos, creo que la propuesta debería llevarse a cabo de manera articulada con el municipio. Esto posibilitaría la obtención de fondos, lo que iría en sintonía con la concreción de las propuestas complementarias.