Bahía Blanca | Jueves, 23 de octubre

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Una fábrica que no volverá

"Oleaginosa Moreno cerró su planta de aceite en Bahía Blanca", tituló este diario su edición del 27 de enero de 2001, dando cuenta del inesperado cierre de una de las industrias locales más tradicionales de la ciudad, ubicada en pleno barrio San martín, calle Falcón 227. El cese de actividades dejaba en la calle a 50 personas, en un momento crítico de la economía nacional, donde los índices de desempleo alcanzaban valores altísimos. Precisamente las condiciones desfavorables del mercado y el hecho de ser una planta que no podía ampliar su estructura, fueron desencadenante de esa decisión empresarial.


 "Oleaginosa Moreno cerró su planta de aceite en Bahía Blanca", tituló este diario su edición del 27 de enero de 2001, dando cuenta del inesperado cierre de una de las industrias locales más tradicionales de la ciudad, ubicada en pleno barrio San martín, calle Falcón 227.


 El cese de actividades dejaba en la calle a 50 personas, en un momento crítico de la economía nacional, donde los índices de desempleo alcanzaban valores altísimos. Precisamente las condiciones desfavorables del mercado y el hecho de ser una planta que no podía ampliar su estructura, fueron desencadenante de esa decisión empresarial.


  Eran tan malos los tiempos laborales en la ciudad, que buena parte de los vecinos del barrio San Martín manifestaron su pesar por el cierre, a pesar de haber sostenido durante más de dos décadas duros enfrentamientos con los dueños del lugar y hasta con la comuna por el funcionamiento de las instalaciones.


 Unos años antes, 1997, la Oleaginosa Moreno, empresa fundada en 1906, había vendido el 51% de su paquete accionario a Glencore Grain, firma con casa matriz en Baar, Suiza, siendo entonces el principal productor de aceite y harina de girasol del mundo, con ventas anuales por mil millones de dólares.


 Por entonces eran repetidas las denuncias de los vecinos por ruidos, olores, voladura de cáscaras y otras molestias que causaba la industria, más allá de las continuas mejoras que la empresa incorporaba a fin de evitar esas consecuencias. También estaba "fresco" en la memoria de la gente el accidente ocurrido en noviembre de 1980, cuando "explotó" un tanque que contenía un millón de litros de aceite. Parte de la estructura metálica fue despedida en las viviendas aledañas mientras el viscoso líquido ganó las calles del barrio. Dos años después, 1982, la empresa fue absuelta de "culpa y cargo" por el incidente, al considerar la justicia que el mismo no era atribuible a un "comportamiento negligente y/o imprudente".


 El barrio estaba dividido en su postura. Mientras que la Sociedad de Fomento impulsaba la erradicación de la fábrica, otros vecinos elevaban un escrito a la municipalidad manifestando una idea contraria. "Somos conscientes de la importancia de esta industria y querer sacarla significa dejar sin trabajo a muchas familias", decían.


 Pero por otra parte, desde la municipalidad se dejaba en claro que la fábrica podría seguir funcionando siempre y cuando no realizara ampliaciones.


 En los '90 las diferencias con los vecinos recrudecieron, ya instalado en la sociedad un nuevo concepto del impacto ambiental y el notable crecimiento de viviendas en un área barrial que lejos estaba de poder absorber sin inconvenientes ese uso industrial.


 "La situación de los pobladores con las instalaciones fabriles se torna insostenible", manifestaron los vecinos en 1993.


 Finalmente, en enero de 2001, la empresa decidió el cierre de la fábrica, resignando el derecho adquirido de funcionar en ese sitio.


 "La habilitación es provincial, pero el Código de Planeamiento Urbano municipal (dictado en 1972) tiene mucho que ver con la localización. Si quisieran habilitar ahora una planta alternativa, no podrían", explicó entonces el Ing. Braulio Laurencena, funcionario municipal.

"Hoy ya no sería posible habilitarla"






 "Para esa zona primero tendría que pedirse la factibilidad, de acuerdo al impacto que podría tener la actividad, pero deberían empezar la tramitación de cero".


 De esta manera resumió Adriana Chanampa, directora de Saneamiento Ambiental del municipio, las dificultades que tendría la empresa si decidiera hoy reactivar la fábrica de aceite.


 "Desde Saneamiento tendríamos que identificar el grado de molestia que generaría en los vecinos, de acuerdo con la actividad, y dar luego participación a las comisiones asesoras para que determinen la factibilidad del emplazamiento", agregó.


 Por último expresó su impresión personal sobre el tema diciendo que "sería muy difícil" que pudiera radicarse allí. "Porque además existen zonas más aptas y la intención actual es que estos emprendimientos estén dentro de un ámbito apropiado para la industria".


 Respecto de la actividad actual del lugar, la funcionaria señaló que no existen inconvenientes y que las inspecciones periódicas que realizan son satisfactorias.

Visión de la empresa.




 Consultada la empresa propietaria, sus voceros informaron a este diario que no existe ninguna intención sobre el complejo fabril en cuestión, aunque desestimó la intención de ponerlo en marcha nuevamente.


 "Nos ocupamos nada más de vigilar el lugar y realizar las tareas de saneamiento necesarias, con un control de la municipalidad", señalaron.