Bahía Blanca | Domingo, 20 de julio

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¿De qué manera se puede hacer una Bahía Blanca más biodiversa?

“Hay maneras concretas para que nuestra ciudad se convierta en un lugar más saludable, más resiliente y más habitable”, dijo Soledad Vázquez, doctorada en Ciencias Biológicas por la Universidad Nacional del Sur.

Se asegura que la vegetación urbana mejora la calidad del aire, regula la temperatura y retiene el agua de lluvia, contribuyendo a prevenir inundaciones. / Fotos: Emmanuel Briane-La Nueva.

Una ciudad más biodiversa es una ciudad mejor.

Para la Dra. Soledad Vázquez, proteger la biodiversidad en Bahía Blanca no es una tarea lejana ni una causa reservada a especialistas.

“Cada árbol, cada insecto y cada ave que habita entre edificios y cemento forma parte de un entramado que sostiene la vida urbana; incluso, si no siempre lo vemos”, añadió.

“La biodiversidad no sólo purifica el aire, retiene agua y fortalece la salud, sino que también embellece lo cotidiano. La naturaleza no está lejos: respira en nuestras plazas, en nuestros parques, brota en los baldíos y canta en las primeras horas del día”, sostuvo.

La pregunta concreta es: ¿se puede?

“Construir una ciudad más viva es posible si cambiamos la mirada, si valoramos lo que tenemos y si entendemos que, al cuidar la biodiversidad, también nos cuidamos entre nosotros”, señaló.

“Es hora de mirar de nuevo a nuestro alrededor y reconocer que, en cada rincón verde, late una naturaleza que resiste, nos sostiene y espera ser protegida”, indicó Vázquez, en diálogo con La Nueva.

También dijo que conservar la biodiversidad urbana no depende sólo de grandes decisiones institucionales, sino que implica acciones concretas, tanto individuales como colectivas.

Dra. Soledad Vázquez, licenciada en Ciencias Biológicas por la UNS e investigadora del Conicet.

“Desde el ámbito público, hay que planificar con criterios ecológicos; crear y mantener áreas verdes y restaurar ambientes degradados son medidas fundamentales para hacer de Bahía Blanca una ciudad más viva y saludable”, argumentó.

“Al mismo tiempo, resulta clave proteger y mejorar la calidad de los espacios verdes existentes; por ejemplo, incorporando especies nativas que atraigan fauna local y asegurando un mantenimiento adecuado”, sostuvo.

Aludió, asimismo, a la importancia de conectar estas áreas naturales mediante corredores verdes, como veredas arboladas, bulevares o ciclovías con vegetación, que faciliten el desplazamiento de las especies y sostengan sus funciones ecológicas.

“Integrar criterios de biodiversidad en la planificación urbana es otro paso esencial: desde el diseño de plazas, parques y avenidas hasta el fomento de jardines nativos, techos verdes o huertas en patios y balcones”, aseguró Vázquez.

“A esto se suma la necesidad de reducir el uso de plaguicidas, controlar especies invasoras y preservar la calidad del suelo y del agua. Pero más allá de lo institucional, también hay un rol clave para quienes habitamos la ciudad: todos podemos contribuir desde nuestro lugar”, insistió.

“Plantar un árbol nativo, dejar un rincón sin cemento en la vereda, participar en proyectos educativos o comunitarios, observar y respetar la naturaleza que nos rodea. Son pequeños gestos que, al multiplicarse, transforman. Juntos se puede construir una ciudadanía más comprometida con su ambiente, porque proteger la biodiversidad urbana no es sólo una responsabilidad ambiental: es una inversión colectiva en salud, resiliencia y bienestar para las generaciones presentes y futuras”, indicó la especialista.

“Desde el diseño de plazas, parques y avenidas, la planificación es un paso esencial hacia la biodiversidad”, dijo Vázquez.

“Cuando caminamos las calles de Bahía Blanca es común que veamos gorriones buscando migas bajo las mesas; murciélagos refugiados en los aleros o tuco-tucos asomando en los rincones de una plaza. La ciudad, aunque diseñada para personas, es también un ecosistema habitado por otras formas de vida. Sin embargo, en un mundo cada vez más urbanizado, donde se avanza sobre los espacios naturales, la biodiversidad urbana corre un riesgo silencioso”, explicó.

Vázquez también dijo que la biodiversidad en la ciudad cumple funciones clave para el equilibrio ambiental y el bienestar humano.

“Las aves controlan poblaciones de insectos y dispersan semillas y los polinizadores posibilitan la reproducción de plantas y el funcionamiento de huertas y jardines. Por su parte, la vegetación urbana mejora la calidad del aire, regula la temperatura y retiene el agua de lluvia, contribuyendo a prevenir inundaciones”, expresó.

“Pero los beneficios no se detienen ahí: también nos hace bien a las personas. Numerosos estudios han demostrado que el contacto cotidiano con la naturaleza reduce el estrés, mejora el estado de ánimo, fortalece el sistema inmunológico, favorece el descanso y estimula el desarrollo cognitivo, especialmente en niños”, indicó.

“Además, la biodiversidad urbana tiene un enorme valor educativo, cultural y comunitario. Nos enseña a observar, a cuidar, a compartir el espacio con otras formas de vida. Inspira arte, escritura, música y nos ayuda a recuperar un vínculo esencial con la naturaleza y conectar con nuestro entorno”, concluyó.

El rol clave de las áreas verdes

La ciudad de Bahía Blanca viene de atravesar tres episodios climáticos de alto impacto en cuanto a la tragedia de pérdidas humanas y, además, daños multimillonarios.

El sábado 16 de diciembre de 2023 pasó un tornado; el domingo 2 de febrero último cayó una granizada con piedras del tamaño casi de una pelota de tenis y el 7 de marzo, de este mismo año, llovió alrededor de 400 milímetros en pocas horas e inundó no sólo esta ciudad, sino a las localidades de General Daniel Cerri e Ingeniero White.

“Las áreas verdes son mucho más que espacios recreativos: son verdaderos refugios de biodiversidad”, aseguró Vázquez.

Durante el primer fenómeno se perdieron 14.000 árboles. Esto motivó al lanzamiento del plan Reverdecer Bahía, del municipio local, que prevé plantar 28.000 ejemplares en un plazo de 24 meses (a julio de 2025) y llegar a unos 200.000 hacia 2044. Para tal fin, se eligieron más de 30 espacios públicos, 80 instituciones educativas, 100 asociaciones y 2.500 terrenos de vecinos que, desde julio de 2024, comenzaron a ocuparse.

“Actúan como parches de hábitat donde muchas especies encuentran alimento, protección y posibilidades de reproducción. Son también espacios que permiten que los vecinos se conecten con la naturaleza en su vida cotidiana, lo que favorece la salud física y emocional, fortalece la identidad local y promueve valores de respeto y cuidado por la naturaleza”, añadió.

Asimismo, señaló que la restauración y el fortalecimiento de las áreas verdes representa una oportunidad concreta para construir una ciudad más equitativa, saludable y resiliente.

“En Bahía Blanca, los grandes parques, como el de Mayo o el Independencia; las calles arboladas; los terrenos baldíos; y los patios y jardines cumplen un rol fundamental, tanto en el mantenimiento de la vida silvestre urbana, como en la calidad de vida de quienes habitamos la ciudad. Sin embargo, en varios sectores el acceso a áreas verdes de calidad sigue siendo un desafío y, muchas de las ya existentes, ofrecen oportunidades de mejora en cuanto a infraestructura y mantenimiento”, dijo Vázquez.

En este contexto, indicó que la creación de nuevos espacios verdes y el cuidado activo de los ya existentes podrían ser líneas de acción prioritarias desde el ámbito local, con un impacto directo en la salud, el bienestar social y la conservación de la biodiversidad urbana.