Bahía Blanca | Sabado, 20 de septiembre

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Microplásticos en peces de nuestras costas: los datos que sorprendieron a las investigadoras

Desde el IADO y la UNS-Conicet se aportó para un trabajo integral basado en bagres blancos de Bahía San Blas y del estuario del río Negro. “La alta concentración en los lugares analizados es un llamado de alerta”, dijo la Dra. Melisa Fernández Severini.
 

Las investigadoras Maialen Ardusso (izq.), Melisa Fernández Severini y Natalia Buzzi. / Fotos: Emilia Maineri-La Nueva y Prensa Conicet

“Sabemos que los plásticos están en todos lados y el tema preocupa porque afecta los diferentes niveles del ecosistema, desde los organismos más pequeños, como el plancton, que es uno de los alimentos de estos peces, hasta nosotros mismos”.

Para la Dra. Melisa Fernández Severini, investigadora independiente del Conicet en el Instituto Argentino de Oceanografía (IADO – Conicet - UNS), hasta que no se reduzca la utilización de plásticos será difícil controlar este tipo de contaminación.

El contexto es un estudio de investigación sobre el consumo de microplásticos desarrollado junto a sus colegas del Conicet en Bahía Blanca, la Dra. Natalia S. Buzzi y la becaria Maialen G. Ardusso, así como con docentes de la Universidad Nacional de Río Negro (UNRN), como la Lic. Aimé Funes y la Dra. Andrea Tombari, más la colaboración de los doctores Fabio E. Malanca y Guido N. Rimondino, de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC).

Puntualmente, se trabajó respecto de una especie vulnerable, de importancia ecológica y pesquera como el bagre blanco (Genidens barbus), en sitios costeros de Bahía San Blas, en el distrito de Patagones, y en el estuario del río negro.

La investigación aporta datos —de línea de base— sobre la presencia, abundancia, tipos y posibles fuentes de microplásticos en esta especie, mostrando que el 93 % de los individuos analizados contenían MPs en sus estómagos (con predominio de fibras).

Bagre blanco (Genidens barbus), objeto de análisis de estudio.

“El trabajo lo realizamos en colaboración con investigadoras de la Universidad Nacional de Río Negro, quienes nos contactaron para hacer el estudio porque había fuertes sospechas de que, efectivamente, podríamos llegar a encontrar información sobre microplásticos en esta especie”, dijo Fernández Severini, en diálogo con La Nueva.

—¿De qué manera se avanzó?

—Nos enviaron las muestras y realizamos una caracterización. Primero separamos los plásticos que encontramos y los analizamos. Y luego los mandamos a procesar a la Universidad de Córdoba para saber de qué tipo eran. Básicamente, lo que encontramos fue que casi el 100 % de lo analizado presentaba microplásticos, a un promedio de entre 19 y 20 partículas por pez.

“Trabajamos con alrededor de 50 especies en dos zonas puntuales: en el estuario de río Negro y en Bahía San Blas. Suponíamos que podría llegar a haber una diferencia entre ambos sitios. Uno tendería a pensar que, quizás, en el estuario podría haber más cantidad de microplásticos, pero no fue así.

Otra característica de microplásticos encontrados en el estómago de bagres.

“Por ejemplo, en Bahía San Blas el origen podía estar relacionado con el uso recreativo de la zona, como las líneas de pesca, mientras que en el estuario podía ser a partir de descargas relacionadas con la gente que habita allí, como efluentes domésticos sin un tratamiento adecuado. La verdad es que nos sorprendimos, porque en los dos casos hallamos una alta concentración”.

—¿Cuáles eran las expectativas que tenían y cómo se relacionan con los resultados finales?

—Por el tipo de vida que tienen estos organismos, que habitan en el fondo y cerca del sedimento, suponíamos que podría haber una gran cantidad de plásticos. Ese fue uno de los disparadores del trabajo, más allá de que se trata de una especie vulnerable de la que no se sabía mucho respecto de este tema.

—¿La elección de la especie obedece a una razón en particular?

—No, en realidad se hizo el muestreo en esa zona porque las investigadoras de Río Negro ya venían trabajando en cuanto a población y demás. Es una especie que parte de su ciclo está en agua dulce y luego en agua salada, que es el lugar de reproducción a la que nosotros nos abocamos.

—¿Encontraron otras caracterizaciones más allá de los microplásticos?

—En realidad, al microplástico debemos dividirlo en distintas categorías. Pueden ser líneas de pesca, lo que se llaman fibras, films o espumas, ya que siempre la base polimérica es el plástico. En líneas generales, son partículas de polímeros sintéticos menores a 5 milímetros.

Algunos de los microplásticos hallados.

—¿Cómo llegan al mar?

—A partir de cursos de agua dulce, de ríos y de arroyos. También, al ser tan livianos pueden ser transportados fácilmente por el aire y por el viento. Y de descargas, por decirlo de algún modo, de efluentes sin el tratamiento indicado. Aunque uno estima que existe un proceso de prefiltración para que las aguas residuales no lleguen al mar, lo cierto es que muchas veces eso no ocurre.

—¿Qué daño les provocan los microplásticos a los peces?

—Hay estudios que han encontrado varios efectos negativos, como obstrucción en el tracto gastrointestinal, desgarros o lesiones en los tejidos si se encuentran en los músculos, disminución en el crecimiento o en la reproducción, alteraciones en el metabolismo y genéticas, atrofias en los músculos, así como alteraciones a nivel celular con una respuesta en el sistema inmunológico, muerte celular y edemas.

—¿Y respecto de los seres humanos?

—Si bien no es una especie muy consumida en general, sí lo es por pescadores locales y gente de la zona. Y puede haber justamente un traspaso desde los peces hacia los humanos.

Dra. Melisa Fernández Severini, investigadora independiente del Conicet en el Instituto Argentino de Oceanografía (IADO – Conicet - UNS).

“En el caso puntual de los bagres todavía no hay nada al respecto, pero con otras especies se ha apreciado que existe y están, por ejemplo, en el músculo, que es lo que consumimos, y que pueden llegar a nuestro organismo. En otros trabajos se ha visto que hubo ingreso en el torrente sanguíneo, en el cerebro y en otros órganos”.

—Si nos comparamos con el resto del mundo, ¿en qué nivel se encuentra este estudio en cuanto al volumen de plásticos?

—En líneas generales los valores son bastante similares a trabajos que se han hecho en el hemisferio norte, por ejemplo. Pero también es cierto que cuando se compara con otras zonas son menores y es bastante variable, ya que depende mucho de la especie con la que se compare. De esta no se sabe mucho y por eso la comparación es más difícil.

—¿De qué manera se debería encarar esta problemática?

—Lo ideal sería que se deje de consumir plástico. Nosotros, desde nuestro lugar, tenemos que tratar de reducir al mínimo su uso y buscar, mientras tanto, desde la parte científica, otras tecnologías para reemplazarlo. Es la única solución, buscar algo más amigable con el ambiente para que se reduzca la contaminación. Nuestro aporte científico es continuar con este tipo de trabajos para crear conciencia y avanzar para precisar cuáles son los efectos que pueden producir en el humano y en otros organismos”.

Bebidas, alimentos, ropa y demás

Las partículas transparentes encontradas en los estómagos de los bagres más comunes fueron las transparentes, en un 39 %, seguidas del amarillo (13 %), el negro (12 %) y el azul (12 %).

La caracterización química reveló los siguientes productos:

—Celulosa (proveniente de papel y cartón).

—Tereftalato de polietileno (conocido como PET, de envases de bebidas y alimentos, ropa y productos industriales).

—Polipropileno (PP, usado en envases y elementos médicos).

—Algodón-poliamida (conocido como nylon).

—Poliacrílico (material plástico).

—Resina alquídica (usada para pinturas).

—Posibles aguas residuales urbanas.

De qué se trata

De acuerdo con el IADO – Conicet – UNS, las claves de los resultados obtenidos por investigadores bahienses, rionegrinos y cordobeses se resalta en los siguientes ítems:

—Vacío de información: en la Argentina y en gran parte de Sudamérica existen muy pocos estudios sobre la ingestión de microplásticos por peces silvestres. Este trabajo ocupa un vacío clave en estuarios patagónicos.

—Relevancia ecológica: G. barbus es una especie bentófaga que interactúa estrechamente con sedimentos, principales reservorios de plásticos, lo que lo convierte en un excelente bioindicador de contaminación.

—Implicancias pesqueras y de salud: al ser un recurso consumido por comunidades locales y parte de la pesca artesanal y recreativa, la ingestión de microplásticos por esta especie puede tener consecuencias en la calidad de los recursos pesqueros y, potencialmente, en la salud humana.

La investigación aporta datos sobre la presencia, abundancia, tipos y posibles fuentes de microplásticos, mostrando que el 93 % de los individuos analizados contenían MPs en sus estómagos.

—Políticas de conservación: el hallazgo de altos niveles de contaminación en un pez vulnerable subraya la urgencia de mejorar la gestión de residuos, fortalecer plantas de tratamiento de efluentes y diseñar estrategias de monitoreo y conservación de especies estuarinas.

También se concluyó que el trabajo no sólo aporta evidencia científica novedosa a nivel regional y global, sino que constituye un punto de partida indispensable para el desarrollo de políticas ambientales, de manejo pesquero y de concientización pública frente al problema de contaminación por plásticos en los ecosistemas acuáticos de la Argentina.