Bahía Blanca | Martes, 24 de junio

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La plaza Pellegrini: un espacio que recobró vida con los cambios

Se convirtió en un lugar de encuentro de escala barrial, un patio recreativo que se ha potenciado a partir de su remodelación y equipamiento.

Fotos: Emmanuel Briane y Emilia Maineri-La Nueva.
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Audionota: Marina López

No alcanza con trazar una plaza para que la misma funcione como tal. No alcanza con delimitar un terreno y colocar juegos o bancos. Muchas plazas definidas de esa manera resultan un completo fracaso. No significa eso que no puedan recomponerse, pero para eso se exigen una serie de intervenciones. 

Un ejemplo de transformación favorable, que ha convertido una plaza centenaria de poco uso en un lugar de concurrencia masiva lo conforma la plaza Pellegrini, de calle Moreno, entre Tucumán y 9 de Julio.

Los fines de semana el lugar se llena de vida. Es claramente un lugar de encuentro de escala barrial, un patio recreativo que se ha potenciado a partir de su remodelación y equipamiento. 

Una señal de su éxito es esa nutrida concurrencia, la variedad de edades y de usos y el tiempo que la gente permanece en el lugar. Hay quienes ocupan los bancos debajo de la pérgola central, chicos en patineta, bici y monopatín en las sinuosas veredas, ocupados los sectores de juegos infantiles, jóvenes tirando al aro, grupos sentados en el piso compartiendo un mate, bullicio bajo el sol. 

Es además un lugar abierto, de fácil visibilidad para el control de los más chicos.

A esto se suma un tratamiento paisajístico que incluso disimula la poca presencia de árboles, luego de que el temporal de diciembre 2023 barriera con la mayoría de los ejemplares. 

Despoblada, el tibio sol del otoño es una bendición. Los canteros poblados de plantas generan un sentimiento distinto a disponer de una fuente sin agua y fisurada. Es un lugar que hoy sirve para jugar, descansar, caminar, hacer ejercicio, leer, comer.

¿Qué cambió?

En noviembre de 2018 la plaza Pellegrini fue noticia. La caída de un par de vigas de las pérgolas derivó en su inmediata demolición por parte de la municipalidad. Sin un estudio previo, las borró de su geografía.

Esa acción generó el enojo de vecinos y profesionales, por considerar que esas pérgolas, construidas en 1944, eran parte del lugar, de su identidad. El hecho, cuestionable, tuvo una consecuencia favorable: cinco años después el municipio decidió la puesta en valor del lugar.

A mediados de 2023 comenzó una obra que fue mucho más que una puesta en valor: significó la construcción de una nueva plaza, un pensamiento de espacio abierto y bien equipado.

Se comenzó por demoler el murete perimetral que le daba al lugar cierto carácter de cerrado y complicaba la accesibilidad. Se generó un lugar abierto, que invite a recorrerlo, demoliendo obras existentes en desuso o vandalizadas.

Se diseñaron canteros con plantas adecuadas al clima local, se diseñó un sistema de riego y se sembró césped. En el centro de la plaza un juego de pérgolas generó un lugar, debajo del cual se colocaron bancos y mesas.

Se sectorizó el lugar con juegos, se ubicó un aro de básquet y se sumaron nuevas propuestas. 

La obra superó momentos de incertidumbre económica, un cambio de gestión municipal y la voluntad del actual gobierno de completar el proyecto. No hubo inauguración oficial, pero en enero último el intendente municipal, Federico Susbielles recorrió el lugar como un gesto simbólico de habilitación.

La plaza Pellegrini es un modelo de justificada adecuación de un espacio público que tenía poco uso y como un tratamiento adecuado modificó esa historia.

No es además un hecho a minimizar. Una plaza que “funciona” alienta el encuentro con la naturaleza, reduce el estrés, mejora el ánimo, invita a caminar, son puntos de encuentro, mejora el sentido de comunidad y pertenencia.

De allí que nunca estas obras debe tomarse como un gasto. Largamente son una inversión.

La historia

Un vecino que en 1880 caminaba por calle Moreno y Tucumán se encontraba con un muro de dos metros de alto y un portón metálico. Un lugar cerrado y silencioso: era el cementerio de  la ciudad. Lo fue durante 20 años, hasta que en 1885 fue trasladado a su ubicación actual.

Prestigiosos vecinos, como el médico Sixto Laspiur, el ingeniero Felipe Caronti y la primera partera de la ciudad Ana María López, fueron sepultados en ese lugar. Una referencia histórica señala que el lugar fue visitado por el poeta Rubén Darío, en ocasión de su paso por la ciudad.

Desafectado de ese uso se convirtió en corralón municipal, lugar de acopio de máquinas en desuso. En 1906 el intendente Jorge Moore atendió el pedido de los vecinos para reconvertirlo en plaza.

Sin embargo los trabajos se demoraron y recién a fines de 1908 se limpió el lugar y se demolieron los muros perimetrales. El paseo quedó habilitado en 1911.

"La plaza romperá la monotonía del lugar y ofrecerá un sitio de recreo higiénico y de desahogo, amablemente contorneado por arboledas y jardines", mencionó este diario.