Bahía Blanca | Viernes, 19 de abril

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El Teatro Municipal: del barrio de las ranas al corazón de la ciudad

Inaugurado en 1913, el principal coliseo bahiense sigue siendo el gran símbolo de la ciudad. Ayer reabrió sus puertas, renovado y seguro.

Mario Minervino / mminervino@lanueva.com / Twitter: mrminervino1

Ven, guerrero victorioso,/ven y regocíjate con nosotros;/en el paso de los héroes/los laureles, las flores que derramamos! (De Aida, Giuseppe Verdi)

   Han transcurrido 108 años entre la inauguración oficial del Teatro Municipal, el 9 de agosto de 1913, y la jornada de la víspera, en que reabrió sus puertas luego de más de dos años de obras de mejoras y puesta en valor.

   La historia es conocida, pero no por eso deja de tener su encanto. Cuando en 1911 el intendente Jorge Moore decidió que el edificio se iba a construir en terrenos de la ex quinta Erize –adquirida por el municipio ese año--, no fueron pocas las voces críticas y condenatorias de la idea. Es que la ciudad, desde lo urbano, no crecía para ese sector, plagado de manzanas carentes de toda edificación y donde por las noches lo único que se escuchaba era el croar de las ranas. Tan lejos del centro se decía que estaba que muchos anticipaban que el edificio iba a terminar siendo un lazareto, un espacio sanitario donde confinar enfermos.

   La avenida Alem era entonces un calle de quintas, que poco a poco transformaba su uso a partir de la inauguración, en 1906, del parque Municipal, que se iba fortaleciendo como el gran paseo de la ciudad, quitando parte del protagonismo a la plaza Rivadavia, centro natural de todas las reuniones y eventos sociales.

Más de un siglo, de la desolación de un barrio al corazón de la ciudad

Creando un lugar

La concreción del teatro fue en gran parte revolucionaria. Primero porque el posterior loteo de las manzanas aledañas dio lugar a la concreción de un interesante barrio jardín, de atractivas casas y coloridas cortadas. Porque el edificio le fue restando protagonismo al palacio Municipal, y hasta el día de hoy a la hora de celebrar o manifestarse, la gente, de manera natural, concurre a Alsina y Alem.

Esa fue la idea también que se impuso en 1938, cuando el ejército donó un gran mástil a la ciudad y a último momento se decidió que fuera en esa esquina, y no la plaza Rivadavia como primeramente se había pensado, el sitio donde emplazarlo. El argumento fue que la avenida Alem funcionaría como una suerte de plaza seca donde se aglutinara la gente, el mástil con la bandera nacional fuera un hito y la fachada del teatro un digno telón de fondo.

   Por eso es que desde el balcón del teatro saludaban los repetidos campeones de basquetbol de la ciudad y también donde Juan Perón, acompañado por Eva Duarte; cerró en 1945 su campaña electoral que lo llevaría a su primera presidencia.

   Anoche el teatro reabrió sus puertas y genera esta adecuada excusa para un resumido relato y comparar fotos de entonces y fotos de ahora, de aquella soledad barrial a este presente de luces y barbijos, de aquella sala de excelente acústica que se estrenó con Aída a esta que escuchó canciones de María Elena Walsh. Entre unas y otras, decenas de generaciones de bahienses que siguen disfrutando de un espacio cargado de cultura, de historia y de futuro.

En 1918, una celebración patria. En 2021, de renovadas galas

   "Cantando al sol como la cigarra/Después de un año bajo la tierra/ Igual que sobreviviente/ Que vuelve de la guerra". Como la cigarra, María Elena Walsh