Bahía Blanca | Viernes, 19 de abril

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Una mirada a Bahía de los futuros primeros arquitectos de la UNS

Cuatro estudiantes de último año se refirieron a la actualidad de nuestra ciudad y también a sus potenciales para crecer.

Foto: Pablo Presti-La Nueva.

Por Mario Minervino / mminervino@lanueva.com

   La carrera de Arquitectura tendrá este año sus primeros egresados en la Universidad Nacional del Sur, lo cual supone sumar profesionales cuya formación académica se relaciona con la vivienda, su diseño y construcción, pero también de manera específica con nuestra ciudad y sus circunstancias.

   Cuatro estudiantes del último año cuentan su experiencia como parte de esa primera camada, analizan como fue cambiando su visión de Bahía Blanca y anticipan que les gustaría mejorar o potenciar.

La mirada en otra escala

   Ana Cecilia Trobbiani tiene 22 años y desde chica le llamó la atención la arquitectura, disciplina que ahora descubrió reúne muchas cuestiones: desde el aspecto constructivo y técnico hasta el artístico, pasando por el cuidado del medio ambiente y la cuestión social.

   A medida que avanzó en la carrera comenzó a entender la ciudad de otra manera.

   “Me ayudó a entender su organización, su escala, su manera de crecer, identificar sus particularidades, apreciarla desde otro lado”.

   Ana tuvo la oportunidad de recibir una beca y cursar un semestre en la Universidad de Siena, en Italia.

   “Recorrer esa ciudad, con su encanto medieval, me permitió visualizar (y sentir) la diferencia de escala con Bahía Blanca. La sensación que se vive al caminar por una calle en cuyo ancho entran cinco personas y no pasa ningún auto frente a la de caminar por la avenida Alem, con su movimiento, sus luces y su ruido”.

   También Siena la llevó a prestar atención a su patrimonio arquitectónico, “una de las cosas más importantes que deberíamos admirar y, en consecuencia, cuidar y respetar en nuestra ciudad”.

   Ana considera que una de las cosas más importantes de cualquier ciudad son sus espacios verdes, una especie de oasis en el tejido urbano.

   “Bahía tiene zonas verdes a las que le falta un mejor diseño aliente su uso. Me gustaría mejorar eso; aprovechar esos lugares y darles la impronta que necesitan para convertirse en espacios “vivos” que cumplan con su valiosa función”.

   La carrera, finaliza, superó sus expectativas.

   “Creo que mejora cada día y como alumna estoy a disposición para que siga creciendo y que todos tengan las mismas oportunidades que nosotros”.

El sur también importa

   Camila Maiada tomó una decisión no menor cuando se creó arquitectura: decidió comenzarla en paralelo a su cuarto año de Ingeniería Civil. Pero la carrera la atrapó completamente, despertando una pasión inesperada y sumando en cada cuatrimestre una nueva experiencia.

   “En la materia Sociología Urbana analizamos a Bahía Blanca en todas sus caras, sobretodo los nodos sociales de la parte sur, muchas veces no visibles. Eso me sensibilizó especialmente. En Planificación Urbana estudiamos cómo se planifican y gestionan las ciudades y con Historia de la arquitectura descubrí tesoros urbanos desvalorizados y olvidados”.

   Luego de cursar esas materias, ve a la ciudad de modo bastante diferente.

   “Una ciudad en contrastante expansión, con agentes sociales en movimiento y tensión, cada cual con sus intereses. Dividida en zonas --norte, centro, sur-- coincidente con los estatus sociales. Una organización para la parte visible, otra que crece sin planificación alguna”.

   También descubrió un potencial enorme a ser trabajado, con lugares sumamente inspiradores, como los predios ferroviarios, el paseo del arroyo Maldonado y el puerto de Ingeniero White.

   “Hay un concepto que encaja muy bien a Bahía Blanca: el de la “Ciudad Com-fusa”, que no es ni compacta, ni difusa, que presenta dispersión y compactación, resultado de la suma de estrategias que pretenden una ciudad compacta y de estrategias populares que intentan satisfacer las necesidades del hábitat a través de asentamientos informales”.

   “La carrera genera profesionales conscientes de la ciudad tal cual es, de la que podría ser y como esa transformación podría llevarse a cabo. Tenemos el espacio público como generador de lugares de convivencia, donde las personas puedan estar en comunidad. Nuestra ciudad es una mina de oro de estos espacios. Como arquitecta me gustaría aportar el conocimiento necesario para llevar adelante una planificación urbana integral y sustentable”.

Un lugar para todos

   A sus 24 años, en la mente de Octavio Atala siempre estuvo estudiar Arquitectura. Cuando terminó el secundario, en el Colegio La Inmaculada, la carrera no estaba en la UNS, así que se inscribió en Agrimensura.

   “Arquitectura es una carrera muy linda, que integra conocimientos de diseño, arte, paisajismo, ingeniería, urbanismo, historia y muchas cosas más. Antes de comenzarla veía a Bahía de diferente manera. Quizás al pasar siempre por los mismos lugares uno se acostumbra y no entiende la importancia que tiene cada edificio y su conjunto. Ahora veo la arquitectura más allá de una construcción, como un todo que mejora la vida”.

   Octavio advierte que nuestra ciudad crece de manera irregular, sin organización, aunque sin resignar su gran potencial.

   “Creo que podrá mejorar a medida que se sumen más profesionales con ganas de trabajar a su favor. Como próximo arquitecto me gustaría aportar obras que se aprecien desde lo visual, estético y funcional”.

   Advierte además un atraso en temas de movilidad, ya sea para peatones, ciclistas o el transporte público y una cuestión a mejorar la de los espacios públicos, “esenciales para la vida de cualquier persona”.

Tratando de innovar

   A sus 35 años, Galo Schmidt encontró su lugar en la universidad. Cuando terminó la escuela técnica se inscribió en Ingeniería Civil, por no poder ir a estudiar arquitectura a otra ciudad. Pero pronto que no era lo que esperaba y comenzó a trabajar.

   Cuando en 2015 abrió arquitectura no tuvo dudas.

   “La idea de estudiar arquitectura surgió para profundizar en el diseño, aunque rápidamente descubrí que el abanico de posibilidades de la disciplina es mucho más amplio”.

   Ve a Bahía Blanca como una ciudad con recursos para un buen desarrollo, “en muchos casos mal utilizado, sin una planificación que permita un desarrollo sostenible y que genere una transformación social. La falta de un plan urbano genera un modelo de ciudad disperso, fragmentado y beneficioso para un pequeño grupo”.

   Está convencido del impacto positivo que generará la carrera, teniendo en cuenta que trabaja sobre muchas cuestiones locales, generando una visión crítica distinta a otras universidades.

   “La ciudad tiene muchas cosas buenas y hay mucho por hacer. Entiendo que como arquitecto tendría que ayudar a dar una solución a distintos problemas, tratando de ser innovador, atendiendo al cambio de paradigma y trabajando de forma interdisciplinaria”.