Bahía Blanca | Jueves, 18 de abril

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Andrea Ipucha, una médica bahiense en la región más castigada por el coronarivus en Italia

Trabaja en Turín, a menos de 200 kilómetros de Codogno, el pueblo donde se inició este drama en Europa y de Bérgamo, la ciudad desde donde camiones del ejército partieron repletos de ataúdes porque ya no hay más lugar en los cementerios.

17 de marzo pasado, un cumpleaños que jamás olvidará: solo con colegas en la clínica.

Adrián Luciani

aluciani@lanueva.com

 

   Con más de 10 mil muertos, Italia es hasta ahora el país que más lágrimas derramó por el coronavirus y las regiones de Lombardía y Piamonte constituyen el epicentro de un mal que durará bastante tiempo.

   “Estamos en pleno pico y creo que este máximo se va a dar hasta abril, pero después el problema no va a cambiar de un día para otro. En mi opinión se va a prolongar durante todo mayo y quizás llegue a junio”.

   Así describió la situación en Italia Andrea Ipucha, médica bahiense que hace más de 30 años trabaja en Turín, a menos de 200 kilómetros de Codogno, el pueblo donde se inició este drama en Europa y de Bérgamo, la ciudad desde donde camiones del ejército partieron repletos de ataúdes porque ya no hay más lugar en los cementerios.

   “Se hacían seis o siete funerales por día, ahora uno cada media hora. Aquí hay demasiado cansancio y estrés en los hospitales, mucha gente con intentos de suicidio pensando en los problemas económicos que vendrán, obviamente miedo, tristeza, y se multiplican los casos de ataques de pánico”.

   Pero no sólo el drama que vive Italia angustia a esta médica clínica nacida hace 54 años en el barrio de Villa Mitre, en Chiclana al 1.600. Su preocupación también está enfocada en la Argentina y en lo que pueda llegar a pasar aquí

   “Es importantísimo que la gente se quede en sus casas. No me voy a cansar de repetirlo. El país debe cerrar sus fronteras, incluso entre las provincias. La otra cosa que yo aconsejaría, y que nosotros no tenemos, es cantidad de hisopados. Hay que conseguir muchos reactivos para hacer controles y para estar seguros de que no hay positivos dando vuelta.

   “Esta –agregó--, es la única manera de parar la pandemia. Insisto, el ciudadano debe quedarse en su casa, el único contacto tiene que ser con la familia adentro de las cuatro paredes de la vivienda  y si hay alguien que está obligado a salir por trabajo, que sea esa la única persona que salga, que se encargue de las compras y de todo lo necesario.

   “En Argentina  se está trabajando muy bien, mis colegas están trabajando muy bien, espero solamente que tengan los recursos porque  Argentina tiene la suerte de contar con profesionales de vanguardia, de primer nivel  internacional. Lo que faltan son recursos económicos”.

   En tal sentido, dijo que sería importante que quienes puedan donen dinero para la compra de respiradores y otros insumos médicos. En tal sentido dijo que en Italia figuras como el diseñador de moda Giorgio Armani  (donó 1,25 millones de euros), efectuaron aportes muy importantes y su ejemplo es seguido por la sociedad.

   Incluso señaló que resulta vital que las empresas colaboren, sobre todo destinando sus equipos a la producción de elementos necesarios para combatir la pandemia.

   A su entender, y contrariamente a lo que muchos suponen, Italia no se ocupó tarde del problema. En ese sentido diferenció lo hecho frente a otros países vecinos como España y Francia.

   “China ahora no tiene casos nuevos sino los importados, pero eso porque se trata de un régimen no democrático y cuando se dijo que no se salía de las casas, una persona quiso escaparse y se le dictó la pena de muerte. En Italia eso no existe,  pero se tomaron varias medidas oportunamente”.

   Si bien admite que estas restricciones debieron haberse aplicado más rápido, dijo que, a diferencia de otros países, se actuó con mayor celeridad.

   “Italia, a diferencia del resto de Europa, tomó muchas medidas y esto se hizo muy público, por lo cual parece que es el país más afectado, pero esto no es así, fue el primero en empezar a darse cuenta porque tuvo la suerte o la desgracia del paciente 1 y tomó medidas mucho más rápidas que el resto de los  países.

   “Esto lo estamos viendo ahora, España y Francia no quisieron ver una realidad que la tenían adelante, y ahora están viviendo las consecuencias. En España la enfermedad avanzó mucho más rápido que en Italia y esto es realmente triste”.

   Sobre el impacto económico del coronavirus, dijo que el gobierno empezó a lanzar medidas de ayuda para que las empresas puedan afrontar la situación en mejores condiciones.

   “Hay fábricas que están en total paro, una fábrica que no ingresa dinero es una fábrica que no puede pagarle a su empleado, por eso se está tratando de cubrir el problema  la mejor manera. Hay mucha ayuda del gobierno para poder bajar el pánico.  Todo esto trae una consecuencia económica, social, psicológica y familiar, porque ahora toda la familia se encuentra en la casa así que se dan muchos divorcios y muchos intentos de suicidio”.

   Andrea vive con su hija Nicole (23 años) en la Primera Cintura de Torino y trabaja en el sistema de salud público como médico de cabecera. Posee más de 1.100 pacientes asignados en la ciudad de Settimo Torinese y ahora varios de ellos se encuentran internados.

   “Uno está con respirador y otros tres que están esperando los resultados. Cuando un paciente te dice que tiene miedo uno le responde que va a estar bien, que no lo tenga, pero sabés que lo que está pasando es muy difícil.

   “Lo más triste es que el paciente con coronavirus  está solo. Solo desde que sale de su casa, se queda solo en la ambulancia, en el hospital está sólo. Lo más triste de esta enfermedad, cuando sos sintomático y con problemas respiratorios, es que estas solo y te morís solo”.

   También se refirió a la pérdida de muchos colegas fallecidos y dijo que casi todas las personas tuvieron que lamentar la partida de alguna persona conocida.

   “A veces te creman solo, no tenés derecho siquiera a una misa porque están prohibidas. La soledad es la cosa que más acompaña esta desgracia”.

   --¿Cómo te imaginás el futuro?, se le preguntó.

   --“Ahora no es tiempo de pensar en el futuro, sino en el presente y en tomar las precauciones necesarias.  Seguramente esto va a generar un cambio económico muy grande, va a haber una gran carestía y vamos a  cambiar el orden de nuestras cosas importantes de la vida. Vamos a apreciar otras cosas que antes no le dábamos el valor que tienen”.

    “Tenemos que pensar que esto es una pandemia, la ultima paso en el año 1600;  tenemos que pensar que las pandemias son cosas que se han repetido en la historia, nos toca vivirla a nosotros ahora, no empecemos a hacer conjeturas políticas ni económicas, ni complotistas, pensemos que es un problema hoy, ahora y que hay que tratar de salir sanos y salvos”.

 

Los afectos que quedaron en el país y la ciudad

 

   Durante la charla con La Nueva –diálogo con debió interrumpir varias veces por la emoción--, también se hizo tiempo para recordar a sus afectos bahienses, empezando por su abuela Esther (Lale), sus padres Néstor Ipucha y Coqui Pérez y sus hermanos: Silvano Ipucha, Emiliano Ramoscelli (reside en Valencia) y Natalia Ramoscelli, esta ultima también médica y radicada en Puerto Madryn.

   Tampoco dejó pasar la oportunidad para traer a su memoria a los compañeros de la Escuela Primaria 16, del Ciclo Básico y del Normal, aunque se refirió especialmente a quienes hicieron con ella la carrera de Medicina en La Plata y que egresaron en 1990: Marcela Pacheco, Paola Di Dio y Fernando Olmedo.

   “La distancia no es una cuestión de kilómetros o centímetros, sino de afectos, de comunicación. Desde una familia que ahora se vuelve a encontrar porque tiene que estar encerrada, en el caso de la mía que no estamos encerrados en cuatro paredes, que estamos en distintos lugares, estamos más unidos que nunca pese a la distancia”.

   Pidió hacer una mención especial sobre la educación pública argentina que le permitió ser la persona que es.

   “Quiero agradecer a mi país porque le debo mi formación cultural, psicológica y afectiva. Siempre fui a escuelas públicas y sigo viviendo de lo que me dio. Vengo de una familia de clase media baja y tuve la posibilidad de poder estudiar y recibirme. Agradezco a mi familia obviamente, a los que están y los que ya no están, a mi abuela sobre todo. Pero a toda mi familia y mis amigos”.