Un clásico preelectoral: el dólar sube menos que los precios
Para el economista Jorge Pazzi, el gobierno tiene margen en lo inmediato, aunque no se debería abusar.
Francisco Rinaldi/[email protected]
A tres meses de las primarias y a cinco para los comicios de medio término, vuelve un clásico: el atraso cambiario, una remanida estrategia de los gobiernos para evitar saltos desestabilizantes que compliquen los resultados electorales.
Es que si se toman los datos del tipo de cambio del BCRA (definidos como la cantidad de pesos necesarios para comprar un dólar), el mismo aumentó un 9,46 por ciento de enero a mayo del corriente, varios puntos por abajo del 20,6% de inflación que, para el mismo lapso, calcula el CREEBBA en nuestra ciudad.
Considerando los valores locales del dólar en el mercado informal o blue, se tiene que el billete verde bajó en Bahía Blanca desde los 165 pesos del primer mes de 2021 a los $ 159,50 de mayo, a contrapelo de lo que pasó con los precios en idéntico lapso.
La otra cara de la moneda, es decir, la pérdida de valor del peso o, lo que es lo mismo, la devaluación de la moneda local producto del alza del dólar, exhibe una marcada tasa de desacelaración, ya que pasó del 2,6% en julio de 2020 al 1,2% del mes pasado, con un pico del 3,7% en el medio, es decir, en enero, de acuerdo con los datos del Mirador de la Actualidad del Trabajo y la Economía (MATE).
“Típicamente, para evitar sorpresas con la inflación, se atrasan los valores de las tarifas de los servicios públicos y el valor del dólar, con la salvedad de que el atraso tarifario hoy es inferior al que tuvimos en otros años”, explicó el economista bahiense Jorge Pazzi.
Las consecuencias posibles
Para Pazzi, el punto relevante es seguir la diferencia de cotizaciones entre los mercados cambiarios formal e informal. “Eso es lo que puede desestabilizar. No hay que olvidarse que desde el 45 a la fecha hubo 17 episodios recesivos, de los cuales, todos menos uno tuvieron como causa la falta de divisas, la famosa restricción externa”.
El proceso, que la literatura bautizó como stop and go, inicia cuando la falta de divisas provoca tensiones en el mercado de cambios (si faltan dólares, en el mercado formal o informal, su precio sube), lo que origina marcadas aceleraciones inflacionarias que afectan negativamente al poder de compra de los salarios, disminuyendo el consumo, el empleo y la producción. Resultado: la economía entra en una recesión que puede ser muy profunda y de graves consecuencias para la sociedad.
“Históricamente, estas situaciones no terminan bien. Pero en lo inmediato el Gobierno tiene margen de maniobra, porque por las diferencias de cotización internacional de la soja más los Derechos Especiales de Giro (DEG) que entregará el FMI, se pueden embolsar unos 15.000 millones de dólares extra, lo que permitirá evitar que el dólar se vuelva inmanejable”, señaló Pazzi.
El DEG es un activo de reserva internacional creado por el FMI para complementar las reservas oficiales de sus países miembros, lo que habilita al país que lo recibe a obtener liquidez inmediata ante problemas cambiarios.
Pese a ello “no hay que jugar con fuego. Los mercados pueden anticipar una devaluación, lo que aumenta la demanda de dólares y origina tensiones cambiarias. Saber cuando eso va a pasar es imposible, pero si se deja por mucho tiempo que el dólar se mantenga abajo de la inflación, la cosa nunca termina bien”, advirtió.