Bahía Blanca | Martes, 24 de junio

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Ferrowhite: crece desde el pie

Legajos y remeras. Murales e islas. Así es la vida en Ferrowhite, museo taller. 

Fotos: Pablo Presti-La Nueva.

Por Nicolás Testoni (*)

Más de 4.000 piezas vinculadas a la historia del ferrocarril que fueron aportadas por vecinos y trabajadores ferroviarios tras las privatizaciones de los ´90 forman parte de Ferrowhite, el cual nació como depósitos de objetos y archivos de documentos, entre otros, ubicado en el predio donde funcionó la usina General San Martín, construida en 1930.

Pero hay mucho más detrás de este museo taller que es orgullo de todos los whitenses.

1. Memorias del subsuelo

En el archivo del museo se lee con lupa y pincel. Se lee despejando la mugre, levantando una nube de polvo entre párrafo y párrafo, con un ojo puesto en el estado de conservación de los documentos y el otro en identificar quién los produjo. Se lee también revisando el conjunto, tratando de asignar a cada papel un lugar en el complejo rompecabezas articulado en guías, cajas de guarda y bases de datos. Cada primicia del ayer es hija de la aparente monotonía de estas rutinas, que Ana Miravalles aplica por estas semanas a los legajos, cartas y abonos recuperados del sótano de la Estación Bahía Blanca Sud, con la colaboración de Emiliano Randazzo, Juan Soria y Franco Ferrari, y el asesoramiento experto de Julieta Ferraggine.

2. Como en el muro la hiedra

La Casa del Espía, el café de Ferrowhite, está en obra. Allí nuestro compañero Pablo Oviedo pinta un mural. La pintura asciende por las paredes. Va rodeando la escalera de madera que conduce hacia la planta alta, intrigando a los curiosos que pispean al pasar. Aunque hay bocetos desparramados por el suelo, papeles que acreditan una idea de conjunto, lo cierto es que el mural muta sobre la marcha. Pablo, a quien todos llamamos Pol, pinta lento, con meditada cautela. Su obra es un experimento que progresa por borrones y enmiendas. Capas sobre capas de pigmento liviano que, aunque queden ocultas, ahí están. Cada escena no sería la misma sin todas esas tentativas acumuladas, sin todos los posibles que sedimentan en la profundidad ultradelgada del color. Pablo es arquitecto. Quizás por eso su pintura inventa columnas donde no las hay. Superpone sobre los muros de la casa concreta un edificio imaginario, arcos que abren hacia un Ingeniero White submarino y celestial. Un White en versión ultraterrena. Nuestro pueblo en perspectiva con el universo. En fin, no queremos spoilear. Alcanza con decir que todo es posible en el teatro de sombras de estas paredes, incluso saludar a los amigos que ya no están. Paciencia y verán.

3. Nadie es una isla

Estamos contentos porque Isla Invisible, nuestro proyecto de viajes exploratorios a las islas del estuario de la Bahía Blanca, resultó una de las iniciativas seleccionadas por Gestionar Futuro, el programa de la Secretaría de Gestión Cultural de la Nación destinado a brindar apoyo a las acciones culturales en territorio. Con estos fondos vamos a acondicionar una sala dedicada a esta idea que, con la coordinación de Agustín Rodríguez, no para de crecer. Prueba de ello es que este año, Isla Invisible se mudó al Centro Cultural Parque España de la ciudad de Rosario, y al Centro Cultural Borges de la ciudad Buenos Aires, para ser parte de “Cuando la casa se quema” y “Las herramientas existen en los gestos de aquello que vuelven posible”, dos muestras que reunieron a agrupaciones que hacen del arte un medio para el cuidado del ambiente.

4. Los trabajos y los días

Ferrowhite es un museo, es La Casa del Espía, y desde 2015, también el taller Prende: 300 metros cuadrados ganados a las ruinas de una usina desmantelada en los que se cocina el vínculo entre el museo y la barriada de la que forma parte. En Prende aprendemos a hacer plantines, a remallar delantales, a fabricar baldosas, a serigrafiar remeras, a construir hornos de barro, a preparar dulce o lo que pinte. A cargo de Silvia Gattari y Malena Corte, Prende multiplica la cantidad de verbos asociados a la labor de un museo. En este espacio un año se cuenta en metros de tela. Los trabajos y los días van quedando colgados del barral de un perchero. Acá se estampan remeras para los pibes de la Orquesta Escuela, se cosen repasadores para la Cocina del Museo del Puerto, se colabora con el vestuario de los Serenateros de la Muni, se le pone letra a las remeras de la Noche de los Museos. ¿Necesitás una mano? Te damos una mano. A pesar de que la vida parezca a veces agarrada con alfileres, aunque todavía se extrañe la hidrolavadora que nos robaron en el verano y con cada lluvia fuerte siga entrando agua en el cuartito de revelado. El vínculo entre lo público y lo común, entre Estado y vecindad, no existe hasta que una mano lo zurce. 

(*) Director de Ferrowhite desde 2015.