Bahía Blanca | Domingo, 29 de junio

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Bebidas energizantes: ¿una tendencia inofensiva o una amenaza silenciosa?

Cada vez más bahienses las consumen como si fueran un refresco más. Los especialistas advierten sobre sus efectos y las posibles consecuencias a corto y largo plazo.

Fotos: Emmanuel Briane y Emilia Maineri-La Nueva.

Es muy común en Bahía Blanca ver a niños, jóvenes y adultos que van por las calles tomando bebidas energizantes a toda hora, como si fueran jugos inofensivos.

Pero la realidad es que tienen un lado oscuro que muchos no conocen.

De hecho, es creciente la preocupación por el consumo de bebidas energizantes entre adolescentes en el país y también en nuestra ciudad.

Especialistas explican que, aunque se comercializan como potenciadores de energía, atención y rendimiento, contienen altas dosis de cafeína y azúcar, superando las recomendaciones para menores.

Precisamente médicos y nutricionistas bahienses advierten sobre sus efectos adversos en la salud cardiovascular, mental y digestiva, incluyendo arritmias, ansiedad, insomnio y problemas metabólicos.

Una causa de este nuevo público es la publicidad de estas bebidas que hacen los youtubers, gamers, streamers y hasta deportistas. La estética de su comercialización, los nombres de las variantes, y los sabores, están dirigidos a público púber.

A ello se suma la facilidad de acceso a estas bebidas en kioscos y supermercados, a pesar de las recomendaciones de no venderlas a niños y adolescentes.

También es preocupante la mezcla con alcohol, así como el riesgo de generar dependencia y hábitos poco saludables. 

El contexto

Hoy, la novedad es que cada vez son consumidas cada vez a edades más tempranas. Ya es casi una tradición que a la entrada o salida de los colegios secundarios.

Lo que antes era una costumbre asociada a la vida nocturna o los deportes extremos, hoy se ha normalizado hasta el punto de ver a jóvenes de 12 o 13 años consumiéndolas diariamente. Pero esta tendencia esconde riesgos que pocos conocen.

“La venta de bebidas energizantes ha experimentado un crecimiento muy grande en los últimos años y hoy se mantiene como un segmento fuertísimo dentro de la venta total", confirmó Javier Báncora, dueño de supermercados La Banderita. 

El mercado está dominado en un 90% por las austríacas Speed (pionera en llegar al país en 2001) y Red Bull (2002), y la estadounidense Monster Energy, de Coca-Cola, que cobró mayor presencia en los últimos años.

Los precios varían, con Speed y Monster oscilando entre $1.300 y $1.500 para sus versiones clásicas, mientras que Red Bull se posiciona en un segmento más alto, entre $1.800 y $3.000 dependiendo del tamaño.

Una de las principales razones detrás de este nuevo público adolescente es la poderosa estrategia de marketing digital.

La publicidad de estas bebidas es impulsada por youtubers, gamers, streamers y hasta deportistas de élite.

“La estética de su comercialización, los nombres de las variantes, y los sabores, están dirigidos indudablemente al público joven", manifestó Báncora. 

Esta promoción, combinada con la aclaración de que no contienen alcohol, genera una falsa sensación de inocuidad, algo que la mayoría de los padres desconocen. 

“Tienen una particularidad: utilizan publicidades muy llamativas, en donde hay toda esa ideación de que me va a llenar de pilas, con lo cual es atractivo para un adolescente que está empezando a experimentar”, señaló la doctora bahiense María Soledad Pascual,  especialista en Medicina familiar y profesora de la Universidad Nacional del Sur.

Diagnóstico preocupante

Pero las bebidas energizantes no son simples refrescos. Suelen estar compuestas por altas concentraciones de cafeína, azúcar, taurina y otros estimulantes como el guaraná.

“La cantidad de cafeína, por ejemplo, puede alcanzar entre 80 y 100 mg por lata, lo que duplica la de una taza de café y supera ampliamente las recomendaciones para menores de edad", puntualizó Analía Lofrano, médica especialista en Nutrición y miembro de comisión directiva de la Sociedad Argentina de Nutrición Capítulo Atlántico.

Los profesionales de la salud son unánimes en advertir sobre los múltiples riesgos asociados a su consumo, especialmente en niños y adolescentes.

“El consumo excesivo de cafeína puede derivar en episodios cardíacos como arritmias o crisis hipertensivas si se beben en exceso o combinadas con otras sustancias", amplió Soledad Pascual.

Y subrayó: "Si tengo alguna condición cardíaca de base la puede complicar y/o exacerbar alguna complicación”.

Su consumo en exceso también puede impactar en la salud mental y neurológica.

“Estas bebidas, al "llenarnos como de energías", pueden desencadenar algún cuadro de ansiedad, estrés o particularmente puede aparecer esa sensación de depresión o decaimiento de astenia, que se caracteriza por fatiga como sensación de falta de energía y motivación, de agotamiento o cansancio”, explicó Pascual.

Y añadió: "Además, puede generar temblor o movimientos involuntarios que se no pueden controlar"

Por su parte, el licenciado en nutrición Samuel García (MP108) agregó que diversos estudios han documentado una asociación con un aumento significativo en los niveles de ansiedad, depresión, agresividad y riesgo suicida, especialmente en varones.

“Así como también dificultades emocionales y menor bienestar general. Asimismo pueden generar insomnio, irritabilidad, ansiedad y afectar el ritmo del sueño”, amplió.

Paralelamente, se pueden generar problemas digestivos y metabólicos.

"Desde lo digestivo pueden aparecer diarreas y dolores de estómago, por tener altos contenidos de cafeína. Y en el aspecto metabólico, el alto contenido de azúcar es un problema, ya que aumenta el riesgo de sobrepeso y obesidad”, puntualizó Soledad Pascual.

--¿Qué sucede con el rendimiento académico?

--En contrapartida a lo que se publicita, el consumo de estas bebidas afecta el rendimiento en la escuela, ya que la excitabilidad y el nerviosismo dificultan la concentración y el aprendizaje.

Y en ese tren, la doctora Pascual también mencionó la pérdida de concentración.

“La interferencia en la calidad y cantidad del sueño puede derivar en fatiga crónica, lo que repercute negativamente en el desempeño escolar y el bienestar general".

Adicción y conductas

Uno de los mayores peligros que acarrea el consumo en exceso de estas bebidas energizantes es la capacidad de generar dependencia.

"Puntualmente las personas que lo consumen experimentan una sensación de bienestar, de energía, de mayor capacidad de concentración con lo cual puede generar algún tipo de dependencia o de necesidad de vuelta al consumo sobre todo en población más susceptible y sobre todo en los adolescentes", alertó Pascual. 

Tras coincidir, el licenciado García señaló que el consumo repetido puede generar tolerancia y dependencia, llevando a una escalada en la cantidad ingerida para lograr el mismo efecto estimulante.

“Esto, indudablemente, puede derivar en una relación problemática con la sustancia y síntomas de abstinencia".

La pediatra Miriam Tonietti reforzó esta preocupación.

"Hay estudios que sugieren que los niños/adolescentes son más proclives a desarrollar dependencia incluso a menores dosis y frecuencias. Además, existe una preocupante asociación entre el consumo de energizantes y otros hábitos poco saludables, como la mezcla con alcohol y el uso de otras sustancias, lo que incrementa los riesgos de intoxicación y conductas peligrosas".

El peligro de la mezcla

Aunque la combinación de energizantes con alcohol no sea un problema en sí mismo, sí lo es el riesgo de la utilización del alcohol sobre todo en poblaciones más jóvenes.

"El segmento que más lo compra son los jóvenes y la gran mayoría lo lleva para mezclar con bebidas de alto contenido alcohólico o espumantes", confirmó el empresario supermercadista Javier Báncora.

“Esta práctica genera un cóctel riesgoso para el cuerpo. Un estimulante con un depresor puede llevar a una arritmia o hasta un paro cardíaco", advirtió Pascual.

A pesar de los claros riesgos, estas bebidas son de venta libre en los comercios y ni siquiera se controla la edad de quienes lo adquieren. 

"Los niños y adolescentes no deben consumir bebidas energizantes bajo ninguna circunstancia", opinó García y propuso que "sería bueno equiparar legalmente las bebidas energizantes con el alcohol en cuanto a restricciones de venta a menores".

Edulcorantes

Muchas bebidas, incluyendo las energizantes, utilizan exceso de edulcorantes que pueden afectar la salud.

La doctora Analía Lofrano, especialista en nutrición, detalló que existen edulcorantes artificiales (como sacarina, aspartamo, sucralosa) y naturales (stevia), además de los alcoholes de azúcar (sorbitol, xilitol).

“Si bien los artificiales no tienen aporte calórico y endulzan hasta 700 veces más de lo que endulza un azúcar, no son tan recomendados para lo que es microbiota intestinal". 

La microbiota, bacterias que viven en nuestro intestino, son "reguladoras de un montón de procesos metabólicos y enzimáticos y en parte responsables de un montón de enfermedades cardio y reno-metabólicas. Por lo tanto, si uno quisiera cuidar la microbiota, tendríamos que evitar el consumo de edulcorantes".

Aunque los estudios en general son controvertidos y la autoridad europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) aún no ha trasladado directamente los hallazgos en animales a humanos, la especialista bahiense en Nutrición es clara respecto a los niños.

“La realidad es que están contraindicados a menores de tres años. No deberían consumir edulcorantes porque va de la mano con el cambio del gusto de las preferencias alimentarias".

Según explicó Lofrano, el riesgo es que si se prioriza el sabor dulce desde temprana edad, el niño no desarrollará un paladar abierto y variado, lo que dificultará una alimentación sana en la adultez.

“Para los adultos, si bien los edulcorantes pueden dañar la microbiota, el azúcar en exceso aumentaría el valor calórico".

Lofrano concluyó con una recomendación fundamental.

“Mi consejo es que se debe evitar darle edulcorantes a menores de 3 años. Y en adultos, consumir lo menos posible en líneas generales".

Y enfatizó: "Si nos referimos a gaseosas o jugos con adulcorantes, dejemos de consumirlas; acostumbremos al agua, que es la mejor manera de hidratar. La única manera de hidratarnos bien es con agua".

Llamado a la acción y la prevención

La normalización del consumo de bebidas energizantes es uno de los mayores riesgos, ya que padres y docentes a menudo no prestan atención a lo que parece una simple lata de colores en las mochilas.

Merced a su publicidad, los adolescentes creen que estas bebidas los ayudan a rendir mejor o que son más sanas que una gaseosa, una creencia errónea que puede provocarles ansiedad y afectar su sueño y presión arterial.

"El consumo de bebidas energizantes entre niños, niñas y adolescentes es una tendencia en aumento que representa una amenaza real y documentada para la salud física, mental y social. La evidencia científica es contundente: los riesgos superan con creces cualquier supuesto beneficio", resumió Samuel García.

Ante este panorama, la recomendación de pediatras y nutricionistas es simple: hablar con los chicos, informarse y no subestimar estos productos.

“La mejor estrategia para mantener la energía y el bienestar en niños y adolescentes es a través de una alimentación equilibrada, descanso adecuado, hidratación con agua y la práctica regular de actividad física", subrayó Lofrano.

“Las bebidas energizantes, lejos de ser un beneficio, son un riesgo innecesario para la salud integral de los jóvenes. Y es imperativo que padres, educadores y autoridades sanitarias actúen de manera informada y preventiva para proteger a las nuevas generaciones de los peligros asociados a estos productos", cerró Pascual.