El escrutinio pasará pero los problemas van a quedarse
La columna política del corresponsal de La Nueva. en la capital de la provincia.
Al igual que la Casa Rosada y la Quinta de Olivos, los edificios de la Gobernación de calle 6, las sedes ministeriales platenses y el palacio de la Legislatura de calle 53 ingresaron el pasado viernes en una suerte de ansiosa vigilia que se extenderá, por lo menos, hasta las 21 de esta noche, momento en que se empezarán a difundir los primeros resultados de las elecciones a diputados nacionales en la provincia de Buenos Aires.
Si bien se trata de uno de los 24 comicios que se realizarán en simultáneo este domingo, sin dudas es considerado como uno de los más relevantes -junto con CABA, Córdoba, Santa Fe y Mendoza- en cuanto a su nivel de exposición política, como bien quedó evidenciado a lo largo de todas las polémicas y escándalos que caracterizaron la campaña electoral.
Por si fuera poco es una jornada de votación inusual por el estreno de la Boleta Única de Papel (BUP) en tierras bonaerenses, un sistema de sufragio impulsado por los libertarios en el Congreso a pesar del rechazo que tuvo en el oficialismo provincial, que no dudó en organizar las legislativas del pasado 7 de septiembre con la tradicional boleta sábana.
En los casi 50 días transcurridos desde aquella jornada, el entorno del gobernador Axel Kicillof formó parte activa de la estrategia electoral de Fuerza Patria, que trata de emular su contundente victoria del mes pasado.
“Las urnas ya dieron una señal de alarma el 7 de septiembre, tanto en el conurbano como en muchos distritos del interior productivo, contra el plan de ajuste del Gobierno nacional”, advirtieron una y otra vez los voceros del oficialismo provincial.
En los últimos días la estrategia del peronismo-kirchnerismo pasó no sólo por remarcar cada gesto o palabra desacertada de los libertarios, sino también por sembrar dudas sobre una potencial “manipulación comunicacional” de parte del mileísmo durante el recuento provisorio.
Dicen, a la hora de argumentarlo, que Milei y los suyos necesitan exhibir un triunfo nacional de La Libertad Avanza ante los Estados Unidos, en medio de un salvataje financiero del Departamento del Tesoro que pareció quedar condicionado por las declaraciones de Donald Trump sobre lo que suceda en el escrutinio.
Mientras tanto, y siguiendo con su estudiado estilo de perfil bajo, cercanía y austeridad, Kicillof y su esposa Soledad Quereilhac salieron a comprar medialunas durante una de sus habituales paseos por a pie por el centro de La Plata para repartirlas entre los militantes que realizaban volanteadas en una de las tantas mesas de difusión partidaria que se instaló en la capital de la provincia.
Desde hace un par de semanas atrás, la Legislatura bajó la persiana ante la cercanía de las elecciones nacionales. No obstante, antes de apagar la luz, distintos parlamentarios del sector libertario duro anticiparon su no acompañamiento a cualquier iniciativa del Ejecutivo que pretenda “aumentar el gasto político para financiar nuevas estructuras burocráticas” que en general son utilizadas para “repartir caja entre sectores afines al oficialismo K en la Provincia”, dijeron.
Saben bien que la situación económica, productiva y laboral en la PBA es compleja y alarmante. La caída de la coparticipación federal y la invariable baja en la recaudación impositiva no sólo inquieta al equipo económico de Kicillof sino también asfixia las finanzas municipales, por lo que estos comicios enfrentan dos visiones completamente antagónicas sobre cómo debe ser el rumbo de la provincia más grande del país.
Mañana, con el resultado definido, comenzará una larga semana de debate mediático para medir el impacto final que arrojen las urnas. Habrá conclusiones y conjeturas, aunque ya todos saben que nada es demasiado categórico ni estático en política, ni siquiera la extrema polarización que parece dominar a la sociedad argentina.
Para el “día después” está claro que la vida cotidiana continuará su marcha más allá del recuento de votos. La razón es sencilla: la inmensa mayoría de los problemas seguirán siendo los mismos para una población que ya está demasiado agobiada por las sucesivas crisis económicas.
Con el correr de las horas posteriores a los comicios pueden, incluso, darse situaciones que rocen la torpeza política argumental, cuestionando a los votantes orientados en tal o cual dirección. Pero eso, en todo caso, será como preocuparse por un cuadro torcido mientras la casa se está derrumbando.
La política, aún con errores, es un instrumento básico de la vida democrática, más allá de que en los últimos meses toda posible propuesta socioeconómica quedó sepultada bajo toneladas de agravios, acusaciones y escándalos.
LLA denunció reiteradamente “operaciones políticas del kirchnerismo para desestabilizar” al Gobierno nacional después del caso de José Luis Espert, mientras que Fuerza Patria se encargó de recriminar las constantes descalificaciones del elenco violeta a sus candidatos y partidarios.
En rigor, cada nueva elección ofrece condimentos especiales que seducen o repelen al electorado, según las circunstancias del país. Los nervios no permitieron transitar una campaña demasiado civilizada en cuanto a intercambio de propuestas concretas para mejorar la vida de los ciudadanos.
Pero como es cada vez más habitual -y aunque se confiese poco en los pasillos del poder- el miedo a perder condiciona todo.