Bahía Blanca | Viernes, 29 de marzo

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Escenario político: discutir subsidios es discutir federalismo

La decisión del gobierno nacional de quitarle fondos al sistema de transporte de la Ciudad de Buenos Aires debe servir para revisar en forma integral un esquema que siempre perjudica al interior.

Foto: Archivo La Nueva.

Maximiliano Allica / mallica@lanueva.com

   El nivel de centralismo político y económico de Argentina es espeluznante. Hace décadas que ese espacio llamado AMBA, que incluye a la Capital y el Conurbano, es un elefante en el bazar del federalismo. Se lleva puesto todo mientras un país inmenso y diverso sigue observando con resignación cómo los gobiernos siguen poniendo sus fichas ahí, en desmedro del resto de las regiones.

   El debate acerca de los subsidios al transporte público es una nueva posibilidad para exponer esos privilegios. El gobierno nacional pretende quitar a la administración de Horacio Rodríguez Larreta los subsidios de las líneas de colectivos que circulan exclusivamente en suelo porteño. Es obvio que hay juego político en la decisión, pero la medida no deja de cosechar simpatías incluso en gobernadores y dirigentes de Juntos por el Cambio, de norte a sur, porque conocen la histórica desigualdad con este tema. 

   No es una posición en contra de Larreta, es contra el sistema de subsidios en sí, cuyos beneficios para el AMBA incluyen al gas, la electricidad y el agua. Llegan boletas más caras a una casa en Villa Mitre que a un departamento en Barrio Norte. Ese desequilibrio viene desde hace décadas y no tiene que ver con el perfil ideológico de un gobierno sino con un error mucho más profundo en la estructuración del país.

   Específicamente sobre las transferencias al transporte, aún no está claro si la iniciativa de la Casa Rosada apunta a redistribuir esos fondos o solo es un recorte puntual para empezar a disminuir el déficit, en el marco de las negociaciones con el FMI. En caso de que sea esto último, es probable que la tijera después pase por otros lugares. Ya se verá.

   Lo cierto es que una reorganización integral del sistema de aportes al transporte público no debe quedarse con lo que pasa en Capital sino incluir a los distritos bonaerenses más próximos a la CABA. Hoy el ránking de recepción de recursos está encabezado por las líneas que circulan dentro de la Capital, junto con aquellas que la conectan con los distritos bonaerenses vecinos. Después vienen las empresas que cumplen recorridos en el Conurbano bonaerense sin entrar a Capital y, muy atrás, las del interior, donde el boleto termina siendo mucho más caro. 

   En el AMBA el pasaje simple hoy cuesta 18 pesos, mientras que en Bahía la tarifa plana es de 76 pesos, más allá de que existen descuentos para usuarios frecuentes y un porcentaje alto de los usuarios paga menos. En cualquier otra ciudad grande del interior, tal el caso de Rosario, Córdoba, Tucumán, Bariloche, los valores se parecen más a los bahienses que a los ambeños.

   Según el Municipio de Bahía Blanca cada colectivo local recibe 250 mil pesos mensuales en concepto de subsidios, contra 810 mil pesos para los del AMBA. La desproporción es manifiesta. Es más, una solicitada de julio de 2021 del gobierno jujeño del radical Gerardo Morales, aseguraba que en ese momento el AMBA recibía 14.795 millones de pesos por mes para subsidiar a 18 mil colectivos, cuando al resto del país se destinaban apenas 2.500 millones para 12.300 micros.

   También el gobierno de Córdoba, a cargo del peronista autónomo Juan Schiaretti, sentó posición la semana pasada: "Hoy el AMBA concentra alrededor del 85% de los subsidios para asistencia al transporte público, por eso el boleto urbano cuesta $18, generando una gran desigualdad respecto a los boletos que pagan los ciudadanos del resto de las provincias", publicó en sus redes sociales.

   En el mismo hilo anuncian que llevarán un proyecto al Congreso para modificar el sistema, ya que "no se trata de aplicar un criterio para el AMBA y otro para el resto del país como sucede en la actualidad".

   La administración Schiaretti aseguró que, si se hubiera aplicado su propuesta en 2021, "al interior del país le habría significado una participación de casi el 40% en lugar del 15%, 72 mil millones en lugar de los 28 mil millones que efectivamente recibió". Ergo, todos los últimos aumentos de boleto hubieran sido inferiores.

   No hace falta un gran esfuerzo para entender que las diferencias son brutales y que los recursos que administra Nación, principal dador de subsidios, surgen de los impuestos que pagan todos los argentinos, con lo cual es válida la exigencia de un reparto equitativo. 

   Una pregunta relevante, en este contexto, es si efectivamente el gobierno de Alberto Fernández pretende crear un diseño más justo o si la intención solo es castigar al gobierno de Larreta por manejar el principal bastión opositor. Se sabrá pronto, cuando toque hablar del impacto (o la ausencia de impacto) de los recortes en los populosos distritos del Conurbano donde campea el Frente de Todos.

   En síntesis, los escenarios son: recorte solo a los porteños; recorte a todo el AMBA (en cualquiera de ambos casos con una redistribución en favor del interior); o directamente un recorte para todo el mundo para morigerar el déficit fiscal.

   Una decisión reciente, vale aclarar, determinó una suba del 28% en los subsidios al transporte del interior desde el primer trimestre de este año, pasando de 2.500 millones mensuales a 3.200 millones. Sin embargo, los operadores del sistema ponen dos asteriscos: uno, que es un porcentaje menor a la inflación, con lo cual no implica mejora real sino retraso; dos, que encima el cobro es diferido. Bahía, por ejemplo, recién ayer percibió el dinero correspondiente a junio pasado, por lo que los montos actualizados de enero quizás se cobren cerca de agosto, cuando otra vez el dinero esté ampliamente desvalorizado.

Dividir no es descuartizar

   La pandemia lo dejó más claro que nunca: CABA y Conurbano bonaerense son un "continuo urbano", por usar palabras del propio gobernador Axel Kicillof. Es decir, el flujo de personas y bienes que van de un lado a otro de la General Paz todos los días es inmenso. El resto del territorio provincial se rige con otras lógicas.

   Tal como señala uno de los principales promotores de la división de la Provincia, el politólogo Andrés Malamud, la crisis del coronavirus demostró con total claridad que existen como mínimo "dos provincias": AMBA e Interior, con características marcadamente distintas. Es más, dentro del interior también hay margen para diferenciar y dividir.

   En el reciente acto por los 202 años de la Provincia de Buenos Aires, Kicillof tuvo palabras muy duras hacia quienes defienden la división. "Todos los días se oye a algún ignorante o malintencionado venir a proponernos descuartizar y dividir a la Provincia de Buenos Aires".

   "Ignorante" y "malintencionado" son agravios demasiado fuertes para describir a una gran cantidad de personas que persiguen un debate honesto sobre el reordenamiento de una provincia macrocefálica, generalmente gobernada por delegados del Obelisco. Un problema, dicho sea de paso, que no distingue color político.

   Pero esa no fue la frase más notoria del gobernador, porque estar en contra de la división es una opinión tan válida como estar a favor. También dijo, en el contexto de la discusión por los subsidios: "Ahora vemos un intento de provincializar una ciudad (en alusión a la Ciudad de Buenos Aires). Yo no tengo nada contra los porteños, yo lo que digo es que una cosa es una provincia y, otra, una ciudad".

   Por supuesto que Kicillof no puede tener nada contra los porteños, y no solo porque el gobernador bonaerense nació en la CABA e hizo su carrera política allí, sino porque además fue diputado nacional en representación de la Capital Federal entre 2015 y 2019, tras dejar el Ministerio de Economía. Luego, Cristina Kirchner decidió que sea candidato a gobernador ya que medía bien en las encuestas. Y que quede claro: esto no habla de que sea un buen o mal gobernador, sino que objetivamente es otro porteño devenido en administrador bonaerense.

   Sería muy atrevido adivinarle el futuro, pero está lleno de dirigentes porteños (o ambeños) que juegan a la identidad bonaerense durante un tiempo y luego se vuelven a la avenida de Mayo. María Eugenia Vidal es un caso idéntico, a la inversa: entre 2015 y 2019 gobernadora bonaerense, hoy diputada nacional por CABA.

   En resumen, bienvenido el debate sobre la injusta distribución de los subsidios. No obstante, al igual que en la discusión sobre la división provincial, no habría que ilusionarse demasiado. Es improbable que un gobierno se meta con una corporación tan poderosa como el transporte del Area Metropolitana de Buenos Aires. Sobre todo, que vaya tan a fondo con las soluciones que hasta toque intereses de sus propios socios políticos.