Diario de viaje, día 14: una valija que no cierra, la incómoda pregunta y la vuelta a casa
Sensaciones, experiencias, comentarios y mucho más de lo que implica cubrir los Juegos Panamericanos Junior en Paraguay.
Periodista. En La Nueva desde 2013. Especializado en el movimiento olímpico. Asistió a los Juegos Olímpicos de Río 2016, a los Juegos Olímpicos de la Juventud Buenos Aires 2018, a los Juegos Suramericanos de la Juventud Rosario 2022, a los Juegos Suramericanos Asunción 2022, a los Juegos Panamericanos Santiago 2023 y a los Juegos Olímpicos París 2024, entre otros eventos internacionales.
Algunos toman el momento de hacer las valijas como el punto final. Esa lucha por que todo cierre y no olvidarse nada se mezcla con sensaciones encontradas, las de querer que la actividad siga unos días más y, paralelamente, el saber que dos semanas intensas son suficientes como para volver a casa en paz.
Entonces, ese largo camino al aeropuerto me dio tiempo para recordar todo lo que pensaba antes de venir a Asunción por segunda vez, antes por los Juegos Suramericanos, en 2022, y ahora por los Panamericanos Junior.
Con la amabilidad de su gente, Paraguay salva mucho del enredo que día a día soporta como comunidad en medio de una mixtura insuperable entre lo atractivo y lo peligroso.
Me decía un colega peruano: "En una calle pensás que no vas a salir vivo y en la cuadra siguiente, te sientes el ladrón", y calificó a Asunción de bipolar por los contrastes que ofrece.
Así, entonces, podés ver buses arcaicos que parecen que se van a desarmar en cada esquina, cruzándose con los más modernos vehículos eléctricos. O podés observar una mansión con extenso parque, pegado a una casita deshabitada, donde reinan las raíces, los escombros y la basura.
Y así como el tránsito es su principal adversario, teniendo en cuenta su ambición por seguir acogiendo eventos deportivos semejantes, también posee un predio que es la envidia de muchos.
El Comité Olímpico Paraguayo comprende el ideal de parque deportivo, con una variedad de instalaciones que entusiasman a propios y extraños. Para quienes lo visitan y para quienes trabajamos con los partidos, las carreras y los combates, uno detrás del otro, no hay nada igual.
Allí mismo se hizo la Ceremonia de Clausura, que dio por finalizados los Panamericanos Junior y a la vez, ilusionó a cada uno de los paraguayos con el inicio de la cuenta regresiva hacia una nueva localía.
Por suerte, tras cambiar las cosas de valija tres o cuatro veces, todas lograron cerrar bien.
Eso me permitió regresar sin apuro de la Ceremonia, cenar y partir al Silvio Pettirossi. En la ventanilla de al lado, un alto exdeportista argentino le preguntó al empleado de Aerolíneas si tenía libre un lugar sobre la salida de emergencia. "Por mi altura...", le suplicó. En estos días publicaré un valioso testimonio al respecto.
Una voluntaria me indicó el camino hacia la zona de preembarque; su calidez y su sonrisa, pese al entendible agotamiento, no hicieron más que resumir la hospitalidad guaraní. Compartí vuelo también con gente de Chile, Uruguay, Ecuador, Honduras, El Salvador, Canadá, Perú y el Comité Olímpico Argentino.
Hasta que en el free shop se acercó sigilosamente un hombre de lentes negros y traje oscuro. Era la 1:50. Y no digo que me asusté, pero cuando lo vi venir especulé con algún inconveniente.
"Disculpe, ¿le gustaría cambiar un pin de Antigua y Barbuda?", recitó.
Así inicié el primero de mis dos tramos de vuelta.
Nos vemos en Rosario.