Proceso APELL en Bahía: preparación ante emergencias industriales
El programa funciona con altos niveles de capacitación y capacidad, significando para la comunidad un servicio comunitario esencial.
En 1995, ante el desarrollo del polo industrial en Ingeniero White, vecinos de la localidad comenzaron, través de organizaciones representativas, a manifestar sus inquietudes acerca de cómo estar protegidos y qué hacer en caso de un accidente industrial.
Surge de las distintas reuniones y diálogos, el conocimiento de la iniciativa de Naciones Unidas sobre la existencia del Proceso APELL como plan de preparación y respuesta ante un evento industrial, reuniendo Bahía Blanca las condiciones básicas para aplicar la metodología APELL, como son, la participación de la Comunidad, las Empresas y el Gobierno local, iniciándose así las gestiones correspondientes.
El Proceso Apell es un programa de las Naciones Unidas para el medio ambiente cuyo objetivo radica en minimizar el número y los impactos negativos de los accidentes y emergencias provocados por productos químicos aumentando la conciencia que tiene la comunidad sobre los posibles riesgos y peligros que existen en el área de influencia y además elabora planes coordinados de respuesta ante una emergencia.
En la experiencia APELL existen tres participantes muy importantes para que el proceso tenga éxito, el gobierno local, la industria y los grupos de la comunidad reunidos a través de Instituciones Intermedias.
En el año 1996, el PNUMA (Plan de Naciones Unidas para el Medio Ambiente), junto con la Dirección General de Defensa Civil Bonaerense y la Dirección Nacional de Defensa Civil, nominaron a Bahía Blanca como ciudad piloto para la implementación del Proceso APELL en Argentina.
De esta manera, el Municipio de Bahía Blanca, la Provincia de Buenos Aires, las empresas del polo petroquímico y representantes de entidades comunitarias, deciden aplicar el Proceso APELL en el área circundante al polo petroquímico.
Las funciones del proceso se pueden resumir en:
1) Identificar a los participantes de la respuesta a una emergencia y definir sus funciones, recursos y responsabilidades.
2) Evaluar los peligros y riesgos que pueden provocar una situación de emergencia en la comunidad.
3) Hacer que los participantes revisen su propio plan de emergencia para adecuarlo a la respuesta coordinada.
4) Identificar las tareas de respuesta necesarias que no han sido cubiertas por los planes existentes.
5) Armonizar estas tareas con los recursos disponibles de cada uno de los participantes.
6) Realizar los cambios necesarios para mejorar los planes existentes, integrarlos al plan global de la comunidad y buscar un consenso.
7) Poner por escrito el plan integrado de la comunidad y buscar la aprobación de las Autoridades Locales.
8) Informar a todos los grupos participantes sobre el plan integrado y asegurarse de que todos los encargados de responder a una emergencia estén debidamente entrenados.
9) Definir procedimientos para probar, revisar y actualizar el plan de manera periódica.
10) Informar y entrenar a la comunidad en su conjunto de la utilización del plan integrado.
Los niveles de emergencias se categorizan en tres:
--Verde: Son aquellas emergencias tecnológicas que se prevé tengan como consecuencia, daños materiales y/o afectados en la instalación accidentada. No registrándose pérdidas humanas y/o materiales fuera de la instalación industrial.
--Amarillo: Son aquellas emergencias tecnológicas que superan la capacidad de respuesta interna de la empresa. Prevé como consecuencias posibles afectados y daños materiales en la instalación industrial. Las repercusiones exteriores se limitan a daños leves o efectos adversos sobre el medio ambiente en zonas limitadas.
--Rojo: Son aquellas emergencias tecnológicas que prevén como consecuencias posibles personas heridas y/o afectadas, daños materiales graves externos a la instalación industrial y alteraciones sobre el medio ambiente en zonas extensas.