Alerta amarilla: ¿un fenómeno que se intensifica en Bahía Blanca?
“Si bien han patrones de gran escala que están cambiando, lo cierto es que la tecnología de hoy es más precisa respecto del clima”, dijo el Lic. Carlos Zotelo, titular de la Dirección Nacional de Pronósticos y Servicios a la Sociedad del SMN.
Periodista. Círculo de Periodistas Deportivos de Bahía Blanca. Fue redactor de la revista Encestando (1985-2000). Desde 1987 trabaja en el diario La Nueva Provincia (hoy La Nueva.). Pasó por las secciones Deportes, La Región y La Ciudad, donde se desempeña actualmente. Está especializado en periodismo agropecuario desde 2001. Miembro de la Asociación Bonaerense de Periodistas Agropecuarios. Responsable de las páginas webs de la Asociación de Ganaderos (AGA) y de Abopa.
El arribo de la variabilidad climática (el paso superior al cambio climático) en estos últimos años ha coincidido con una etapa de evolución respecto de herramientas que contribuyen a una mejor y mayor predicción. Actualmente, las afectaciones no son sólo para las grandes superficies productivas, sino que aparecen fenómenos extremos —cada vez más intensos— en no pocas localidades y ciudades del país y del mundo.
Así entonces, la información meteorológica al instante, en razón de nuevos formatos de comunicación no sólo periodísticos sino de las redes sociales, ha pasado a constituirse en un dato clave para planificar una siembra, una cosecha, una celebración al aire libre o una jornada de trabajo con movilidad desde un sitio a otro.
Hoy, las palabras que movilizan con una sensibilidad particular a partir de hechos trágicos (como el temporal de viento y lluvia del 16 de diciembre último en la ciudad) son dos: alerta amarilla. Ahora, la pregunta es: ¿son más habituales que antes? En tal caso, ¿cuál debe ser la actitud a tomar ante el conocimiento de tal información?
“Lo cierto es que hoy la tecnología es más precisa para detectar lo que sucede con el clima y de allí que los anuncios parecen, en este caso de alerta amarilla, que van en aumento”, dijo el Lic. Carlos H. Zotelo, titular de la Dirección Nacional de Pronósticos y Servicios a la Sociedad y quien —hasta este marzo— se desempeñó como investigador del Centro de Recursos Naturales Renovables de la Zona Semiárida (Cerzos) del Conicet, en Bahía Blanca.
“Esto no quita que existan cambios que puedan producir otro tipo de fenómenos pero no indica, de todas maneras, que haya un número superior de hechos a la hora de establecer una comparación con años anteriores”, aclaró.
“El viento es uno de los casos y ya lo analizábamos cuando me encontraba trabajando en el Conicet. Antes era un fenómeno característico de la ciudad en el mes de agosto. ¿Qué pasó? En la última década y media el viento está perdiendo intensidad, pero se expandió en el tiempo y ahora, hasta mediados de septiembre, tenemos situaciones que con anterioridad eran clásicas de agosto”, explicó.
“Si antes era recurrente tener vientos con velocidad de hasta 40 kilómetros por hora, ahora son de 35 k/h. Y en lugar de que ese fenómeno termine en los primeros días del mes de septiembre, lo tenés bastante activo hasta la tercera semana. Es decir, perdió intensidad, pero ganó extensión temporal”, amplió Zotelo.
“¿Por qué sucede esto? Porque los sistemas son dinámicos y el clima va cambiando en una escala de tiempo”, dijo.
“Está claro de que los patrones que teníamos hace varias décadas no son los mismos que aparecen actualmente”, señaló.
El nivel amarillo indica que hay fenómenos meteorológicos con capacidad de hacer daño y riesgo de interrupción de alguna actividad cotidiana.
Una vez lanzado el alerta amarilla a través de los diferentes canales de prevención, Zotelo sostuvo que cobra trascendencia no sólo quién lo dice, sino quién lo interpreta.
“Nosotros hacemos una proyección sobre las distintas variables”, afirmó.
“Podemos ver que se está por formar un sistema que conlleve precipitación abundante y lo prevemos apenas pasado el mediodía. Después tratamos de simular una situación a futuro, pero ahí, justamente, aparece una serie de cuestiones que se nos escapan”, relató.
“Hay que pensar que la interacción entre el suelo y la atmósfera, la temperatura y demás puede adelantar, o retrasar, ese proceso”, manifestó.
“Pero la gente quiere que le digamos a qué hora pasará; con qué exactitud de milimetraje y en qué barrio lloverá más respecto de otro. Ningún centro internacional está hoy en capacidad para eso, aunque el objetivo final de cada científico es que todo sea cada vez más preciso y se interprete mejor”, aseguró.
El funcionario dijo que ellos, desde el Servicio Meteorológico Nacional, lanzan el alerta correspondiente. Y que después los organismos lo difunden —Defensa Civil, Bomberos Voluntarios, Ministerio de Seguridad, Cruz Roja y demás— de acuerdo al fenómeno en particular y a la injerencia que tenga cada una de esas áreas.
“Luego, cada uno de esos organismos debe replicar la información y llevarla por sus canales correspondientes a toda la población. Hasta acá llegamos, porque después está la decisión que tome cada persona en base a los datos con los que cuenta”, indicó.
“Hay que aclarar que estamos en una cultura donde todo es culpa de alguien, sobremanera cuando algo anda mal. Por ejemplo, el productor se queja cuando le va mal de acuerdo con los pronósticos que recibió oportunamente, pero cuando sale todo bien no dice nada”, sostuvo.
“Las alertas las hacemos de la mejor manera posible, pero no son 100 % precisas y luego vamos analizando a partir de las experiencias. Si sucedió (lo anunciado), dejamos la implementación, pero si no fue así investigamos a fondo para saber qué pasó con la intención de que, en la próxima ocasión, el circuito funcione un poco mejor”, contó.
Zotelo admitió que, entre los años 2018 y 2020, el Servicio Meteorológico Nacional invirtió en un sistema tecnológico (el actual) con mejoras para los productos que se pueden generar. “Hace 10 años las alertas eran más amplias en cuanto a su extensión, pero ahora son más restringidas”, admitió.
“Lo mismo respecto de los polígonos que se arman cuando hay tormentas que indican alertas a corto plazo por precipitaciones de escaso lapso de tiempo, o por probable granizo, cuyas zonas son más reducidas”, sostuvo.
“Esa inversión en tecnología ha dado resultados. Para la segunda mitad del año, o para 2025, estamos pensando en hacer otras mejoras de los equipamientos para que el pronóstico sea más preciso aún”, agregó.
Zotelo está a cargo —desde fines de este marzo— de los pronósticos a corto plazo, alertas, áreas vinculadas a servicios a empresas, a particulares, a otros organismos públicos y a la generación de modelos que den respuesta a otros requerimientos vinculados a la meteorología.
“Hay que pensar que una empresa energética necesita conocer cómo será el verano, o el invierno, para saber si compra más o menos, si vende más o menos. Lo mismo respecto de las políticas energéticas que tienen que ver con el clima. Eso se hace a través de servicios, donde se generan modelos para traducir cada centígrado y cada centímetro de precipitación en otra variable”, explicó.
“Por ejemplo, si la temperatura sube un grado más cuántos kilowatts por hora serán de más, o menos, de consumo. O cuánto más de combustible representa para una distribuidora”, indicó.
“¿Mis expectativas? Aportar a la mejora de la calidad de los pronósticos, de los servicios y de las interacciones con terceros para brindar una mirada científica a través de una aplicación práctica. En este sentido, aplico mucha de la experiencia realizada en el Conicet de Bahía Blanca”, aseguró Zotelo.
¿Cómo trabaja el SMN?
Para determinar distintos niveles de peligrosidad de los eventos climáticos, el SMN trabaja en un sistema de alertas (en colores) en combinación con otros organismos públicos.
“El nivel amarillo indica que hay fenómenos meteorológicos con capacidad de hacer algo de daño y existe riesgo de interrupción momentánea de alguna actividad cotidiana. Pero no se trata de algo severo”, señaló Zotelo.
“Esos niveles, basados en umbrales de viento, precipitación, nieve y demás, tienen que ver con cada región en particular. Si vos vivís en Puerto Madryn el viento es peligroso si se consideran 40 kilómetros por hora, pero para ellos es habitual respecto de otra localidad del centro de la provincia de Buenos Aires”, comentó.
También dijo el directivo que esos umbrales no son únicos para todo el país, sino que están por regiones y ciudades en base a los datos históricos de los registros de las estaciones del SMN.
Respecto del alerta rojo, sostuvo que se trata de un fenómeno totalmente atípico, intenso y preocupante. “Aquí hay que entender que el color marca el grado de peligrosidad y que se debe estar atento a la información de los canales oficiales. Incluso, cuando más local sea el organismo que lo difunda, más relevancia tiene su opinión”, añadió.
También se refirió a los diseños de los pronósticos meteorológicos.
“Con las precipitaciones, la gente cree que cuando uno da el pronóstico para Bahía Blanca lo hace específicamente para la ciudad pero, en realidad, los modelos meteorológicos trabajan en espacios de latitud por longitud, de sur a norte y de oeste a este. Y, cuando más chicos son, mejor aún”, explicó.
“Dentro de esas cajitas, en la misma están Cabildo y Bahía Blanca. Pronosticamos lluvia, pero sólo cae en Bahía y no en Cabildo. ¿Es bueno el pronóstico? Para quien vive en Bahía será bueno y para quien reside en Cabildo será malo, por ejemplo, pero ¿qué consideramos bueno o malo? No hay forma de tener precisión en este sentido”, aclaró.
“En temperaturas es más sencillo al tratarse de una variable continua. Existe desde Bahía Blanca a Cabildo y ahí puedo variar entre un grado menos o un grado más”, dijo Zotelo.
“El viento es continuo, pero no homogéneo. Si en Bahía Blanca pronosticamos unos 35 kilómetros por hora, en Cabildo 40 k/h y en Corti 70 k/h, siempre como máxima, y después se corre 3 kilómetros es porque el modelo es dinámico porque trata de simular la realidad con ecuaciones que son fijas. Ahora, ¿si el canal de viento se terminó dando 3 kilómetros más al sur de Corti decimos que está mal? No sé si es así”, aseveró.
“Estamos muy bien conceptuados”
En otro tramo de la charla con este medio, Zotelo comparó a los meteorólogos con los economistas.
“Dicen que el dólar estará a equis valor a mediados del año que viene, pero no es preciso porque no afirman cuándo ni a qué valor. Ahora, se pretende que la meteorología tenga exactitud en temperatura, viento, precipitaciones y demás en algo que, el igual que el dólar, tiene múltiples variables que la modifican”, describió.
“Uno tiene un modelo con ecuaciones que describen cómo es la atmósfera de la manera más certera posible, aunque no exacta, pero el hombre interviene. ¿De qué manera? Si tala un bosque modifica las ecuaciones y el modelo ya no sirve porque cambió la interacción entre el suelo y la atmósfera”, comentó.
El funcionario sostuvo que se le pide a la meteorología una precisión que es difícil de lograr, ya que eso ni siquiera sucede en los Estados Unidos.
“La Argentina podrá estar preparada en algún momento; es cierto. En tal caso debería tener el mismo número de estaciones que los Estados Unidos, y no sólo en las zonas más productivas. En la Patagonia, entre Chubut y Santa Cruz, a excepción de Gobernador Gregores, en la parte media del continente casi no existen referencias”, dijo.
“Ellos tienen mucha información satelital disponible para todo el mundo, pero algunas son específicas a los fines de obtener otros resultados. Nosotros exigimos al máximo la performance del servicio, pero estamos un poco lejos”, señaló.
“A nivel de Latinoamérica estamos muy bien conceptuados, pero debemos seguir trabajando para llegar a las mismas prestaciones de los centros internacionales”, dijo Zotelo.
El SMN también interactúa con organismos internacionales como son los casos de las Naciones Unidas (ONU) y del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC), así como con organismos antárticos. Muchos de sus pronósticos responden a ese compromiso, ya sea en el país como en otros lugares del mundo.
Las principales referencias de estaciones meteorológicas en el mundo son color rosa, operacional banda X; verde, operacional banda C; celeste, operacional banda S y negro, cerrada.
“Somos centro de referencia regional para dar respuesta a algunas problemáticas como, por ejemplo, el deshielo antártico, el calentamiento global, algunos cambios en los patrones de circulación y demás”, dijo Zotelo.
“También tenemos programas con otras naciones, como es el caso del Prevenir, donde usamos como testigo al río Santo Domingo, que es afluente del Sarandí, en el sur del conurbano bonaerense. Cuando llueve mucho, la zona en poco tiempo suele inundarse porque la primera napa está muy cerca de la superficie y la situación afecta a gente que reside en los márgenes de los afluentes. La idea es seguir de cerca esta problemática”, aseguró el climatólogo.