Bahía Blanca | Sabado, 20 de abril

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Pobreza: es el gasto público, estúpido

El kirchnerismo, como todo populismo, habló siempre en nombre de los pobres y, como todo populismo, terminó multiplicándolos a fuerza de insistir con políticas inflacionarias probadamente equivocadas a lo largo de la historia de la Argentina y el mundo.

Pero como el kirchnerismo era (y es), incluso en su faz populista, muy trucho, decidió que la mejor manera de terminar con la pobreza no tenía nada que ver con combatir la inflación que la provocaba, sino dejar de contar cuántos pobres había.

Fue una idea brillante. A nadie le gustan los gobiernos que crean pobres, pero si no se los contabiliza ¿quién se aviva? Tenemos menos pobres que Alemania y punto. Uno de los capítulos más sobresalientes del relato de la década ganada.

Lamentablemente para ellos, la mayoría no se lo tragó y, en diciembre, apenas diez meses atrás, llegó Cambiemos.

Dijo que efectivamente había pobres, que eran muchos, que la inflación era la culpable y que el objetivo consistía en ir hacia un estado de "pobreza cero".

Y, además, tras varios años de oscurantismo estadístico, los contó. Entonces se supo lo que ya se sabía. Que no son muchos sino muchísimos los pobres argentinos, 13 millones, un número económica, social y moralmente inaceptable, y que cada vez están más hundidos en la pobreza.

También se confirmó que las primeras medidas de Cambiemos -que no fueron populistas-, aceleraron la inflación y empujaron a varios más por debajo de la línea de la pobreza, que es la principal línea desde donde se debería explicar el fracaso o el éxito de cualquier política de gobierno (sin reducir la pobreza, cualquier otra cosa es puro verso).

Así llegamos hasta hoy, con un diagnóstico más preciso de una terrible enfermedad que nadie dudaba que padecíamos. La pregunta es si ahora estamos mejor. Hace un rato, alguien dijo algo que parece atinado hablando de pobreza: “Las mismas acciones producen idénticas consecuencias”.

Todos los gobiernos de los últimos 70 años arrasaron con las arcas públicas para hacer política, por falta de carácter o para llenarse los bolsillos. Esta es la verdadera fábrica de pobres. El gasto público desmedido. Si siguen las mismas acciones, se producirán las mismas consecuencias.