Bahía Blanca | Sabado, 01 de noviembre

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Las primeras exportaciones de GNL no serán con gas de Vaca Muerta

Desde las costas del Atlántico rionegrino, una alianza internacional pondrá en marcha la primera experiencia argentina de GNL sostenido, con gas del extremo sur como protagonista inesperado.

Por largos años la expansión de Vaca Muerta concentró todas las expectativas de crecimiento energético argentino. Sin embargo, el primer paso concreto hacia la exportación sostenida de gas natural licuado (GNL) no provendrá de sus yacimientos neuquinos, sino de los campos del sur fueguino y santacruceño.

El proyecto que hará posible esa operación es encabezado por Pan American Energy (PAE), en asociación con la noruega Golar LNG, empresa pionera en licuefacción flotante. Ambas compañías impulsan la instalación de dos buques-planta —el Hilli Episeyo y el MK II— en el Golfo San Matías, frente a la costa de Río Negro.

Será la primera vez que la Argentina exporte GNL en forma regular, con contratos de largo plazo y continuidad operativa. Según los plazos previstos, las operaciones comenzarían en 2027, inaugurando una etapa inédita para la cadena del gas argentino.

Dos unidades flotantes de licuefacción

Las unidades estarán fondeadas frente a Punta Colorada, a unos 35 kilómetros al sur de Las Grutas.

La primera, el Hilli Episeyo (en revamping), se ubicará a 4,5 kilómetros de la costa, en una zona donde el lecho marino alcanza entre 43 y 46 metros de profundidad. 

La segunda unidad, el MK II (en construcción), se instalará aproximadamente 3,5 kilómetros más al norte.

Ambas operarán bajo un esquema offshore, sin instalaciones terrestres permanentes. 

El gas llegará a los buques por un gasoducto que lo conducirá directamente hasta las plantas flotantes, donde será enfriado a –162 °C, licuado, almacenado y posteriormente cargado en buques metaneros para su exportación.

El formato es novedoso para el país, pero ya probado en otras latitudes. El Hilli Episeyo, por ejemplo, operaba en Camerún desde 2018 (hasta este año) con un desempeño sostenido, lo que garantiza una base tecnológica madura.

Gas del sur: la Cuenca Austral como protagonista

Contra lo que podría suponerse, el gas que alimentará las plantas no provendrá de Vaca Muerta, sino de la Cuenca Austral, que concentra la producción del extremo sur del país, en Tierra del Fuego y Santa Cruz.

Ese gas viaja actualmente a través del Gasoducto General San Martín, pasa por Bahía Blanca y llega al área metropolitana de Buenos Aires. Desde esa infraestructura existente se construirá una derivación de unos 14 kilómetros hacia la costa rionegrina, más un tramo submarino de entre 5 y 7 kilómetros que conectará con los buques.

De este modo, el proyecto aprovechará la red gasífera actual sin requerir nuevas obras desde Neuquén. 

La elección del gas austral tiene sentido operativo: la cuenca dispone de gas convencional estable, con capacidad para sostener una exportación de escala media sin alterar el equilibrio del abastecimiento interno y, además, hay un gasoducto cercano que facilita su empleo.

Una ventana de oportunidad para el país

La puesta en marcha del polo de licuefacción rionegrino implica un salto cualitativo en la política energética. 

Argentina pasará de ser un país importador estacional a tener la posibilidad de exportar gas en forma continua, convirtiendo en divisas parte de su producción excedente.

La ventana temporal también es clave. La demanda mundial de GNL crece sostenidamente, impulsada por la transición energética y la necesidad de países de Asia y Europa de reemplazar carbón y petróleo. 

Ingresar ahora al mercado global permitirá al país ganar experiencia comercial y técnica antes del desembarco a gran escala de Vaca Muerta.

Los buques flotantes funcionarán, así, como plataforma de ensayo para la logística, la regulación, la seguridad operativa y el entramado contractual que requerirá un desarrollo posterior mucho mayor.

El futuro: Argentina LNG y el salto de Vaca Muerta

El proyecto Argentina LNG, impulsado por YPF y Petronas, representa la siguiente etapa. Prevé una planta terrestre de licuefacción en la costa de Río Negro y un gasoducto de más de 550 kilómetros desde Vaca Muerta.

La capacidad inicial sería de 10 millones de toneladas anuales, con posibilidad de ampliarse hasta 30 millones en una segunda fase. Si los plazos se cumplen, podría entrar en operación entre 2029 y 2030, cuando el país ya haya validado su infraestructura de exportación flotante.

Ese desarrollo marcará el verdadero salto de escala: pasará de un esquema modular, apoyado en gas convencional, a una planta de gran capacidad alimentada por gas no convencional neuquino, con infraestructura fija y contratos globales de largo plazo.

Un antecedente breve y un cambio estructural

El país ya tuvo una experiencia previa con GNL de exportación. En 2019, YPF utilizó la barcaza Tango FLNG en Bahía Blanca para realizar exportaciones piloto. 

Aquella experiencia fue breve y experimental: pocas cargas, infraestructura alquilada y objetivos de aprendizaje más que comerciales.

El proyecto de PAE y Golar, en cambio, apunta a una operación sostenida, diseñada para perdurar. 

Sin duda, marca el ingreso real de la Argentina al mercado mundial del GNL y la posibilidad de convertir el gas en una fuente estructural de divisas tan necesaria en una economía sedienta de dólares.

Para Río Negro, además, el impacto será doble: económico y geopolítico. El Golfo San Matías se convertirá en un enclave energético de relevancia internacional, con potencial para atraer servicios, inversiones y empleo especializado en torno a la actividad gasífera offshore.

El punto de partida de una nueva y gran  etapa

Las primeras exportaciones de GNL desde la costa rionegrina no serán el punto final, sino el punto de partida de un proceso más amplio.

La Argentina ingresará al club de los exportadores de gas natural licuado con su recurso más antiguo y maduro —el gas fueguino—, mientras prepara la infraestructura y la curva de aprendizaje que más adelante permitirá exportar el gas de Vaca Muerta a gran escala, con proyectos de enormes dimensiones liderados porYPF.

Detrás de ese primer embarque estará en juego mucho más que un negocio: la validación tecnológica, logística y regulatoria de un sistema que, si se consolida, puede redefinir la matriz energética nacional y proyectar al país como proveedor estable de energía para el mundo.