Llegaron (y se fueron) los trolebuses
Considerado todo un adelanto en materia de transporte, los coches no lograron nunca circular por la ciudad
Es periodista, ingeniero civil y docente de la Universidad Nacional del Sud en materias relacionadas con el Patrimonio arquitectónico y el planeamiento urbano. Ha publicado notas en revistas Vivienda, Todo es Historia, Obras & Protagonistas y Summa +. Participa en varios micros radiales referidos a la historia de Bahía Blanca. En dos ocasiones recibió primera mención por parte de ADEPA en el rubro Cultura e Historia.
Hace 71 años, en noviembre de 1953, llegaron a la ciudad los primeros diez trolebuses adquiridos por la municipalidad para sumarlos al transporte urbano de pasajeros.
Comprados mediante un préstamo otorgado por la provincia, el intendente Norberto Arecco concretó la compra de 20 coches, los cuales fueron traídos a tiro desde la Capital Federal, remolcados por camionetas, tractores y camiones regadores municipales.
Eran unidades Mercedes Benz 0 km, con 38 asientos pullman tapizados color verde, barrotes cromados, puertas de cierre hidráulico, equipos de aire acondicionado, ventiladores y frenos de aire. Los coches llegaron por la ruta 3 vieja y se estacionaron sobre la plaza Rivadavia, donde quedaron un par de días para ser apreciados por el público. En enero de 1954 arribaron las restantes diez unidades, todas con un cartel con la leyenda “Perón cumple”.
Arecco adquirió dos subusinas en Italia y adjudicó la instalación de 130 postes de hormigón para alimentar 17 kilómetros de línea, entre Noroeste y Villa Mitre.
El golpe militar de 1955 abrió un compás de espera y la "cuestión de los trolebuses" se convirtió en un desafío para cada jefe comunal, con visiones contrapuestas sobre su viabilidad. En 1957 un estudio realizado por la Universidad Nacional del Sur determinó "la imposibilidad" de ponerlos en funcionamiento por ser "deficitarios y técnicamente imposibles de hacerlos marchar".
En 1960, el intendente Haroldo Casanova frente a una huelga de ómnibus sacó uno de los coches a la calle tirado por un tractor, cubriendo el recorrido entre el teatro Municipal y los cuarteles.
Entre decenas de ideas, vueltas, versiones y discusiones el punto final lo puso en 1967 el intendente Luis María Esandi, al decidir su venta por subasta pública. La mayoría de los coches fueron adquiridos por una empresa de La Plata.