El balneario Galván, la playita tan querida

Mario Minervino

mminervino@lanueva.com

Es periodista, ingeniero civil y docente de la Universidad Nacional del Sud en materias relacionadas con el Patrimonio arquitectónico y el planeamiento urbano. Ha publicado notas en revistas Vivienda, Todo es Historia, Obras & Protagonistas y Summa +. Participa en varios micros radiales referidos a la historia de Bahía Blanca. En dos ocasiones recibió primera mención por parte de ADEPA en el rubro Cultura e Historia.

Hace 74 años, en enero de 1950, quedó inaugurado el balneario Municipal de Puerto Galván, llamado a convertirse en punto de atracción para todos los bahienses.

Considerada “una de las más importantes obras realizadas durante la administración del intendente municipal José Aralda”, el balneario tenía el mérito de haber sido proyectado por la oficina de Obras Públicas municipal y ejecutada en su totalidad por personal de la comuna.

Realizada con bloques de cemento, el complejo contaba con una superficie cubierta de 900 metros cuadrados, ofreciendo para los bañistas casillas para vestuarios, guardarropas, baños y cantinas, además de contar con agua corriente y electricidad. A esto se sumó la materialización de caminos de acceso.

El balneario disponía de una “amplia playa de arena” que llegaba hasta el brazo de mar en las horas de la marea alta. “El lugar es atrayente y ofrece una hermosa perspectiva panorámica, por lo que ha de estimarse como un acierto la instalación en ese sitio”, comentó este diario.

La inauguración contó con la presencia el jefe comunal y de las más altas autoridades civiles, eclesiásticas y militares. Aralda manifestó su satisfacción por poder brindar un lugar “de sano esparcimiento” para disfrutar de las delicias de la playa y del baño del mar.

Agregó que la obra interpretaba el espíritu del gobierno nacional, especialmente dirigido a favorecer a las clases modestas.

Lugar de parada del Tren de la Marea

Finalmente anticipó que el Ferrocarril Roca se comprometió a construir un apeadero en el lugar para comodidad de los bañistas que viajan en el tren que salía de la estación Noroeste, servicio que fue conocido como “el tren a la marea”.

El balneario Galván funcionó durante 25 años, hasta que se rellenó con material proveniente del dragado y posteriormente fue ocupado por empresas del sector petroquímico.