Siniestros viales: ¿cuáles son las causas del incremento en Bahía Blanca?
El primer semestre dejó el 16,9 % más de incidentes respecto del mismo período de 2024. “Si bien el alcohol aún tiene gran incidencia, es evidente que se ha sumado un mayor consumo de otras sustancias”, dijo Carina Orange, de Estrellas Amarillas en Bahía Blanca.
Periodista. Círculo de Periodistas Deportivos de Bahía Blanca. Fue redactor de la revista Encestando (1985-2000). Desde 1987 trabaja en el diario La Nueva Provincia (hoy La Nueva.). Pasó por las secciones Deportes, La Región y La Ciudad, donde se desempeña actualmente. Está especializado en periodismo agropecuario desde 2001. Miembro de la Asociación Bonaerense de Periodistas Agropecuarios. Responsable de las páginas webs de la Asociación de Ganaderos (AGA) y de Abopa.
“La verdad es que ya no sé qué pensar. En mi opinión, hay exceso de alcohol y de otras sustancias. Veo eso porque trabajo de seguridad en horarios nocturnos; nadie me lo cuenta. A pesar de los controles que realiza el personal municipal, que son muchos, todos los días y a cualquier hora, anda mucha gente irresponsable al volante e, incluso, hasta sin documentación”.
Carina Orange, integrante de la agrupación Estrellas Amarillas de Bahía Blanca, intentó explicar qué sucede con el incremento de los incidentes viales en la ciudad que, en el primer semestre del corriente año, registró un incremento del 16,9 % respecto del mismo período de 2024 (1.161 versus 993).
“Desde la entidad participamos de los controles de alcoholemia que diagrama el departamento de tránsito y ahí también vemos que la gente está muy alterada e insulta por cualquier cosa; incluso, a nosotros cuando vamos a pintar una estrella en algún lugar”, añadió.
“Lo cierto es que los casos de víctimas fatales se suman. En el mes de enero (de 2025) se llegó a 9 personas en el momento del siniestro, ya que en algunos casos se incrementa con fallecimientos días más tarde en el hospital”, sostuvo.
Orange indicó, asimismo, que se registran cada vez más hechos de conductores con motos, especialmente en horarios pico, como los relacionados con los ingresos y egresos de alumnos de las escuelas (en el segmento horario de las 13 a las 17).
“Hay un número importante de gente que trabaja haciendo delivery que, a veces, en el apuro por llegar cuanto antes no mide las consecuencias y es ahí cuando se producen los incidentes”, manifestó Orange, en diálogo con La Nueva.
—¿Qué tipo de actividades están realizando desde Estrellas Amarillas?
—A principios de año tuvimos muy poca acción por lo que pasó con la inundación y ahora retomamos con la participación en los operativos de tránsito. Nos piden que los acompañemos en los controles de alcoholemia y en la verificación de documentos. Por otro lado seguimos dando charlas en las escuelas con los chicos de la Agencia Vial de Bahía Blanca. El tema de pintadas de más estrellas amarillas estuvo suspendido por lo sucedido el 7 de marzo, pero seguimos trabajando en silencio.
—La ausencia de obra de pública afecta a los accesos a la ciudad y a las rutas. ¿Cuál es la visión desde Estrellas Amarillas?
—Nos preocupa. Tenemos muchos pedidos de reparaciones en rutas cercanas, como la provincial 51; la ruta 3 vieja; la (RN) 35 y la nacional 22, particularmente cerca de Médanos.
“Lo cierto es que las rutas siempre estuvieron mal. Ahora, con lo que está pasando y sin querer meterme en cuestiones políticas, creo que se van a incrementar más los siniestros por la falta de mantenimiento. Va a ser terrible y se sumarán víctimas fatales. Es una pena y una tristeza decir esto”.
—¿Sobre qué aspectos se puede trabajar para una mayor toma de conciencia respecto del tránsito?
—Debemos seguir trabajando en conjunto con la prevención; es decir, hacer entender a la gente que debe ser más conciente a la hora de conducir. Y sí entiendo que la persona que protagoniza un siniestro evitable tendría que ir presa, especialmente si hablamos de una acción con riesgo de muerte.
—Tras la ley nacional de alcohol cero al volante quedó pendiente el debate de mayores sanciones desde el punto de vista penal. ¿Crees que serviría una medida en ese sentido?
—Sí, entiendo que sí. Por lo menos hay que intentarlo. El tema es que ya no es solamente el consumo del alcohol, tal como decíamos, sino el exceso de sustancias no permitidas.
“Las personas que salen alcoholizadas o drogadas saben que lo hacen con un arma; porque el vehículo es un arma”, dijo Orange.
—¿Cómo es la realidad del sistema judicial respecto de los siniestros?
—Las leyes no están previstas para las personas que cometen estos incidentes. Está comprobado que la mayoría de los siniestros viales con fallecidos tiene relación con el alcohol o las drogas y, aún así, no existen sentencias fuertes para estas personas. Les sacan el carnet, pero no van presos, como debería suceder. La única diferencia es cuando el caso se hace mediático. Como si fuera un tema de farándula; ahí es cuando le ponen un poco de presión, porque si no es como que uno no es nadie.
“Perder un hijo es estar muerto en vida”
Carina Orange se integró a Estrellas Amarillas hace 15 años, casi en el mismo instante en que se creó en nuestra ciudad la filial de la fundación cordobesa.
“Me incorporé cuando falleció mi hija Aldana en 2009. Estaba en un momento de depresión, tristeza, angustia y no sabía qué hacer para calmar el dolor. Un día fui a pedir una estrella para mi hija y me sentí muy contenida por la gente que estaba; y me quedé. Desde entonces decidí convertir mi dolor en prevención para otros, porque no quiero que les pase lo mismo. Perder un hijo es estar muerto en vida; literalmente. Y la mayoría de quienes estamos en el grupo perdimos hijos en siniestros viales”, relató.
“¿Si quiero contar qué pasó con mi hija? Sí, no tengo problemas, aunque me cuesta y a veces me quiebro”, dijo.
“Mi familia, mi marido y dos de mis hijos, se fueron de vacaciones a Buenos Aires. Esa vez yo no podía ir. La idea era que cuando volvieran viajaríamos todos a Cataratas del Iguazú. Regresando de Capital Federal, en la rotonda de Frapal, sobre la ruta 51, se reventó una cubierta como consecuencia del estado de un sector que, aún hoy, sigue roto. El auto se desvió a la banquina contraria, cruzó de carril y empezó a dar vueltas. Mi nena justo se había sacado el cinturón de seguridad para tomar un DVD portátil y ver una película junto a su hermano. En ese momento, la desgracia hizo que el auto la sacara por la ventanilla”, relató.
“Aldana no murió en el momento, sino llegando a Coronel Pringles. Tenía 9 años; hoy tendría 25. Mi hijo, gracias a Dios, sólo tuvo un golpe en la cadera y mi esposo, que manejaba, quedó inconsciente pero con la cabeza abierta. Cuando llegué a Saldungaray, adonde habían llevado a mi hijo y a mi sobrino, no sabía lo que había pasado, ya que sólo vi el auto volcado. Después me trasladaron a Pringles y allí, una mujer policía muy gentil, de nombre María, me acompañó al hospital. Entré y vi muchos médicos alrededor de mi marido, que estaba lleno de sangre; me dijeron: ‘La nena falleció; la nena se fue’. No podía entender. Tuve una crisis de nervios y llanto”, añadió.
“Y voy a contar algo que nunca conté, que me marcó y que sólo lo sabe mi familia. Cuando me llevaron a la morgue a ver el cuerpo de Aldana, un señor, con guantes manchados de sangre, me extendió la mano y me dijo: ‘Yo ya terminé, pero si querés pasar, pasá’. Estaba con mi esposo y una enfermera y en mi estado no iba a soportar nada; me descompensé. Volví más tarde y ese hombre ya no estaba. Concluí que para él era sólo un cuerpo, pero para mí era mi hija. Aún hoy siento dolor por esa situación; me lastimó mucho. Después de eso dejé de ir a los velatorios. No pude más”, aseguró.
El incidente se produjo el 23 de febrero de 2009 en el kilómetro 667 con un Ford Focus que manejaba Sergio Alberto Gazzo y donde viajaban, además de Aldana Gabriela, su hermano Leandro Damián (entonces con 13 años) y un sobrino, Sergio Alberto García (entonces de 22), quienes sufrieron lesiones menores.
“Siempre acompaño a las mamás en el pedido de justicia y en hacer ver que las leyes, para nosotros, no están como corresponde. Las personas que salen alcoholizadas o drogadas saben que lo hacen con un arma, porque el vehículo es un arma, pero no hay penas severas. Por eso la gente tiene que tomar conciencia o esto se va a descontrolar cada vez más”, aseveró Orange.
“Las rutas nos unen y nos comunican”
Sergio Ruppel, presidente de la Fundación Profesional para el Transporte (FPT), alertó sobre el deterioro de la red vial nacional y su impacto directo en la seguridad y en la economía del país, habida cuenta de lo que denominan “una verdadera emergencia nacional”.
“Las rutas nos unen y nos comunican. Estas dos palabras sintetizan una problemática que va mucho más allá del asfalto: está en juego la cohesión del país y la seguridad de millones de personas”, expresó Ruppel (en elindependiente.com.ar).
Según datos de la Federación Argentina de Entidades Empresarias del Autotransporte de Cargas (FADEEAC), de los 40.000 kilómetros de rutas nacionales ya se han relevado 20.000 y, de ese total, el 50 % se encuentra en estado de intransitabilidad.
“Esto no sólo afecta al transporte de carga, sino a cualquier ciudadano que circula por ellas”, señaló.
Ruppel también hizo referencia al alto costo humano de esta crisis: en el año 2024, más de 5.000 personas murieron en accidentes de tránsito.
“Cuando hablamos de seguridad vial, estamos hablando de muertes. Es fundamental poner el tema en el debate público”, dijo Ruppel.
Asimismo, criticó la reciente decisión del Gobierno de disolver la Dirección Nacional de Vialidad, señalando que esta medida pone sobre la mesa una discusión más profunda: qué modelo de país se quiere construir. “El sistema actual fracasó. Necesitamos saber quién será el responsable estatal de proyectar y mantener una infraestructura pensada para el desarrollo económico del país”, afirmó.
En este sentido, recordó que el 95 % de la carga en la Argentina se transporta por vía terrestre, lo que hace imprescindible contar con rutas en buen estado. “Hay caminos que ya no se usan porque es mejor circular por fuera del asfalto que sobre los pozos”, ejemplificó.
Finalmente, advirtió que los costos del deterioro vial no sólo recaen en los transportistas o conductores, sino en el Estado, que debe afrontar las consecuencias en términos de accidentes, atención hospitalaria y daños materiales.
“Ya no se hace ni el mantenimiento mínimo de las rutas. La situación es crítica y exige respuestas urgentes”, concluyó Ruppel.
Por su parte, desde la Asociación Luchemos por la Vida se indicó que la Argentina posee uno de los índices más altos de mortalidad producida por siniestros de tránsito.
Así entonces, actualmente mueren, por lo menos, 16 personas por día (más 5.900 fallecimientos por año) y hay más de 120.000 heridos anuales de distinto grado, lo cual es otra de las tragedias silenciosas que padece nuestra sociedad. Finalmente, aparecen las cuantiosas pérdidas materiales.
La cifra de nuestro país, consideró la institución, es significativamente elevada si se la compara con los índices de otros países en relación a su población y número de automóviles circulantes. Así entonces, para 2024 la Argentina posee 126 muertes por cada millón de habitantes y 425 fallecimientos por cada millón de vehículos.
En el extremo de mayor seguridad (con informes del mismo año) se encuentran los países nórdicos, entre ellos Suecia con 17 muertes por cada millón de habitantes y 32 víctimas fatales por cada millón de vehículos, seguido por Noruega, con 20 y 20, respectivamente.
En los casos de los países vecinos, Chile aparece con 72 muertes por cada millón de habitantes y 220 víctimas fatales por cada millón de vehículos y Brasil con 180 y 309.
En la otra punta de la estadística, El Salvador posee 216 muertes por cada millón de habitantes y 695 fallecimientos por cada millón de vehículos y Paraguay, con 211 y 457 (2023).