Bahía Blanca | Jueves, 28 de marzo

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El año termina con más crecimiento y más inflación

El INDEC divulgó que la industria muestra saltos interanuales que superan el 4%, con lo cual ya acumula más de seis meses de plena mejoría.

El cierre de 2017 trae buenas noticias para la economía, pero también preocupaciones. Lo positivo pasa por los datos de crecimiento, que no sólo se ha consolidado sino que además muestra signos de aceleración en los últimos meses del año. Pero del lado de los interrogantes aparece la inflación, que en diciembre terminará por encima de 2% por la nueva ola de ajustes tarifarios. Y el acumulado del año superará el 24%, el mismo nivel “crucero” que hubo durante la gestión del kirchnerismo.

Ya se van conociendo datos oficiales sobre la evolución de la actividad en octubre y confirman que casi todos los sectores crecen. El INDEC divulgó que la industria muestra saltos interanuales que superan el 4%, con lo cual ya acumula más de seis meses de plena mejoría. Y la construcción tuvo su mayor suba interanual, que superó el 25%. A la obra pública se le suma ahora una mayor actividad por parte del sector privado, en parte impulsado por el boom de créditos hipotecarios, uno de los datos sobresalientes de 2017, que se acerca a su fin.

Otro dato positivo en lo que tiene que con la recuperación es que aparecen los famosos “brotes verdes” por el lado de la inversión. Del paupérrimo 15% del PBI que representaba esta variable en la última etapa de Cristina, ya se saltó a poco más del 17% y el año próximo se ubicaría en 18%. Todavía está lejos de niveles deseables, por encima del 21%, pero muestra una tendencia que resulta muy positiva.

No será la lluvia de inversiones que se prometió en el arranque de la gestión de Mauricio Macri, pero claramente hay mayor entusiasmo de las empresas luego de la elección legislativa. Con un horizonte más despejado políticamente, las empresas se animan a tomar decisiones de mediano o largo plazo.

La última licitación de energías renovables y el programa de participación público y privada que arrancó con corredores viales muestra el interés concreto de compañías por invertir, en algunos casos solas y en otros en conjunto con el Estado. Pero además también empieza a anotarse una mayor reinversión por parte de las empresas.

Resulta extraño para un país como la Argentina, sin embargo, que la recuperación no haya venido esta vez impulsada por el consumo. Al contrario, la demanda interna aparece aún algo rezagada y no hay señales claras de que esto pueda cambiar rápidamente.

La nueva ronda de subas tarifarias, el eventual aumento de la nafta y los incrementos típicos de fin de año le restarán poder adquisitivo a los salarios en los próximos meses. Y eso se sentirá en las estadísticas relacionadas con el consumo. La gran expansión del crédito a lo largo del año permitió, en definitiva, suavizar el golpe al poder adquisitivo provocado por la eliminación gradual de los subsidios.

Las reformas que puso en marcha el Gobierno, varias de ellas ya están en debate legislativo, procuran avanzar en mejorar la competitividad de las empresas argentinas. Y por ende permitirles un mejor escenario para competir con el mundo, aún a pesar del cada vez más preocupante atraso cambiario. La reducción de impuestos distorsivos era algo largamente reclamado por las empresas, aunque se producirá en los próximos cinco años.

Para el año próximo la expectativa es que la economía siga creciendo, aunque el ritmo podría ser menor. En realidad, el muy positivo cierre de 2017 deja un “arrastre” estadístico cercano a 1,5% para el año próximo. En otras palabras, si la economía permaneciera totalmente plana, 2018 igual estaría mostrando un signo positivo.

Uno de los grandes desafíos que enfrenta el Gobierno para el año que viene pasa por bajar más rápido la tasa de inflación. Si bien el Central insiste con la meta del 10%, todo el mundo sabe que no es cumplible. Y el propio presidente de la institución, Federico Sturzenegger, no quiere modificar dicho objetivo por temor a una mayor pérdida de credibilidad.

Todo indica que ahora el esfuerzo para mostrar una inflación descendente pasó más bien al segundo trimestre del año, una vez que hayan impactado los aumentos tarifarios que en algunos casos (como sucede con la luz) se aplicarán en dos partes.

Pero mientras tanto la certeza es que el BCRA insistirá con su política de altas tasas de interés e intentará mantener la cantidad de pesos en circulación bajo estricto control. En otras palabras, los rendimientos en pesos seguirán ganándole por varios cuerpos a la inflación y posiblemente por una diferencia todavía mayor al dólar. Para el mercado, la inflación se ubicará en niveles cercanos al 17% en 2018, aunque dentro del propio gobierno reconocen que estarán satisfechos si cierra “por debajo del 20%”.

Pero los mercados no estarán tan pendientes del dato de inflación, como de la evolución del déficit fiscal. Se trata de la gran prueba de fuego que tiene el Gobierno el año que viene. Cumplir con las metas establecidas será fundamental para seguir accediendo al financiamiento local y sobre todo el internacional. Pero ya se han dado pasos concretos para lograrlo. Uno de ellos es la reducción de subsidios, lo que se refleja en aumento de tarifas para la zona metropolitana, y el otro es el cambio de cálculo de la fórmula de la movilidad, con lo cual los jubilados deberán hacer frente a un costo importante dentro del “paquete” de ajuste.

Sin un escenario de crisis internacional a la vista y con Brasil recuperándose luego de varios años de recesión o estancamiento, el panorama es más que razonable para dar cierta garantía respecto al crecimiento del año que viene. Luego estará en el propio Gobierno demostrar que los cambios que está poniendo en marcha son sustentables, tienen apoyo político y representan apenas el inicio de un camino para consolidar muchos años más de expansión por delante.