Bahía Blanca | Jueves, 25 de abril

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El recuerdo viviente del gran Hotel de Madera

Monte Hermoso cumple hoy 25 años desde que fue declarado municipio urbano, pero su rica historia se inició casi a principios del siglo pasado, con un hito fundamental: la construcción del Hotel de Madera. La historia se remonta al año 1917, cuando el velero norteamericano Lucinda Soutton se dirigía, proveniente de Brasil, al puerto de Ingeniero White con un importante cargamento de madera. A la altura del faro Recalada, una sudestada puso en peligro la embarcación hasta el punto que su capitán decidió tirar todo el cargamento al agua. No fue suficiente y el barco terminó hundiéndose.


 Monte Hermoso cumple hoy 25 años desde que fue declarado municipio urbano, pero su rica historia se inició casi a principios del siglo pasado, con un hito fundamental: la construcción del Hotel de Madera.


 La historia se remonta al año 1917, cuando el velero norteamericano Lucinda Soutton se dirigía, proveniente de Brasil, al puerto de Ingeniero White con un importante cargamento de madera. A la altura del faro Recalada, una sudestada puso en peligro la embarcación hasta el punto que su capitán decidió tirar todo el cargamento al agua. No fue suficiente y el barco terminó hundiéndose.


 Tras un fallido intento de transportar por tierra el cargamento de madera, las tablas fueron adquiridas por el ingeniero Esteban Dufaur, con la intención de construir un hotel en el lugar. El proyecto estuvo a cargo del ingeniero Domingo Pronsato.


 El 26 de diciembre de 1917 se anunció la apertura del "Hotel Balneario Monte Hermoso, ubicado en la playa de faro Recalada".


 El establecimiento fue inaugurado el 20 de enero de 1918, frente a la playa "más amplia, hermosa y saludable del país". Los bahienses podían llegar al lugar en tres horas de viaje, mediante un servicio de automóviles que partía desde la plaza Rivadavia.


 María Teresa Campetella nació en 1932 y hoy es una de las pobladoras más antiguas del balneario, pero también quien quizá haya conocido al Hotel de Madera como nadie.


 Cuando sólo tenía dos años, su padre Luis alquiló el establecimiento y, con su familia, se mudó a esa enorme y pintoresca mole completamente construida de madera, con techo de chapas. Nunca más abandonaría Monte Hermoso.


 "Cuando llegamos al hotel, se hallaba absolutamente abandonado y lleno de arena, pero mi padre lo reparó con un gran esfuerzo y logró reflotarlo", cuenta.


 Los Campetella estuvieron a cargo del particular hospedaje por 14 años, hasta 1947.


 "En ese tiempo, tuvimos unos diez años de muy buen ritmo de trabajo. Las familias que venían a pasar sus vacaciones lo hacían todos los años, por lo que en enero y febrero el hotel se llenaba", recuerda.


 María Teresa evoca a la construcción y una frase brota de su boca casi como si no pudiera contenerla: "era preciosa".


 "El hotel era absolutamente de madera, con techos a varias aguas y bellísimas barandas de madera, hoy tan de moda. A la noche, como era casi la única construcción que había en Monte Hermoso, aparte de siete u ocho casitas, se destacaba en forma impresionante", dice.


 El hotel fue inaugurado con 40 habitaciones, pero cuando los Campetella se hicieron cargo de él tenía 60.


 "Recuerdo especialmente que tenía un comedor muy grande, un bar y una gran cocina. Había también una sala de máquinas, un salón de baile, un balcón y una torre. Otros lugares eran el comedor de niños, un sector de administración, dependencias, un garage y otras salas", señala María Teresa.


 La energía eléctrica era producida por un gran generador. Cuando fue inaugurado, el lugar también contaba con anexo de frigorífico, fábrica de gaseosas, una lechería modelo, cinematógrafo, billares y ruletas y una orquesta permanente compuesta por seis personas.


 María Teresa aclara que, comparado con un hospedaje moderno, el Hotel de Madera era un tanto simple y tenía varias falencias, como por ejemplo el hecho de estar construido sobre pilotes, lo que provocaba que, en días de sudestada, la humedad ingresara por el piso.


 "Sin embargo, a pesar de tener sus detalles, el lugar era cálido. Su prestigio, de cualquier modo, se debía a la atención gastronómica que tenía. Ese era el secreto", remarca.


 "En el comedor --que era precioso-- trabajaban cuatro mozos vestidos de impecable negro y un mâitre. En la cocina había tres cocineros, además de cuatro o cinco ayudantes. La atención era impecable y tenía mucha categoría, lo que alcanzaba para disimular que los pisos y las paredes eran de madera", agrega.


 Según recuerda, las familias que visitaban el hotel tenían no sólo un gran poder adquisitivo, sino apellidos reconocidos en todo el país.


 "Los turistas venían de Bahía Blanca, Pigüé, Mendoza, Buenos Aires y Coronel Pringles, entre otros lugares. A la hora de la cena se pasaban discos de música clásica, pero casi no había bailes, porque esa gente sólo venía a descansar", menciona.


 A principios de la década del '30, Monte Hermoso era el nombre de referencia de una zona de la costa atlántica donde se hallaba el faro Recalada, el Hotel de Madera y unas pocas construcciones más. Como es fácil de suponer, no existían servicios básicos, como tampoco salas médicas o negocios que vendieran mercadería de primera necesidad, como pan, carne o leche. Todo esto era traído, con enorme esfuerzo, desde Coronel Dorrego o Bahía Blanca, a través de caminos de tierra que más se asemejaban a simples huellas que a vías de comunicación.


 "Mi padre era una persona muy emprendedora, todo un pionero para la época --recuerda María Teresa--. El sacrificio que hacía para concretar todo lo que logró fue enorme".


 "No sé si yo hubiera sido capaz de hacer semejante sacrificio. Fue demasiado... Hoy el turismo viene, pero recuerdo a mi padre con la máquina de escribir y las guías telefónicas de distintos lugares del país, escribiendo cartas de invitación que luego mandaba a todo el mundo. Hacer clientes era su objetivo, y en eso ponía mucha garra y tesón", añade.


 "El único sueño que le quedó por cumplir a mi padre fue tener un hotel propio. Incluso llegó a pagar los planos a un arquitecto de Buenos Aires, traído por los Sansot, pero después no prosperó", completa.


 María Teresa sabe que la ciudad ha crecido mucho desde aquellas épocas, pero se muestra convencida de que, si todos hubieran trabajado como su padre, el presente sería mucho más auspicioso.


 "En realidad, la ciudad nunca tuvo un crecimiento sostenido. De hecho, Monte Hermoso despegó en los últimos diez años como no lo hizo en toda su historia. Podríamos haber comenzado antes...", concluye.

Una evocación de cada década

* Los años '30: "Había mucha soledad. Eramos muy pocos chicos, seis o siete, y pasamos una infancia bastante dura, en que la vida te cambiaba sólo durante el verano. En ese momento, todo era alegría, porque había cientos de turistas y 40 personas contratadas en el hotel. El invierno... era el acabóse. Los habitantes estables eran muy pocos; no creo que fueran más de 40 o 50. La mayoría se dedicaba a la pesca, y nosotros al hotel".

* Los años '40: "Los fines de semana ya venía más gente, y en el '46 o '47 arrancó el furor de la pesca de cazón, de cuyo hígado se extraía el aceite. Esto atrajo a mucha gente. También se instaló la escuela primaria. Hasta ese entonces, mi papá traía una maestra de apellido Reyes al hotel, quien nos daba clases a algunos chicos en el hotel para que a fin de año fuéramos a dar examen a Dorrego o Bahía Blanca".

* Los años '50: "Floreció la pesca. Mi papá comenzó con dos botes, que antes utilizaba para turistas, pero cuando vio que el negocio era muy bueno trajo lanchas desde Ingeniero White. Los pescadores venían de todos lados, y los botes salían del mar casi a punto de hundirse, repletos de pescado. En ese entonces, yo hacía el análisis de vitamina en los hígados de tiburón".

* Los años '60: "Fue la más triste porque fallecieron mis padres con nueve meses de diferencia, aunque cerca del año '68 comenzó la edificación de grandes edificios".

* Los años '70: "Se hicieron todos los grandes edificios que conocemos. Fue una verdadera explosión de casas, que duró hasta el '80".