Bahía Blanca | Jueves, 31 de julio

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Terremoto y tsunami en el Pacífico: videos e información clave sobre un fenómeno que tiene al mundo en vilo

Un potente terremoto en Rusia provocó una derivación del fenómeno que, según se espera, impactará incluso en las costas americanas.

Los primeros efectos fueron en Rusia.

El potente terremoto que se ha producido frente a las costas de la península rusa de Kamchatka desató una alerta de tsunami en gran parte del Océano Pacífico.

Las autoridades de Rusia, Japón, Estados Unidos, Colombia, México, Ecuador, Perú y Chile emitieron órdenes de evacuación para las zonas donde se preveía que impactaran las olas.

Las olas reportadas en lugares como Hawai y California (EE.UU.) no han sido particularmente grandes y algunos países ya han levantado la alerta o la han reducido a advertencia

Pero la alerta temprana es fundamental para evitar la pérdida de vidas humanas. Desde el devastador terremoto y tsunami del Océano Índico de 2004, en el que murieron casi 250.000 personas en 17 países, se han desarrollado sistemas internacionales de alerta temprana, que han contribuido a mitigar los estragos de estos fenómenos naturales.

Gracias a estos sistemas, dotados de boyas marinas con sensores y de una infraestructura para alertar a los países afectados, se puede pronosticar en qué costas impactarán las olas y orientar, de esta forma, las medidas de evacuación necesarias.

Pero el avance de un tsunami y los efectos sobre la costa dependen, en gran medida, de la profundidad del fondo marino y de la topografía de la costa, por lo que no siempre es fácil predecir qué altura tendrá la ola al llegar a tierra.

El término "tsunami" proviene de la palabra japonesa que significa "ola de bahía", por los devastadores efectos que suele tener en las zonas costeras de baja altura.

Los tsunamis son olas inmensas que se forman al producirse un repentino desplazamiento del mar o el océano. El origen de este desplazamiento de agua es, habitualmente, un terremoto en el fondo marino o cerca de este.

Pero no es el único motivo. Un deslizamiento de tierra, una erupción volcánica, ciertos tipos de condiciones atmosféricas o, incluso, el impacto de un meteorito, también pueden generar tsunamis.

Estas fuerzas crean olas que se propagan en todas las direcciones desde su origen. Las olas de tsunami son muy largas, pudiendo llegar a los cientos o miles de kilómetros, cruzando a veces cuencas oceánicas enteras.

A diferencia de las olas que se forman por el viento, que se producen solo en la superficie del mar, los tsunamis desplazan toda la columna de agua, desde la superficie hasta el fondo marino, por lo que tienen una gran fuerza.

Por lo habitual, los tsunamis solo son peligrosos cuando se acercan a la costa. Esos 30 centímetros de altura casi imperceptibles en alta mar se pueden convertir en olas de hasta 30 metros que arrasan imparables con todo lo que se encuentran a su paso, igual que una crecida rápida o una marea que sube velozmente.

A medida que las olas del tsunami alcanzan aguas poco profundas, su velocidad se ralentiza al entrar en contacto con el fondo, descendiendo hasta los 30-50 km/h. La longitud de onda también se reduce, compactando las olas y haciendo que crezcan en altura.

Esto se produce porque el agua que se mueve más rápido cerca de la superficie se acumula, creando una pared de agua.

Tal y como explica la Universidad de Hawai en Manoa, aunque la longitud de onda disminuye, sigue teniendo un período largo, por lo que puede tardar mucho tiempo en alcanzar su altura máxima.

La primera ola de tsunami puede estar precedida por una depresión, que se parece a una marea que retrocede muy rápidamente, pero que luego avanza hacia la costa con fuerza. Por lo general, hay entre seis y ocho olas en un conjunto de olas de tsunami. La primera puede no ser la más grande. El tiempo entre las crestas sucesivas de las olas puede variar entre 5 y 90 minutos, según la universidad estadounidense.

Un tsunami grande puede inundar zonas costeras bajas en más de un kilómetro y medio tierra adentro. Por lo general, las zonas que están en peligro cuando se produce un tsunami lejos de la costa son aquellas que se encuentran por debajo de los 15 metros sobre la altura del mar y a menos de un kilómetro de distancia del mar.

Para los tsunamis con un origen cercano, todos los lugares costeros por debajo de los 30 metros sobre el nivel del mar pueden estar en peligro.

Al igual que ocurre con los terremotos que generan la mayoría de los tsunamis, los científicos no pueden predecir cuándo o dónde ocurrirá el siguiente tsunami.

Sin embargo, la experiencia con estos fenómenos en el pasado proporciona a los expertos una información valiosa que les permite saber qué terremotos pueden generar tsunamis e informar, de esta manera, a la población para que se ponga a salvo.

El tiempo que se tarda en detectar un tsunami depende de la distancia que haya desde el origen del mismo y el sistema de detección más cercano, ya sea un sistema DART o una estación costera que mide el nivel del agua.

Esto puede fluctuar entre los cinco minutos y las dos horas. Dependiendo de la profundidad del fondo marino y de la topografía de la costa, las olas pueden sufrir una refracción considerable, un proceso que puede concentrar su energía en zonas concretas de la costa y, por lo tanto, aumentar aún más su altura, según el Centro Internacional de Información de Tsunamis (ITIC, por sus siglas en inglés) de la Unesco.

Si las olas del tsunami llegan con la marea alta, o si hay olas de tormenta simultáneas en la zona, los efectos serán acumulativos y la inundación y la destrucción serán aún mayores, explica ITIC.