Hace algún tiempo, en un pueblito no muy muy lejano…
El puntaltense César Zavatti se perfila como un narrador de fantasías que, tras tres libros de temática infantil, ahora sorprende con una novela corta de terror rural.



Periodista web de La Nueva. desde 2006. Realizó coberturas multimedia locales y regionales vinculadas con arte, cultura, sociedad y medioambiente. También fue editor audiovisual y hasta ilustrador. Actualmente cubre la actualidad rosaleña.
Ya pasaron cuatro libros y dos años desde que César Zavatti debutó como escritor. En 2022 publicó de forma autogestionada Cuento con papá, una antología de diez relatos infantiles suyos, seguida de otras dos obras para ese público, pero ahora rompe esa línea con una novela corta de terror rural.
“¿Viste la película Cuando acecha la maldad? Está en Netflix. Eso es terror rural. Ese tipo de clima narrativo, esos personajes, ese tono y ese ambiente oscuro, contaminante”, explica.
Su libro se titula El vinculado. Según cuenta, comenzó a escribirlo hace dos años y trata de un pueblito bonaerense bien de campo, de esos que están escondidos en la ruta y que está envuelto en su propia oscuridad y soledad.
San Ignacio Lobo es el nombre ficticio del pueblo rural donde se desarrolla la historia del libro, pero la trama no tiene nada que ver ni con religión ni con licántropos.
“Tampoco tiene que ver con asesinos seriales o fantasmas, sino con un abismo interminable, donde lo real y lo inexplicable están amortiguados por una fina línea y donde pulsean la ignorancia y la locura como únicas dos alternativas. Ignorar es la única bendición, porque el conocimiento solo trae la muerte”, describe Zavatti, de 43 años y de profesión médico cirujano.
“Es como el Derry de It”, dice. La referencia es por la ciudad donde habita el payaso asesino que se asoma por una alcantarilla, en la novela de Stephen King.
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—¿Por qué El vinculado?
—Ese título se debe a que en los capítulos del libro se trazan historias a través de distintas épocas y que luego se vinculan por algo en común. La primera mitad es una cosa y cuando terminás te cambia toda la idea de lo que leíste; tiene esa vuelta de tuerca.
—¿Considerás que es difícil de leer?
—Creo que no es tan fácil, por lo que me han dicho. La gente se engancha mucho con el lenguaje y con la forma de ambientar los lugares. Trabajé mucho en lograr eso más o menos rápido, dado el corto espacio del libro. No es para leer de corrido, es para prestarle atención a los detalles, que son los que vinculan las historias.
—Te alejaste un poco de la narrativa infantil.
—Lo que escribo es siempre enfocado a lo fantástico, porque es un género que se adapta tanto para niños como para adultos. Según la rosca que uno le de a la intensidad de la fantasía, es para qué lado va. Muchos de mis cuentos para niños tranquilamente los puede leer un adulto. El género es el mismo. El vinculado es eso. Tiene algo de policial, pero es terror recontra tradicional.
—¿Es el tipo de terror que leés?
—No soy de leer mucho. Soy más de ver cine y series. Me cuesta agarrar un libro, pero me obligo a leer porque me permite absorber recursos narrativos. Me gustan los relatos que se apoyan en la inquietud de un murmullo persistente o una sombra vista por el rabillo del ojo o la sensación de una presencia en la espesura del aire.
—¿Estás trabajando en algún otro escrito?
—Hay un par de historias más para desarrollar. Cuando empiezo a escribir es como si tirara de un hilito; por ahí se corta o a veces sigue dando resultados. Tengo uno que aunque es de terror, tiene mucho de humor negro. Ese está casi listo.
(Foto: gentileza Tomás Sánchez)
El vinculado fue presentado el mes pasado, durante el Festival Nacional de Cine Fantástico y de Terror 1000 Gritos. Como sus anteriores publicaciones, la edición es independiente y autogestionada: “Hice todo: la maquetación, el texto de la contratapa y la tapa”.
El prólogo es de la escritora Elsa Drucaroff, una de las plumas más versátiles de la narrativa argentina actual: “El relato, efectivo y preciso, propone un regreso a las fuentes, pero para construir algo nuevo”, dice la autora, que sitúa el estilo de libro entre Edgar Alan Poe y Joseph Conrad, entre Mary Shelley y H.P. Lovecraft, “pero apuntando a nuestras propias tradiciones camperas y a nuestra historia política”.
Con una edición clásica y otra pocket, los interesados en adquirirlo pueden contactar al autor por sus redes sociales. También está disponible en un estudio de tatuajes de calle 25 de Mayo al 300, de Punta Alta.