Bahía Blanca | Sabado, 20 de abril

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Saturados de zoom

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   Con la pandemia quedó atrás el saludarse con un beso, el apretón de manos, compartir un mate y muchos se preguntan cómo entablar una relación cuando la persona no es del círculo íntimo pero hay deseos de intimar.

   Atrás quedaron las clases, reuniones de trabajo,  talleres, consultas médicas, presentaciones de programas de gobierno, pues hoy adquieren el formato virtual y la vida de muchos queda remitida a lo digital, pantalla y teclado pasan a ser elementos insustituibles.

   Tengo Zoom, estoy en Meet, lo vemos por Skype, nos encontramos en Jitsi o lo discutimos por Teams, se convirtieron en prácticas habituales y también en excusas.

   Mucho de lo mencionado llegó para quedarse, la pandemia nos tomó por asalto y con gran desconocimiento en el uso de estas herramientas, las consecuencias se empiezan a evidenciar.

   ¿Cuánto tiempo resistirá nuestro bienestar mental? ¿Esto es más agotador? 

   Estar gran parte del día, aunque sea en zapatillas, casi adherido a una silla, interactuando con una pantalla en la que dependiendo la cantidad de participantes parece un mosaico indescifrable de caras y nombres, empieza a resultar agobiante y ya se advierten las consecuencias.

   A nivel físico hay patologías en la vista, dolor de cabeza, problemas posturales y contracturas musculares entre otras, pues esto se agrega al sedentarismo y al encierro. 

   Ver todo el día la propia cara en una pantalla e interactuar desde esa modalidad no es sencillo, además de la estructura tecnológica acorde y de un entorno adecuado se requiere un conocimiento sobre el uso para evitar excesos.

   Se estima que sesenta minutos de exposición tradicional serían equiparables a veinte de zoom, me consta el dictado de clases sin conocimiento en el uso de tecnologías en las que los alumnos están hasta seis horas sin interrupción.

   Me quedé sin luz, se corta la conexión, no tengo datos, si bien puede ser real se convierten en las razones más escuchadas cuando la jornada es intolerable por la intensidad y la duración.

   Un estudio publicado por la Universidad de Stanford habla de “fatiga de Zoom”, desde la Psicología advertimos el estrés que genera trabajar y estudiar bajo este formato, pues como diría Kenneth Gergen, psicólogo social, todo progreso también trae un pregreso.

   Este y otros fenómenos ya están en estudio y resultados parciales reflejan que las mujeres padecen más consecuencias que los hombres al igual que las personas más tímidas. 

   Científicos dedicados a las relaciones humanas ya crearon una herramienta ZEF(sigla en inglés) que denominaron Escala de Agotamiento y Fatiga del Zoom para ver las consecuencias de este fenómeno.

   Una vez más quedan al desnudo las carencias y desventajas, situación que no favorece al bienestar, pues no contar con la estructura adecuada, no tener la formación o capacitación pertinentes, improvisar, meter a la fuerza viejas prácticas en nuevos formatos lejos de ser la solución empeoran la situación. Claro está que en medio de problemas más complejos esto por ahora resulta una nimiedad.