Proponen declarar Patrimonio Provincial a una joya oculta en el corazón de Villarino
La Colonia Monte La Plata se encuentra a pocos kilómetros de Teniente Origone. Su capilla fue construida hace más de un siglo.
Un proyecto de ley fue presentado en los últimos días en la Cámara de Diputados de la Provincia, para poner en valor y proteger a una de las desconocidas joyas históricas y patrimoniales que hay en el Sudoeste Bonaerense. En este caso se trata de la capilla de Monte La Plata, un pequeño asentamiento alemán ubicado a pocos kilómetros de Teniente Origone, en Villarino.
El pedido, cuyo denominación de ingreso es D-2925/23-24, solicita que se declare “Patrimonio Cultural y Monumento Histórico, definitivamente incorporado al Patrimonio Cultural de la provincia de Buenos Aires en los términos de la Ley 10.419, al monumento histórico municipal Capilla Monte La Plata”.
De este modo, consigna el texto, el Ejecutivo “arbitrará los medios necesarios para su conservación y preservación”. El proyecto fue presentado por la legisladora Fernanda Bevilacqua.
Más allá de estas cuestiones, también existe una gran preocupación por “el deterioro actual de la obra”, que se debe a la falta de una adecuada conservación y mantenimiento.
El edificio fue creado hace más de un siglo por inmigrantes que profesaban la religión católica. Tiene 18 metros de largo por 8 metros de ancho y fue construido en los primeros años del Siglo XX, en base a un esqueleto de madera de 7 metros de alto, donde se instalaron dos campanas que llamaban a los fieles a la iglesia.
Este campanario fue muy importante pues marcaba los ritmos de vida de la localidad. La capilla fue centro de varias organizaciones de vecinos que ocupaban su tiempo en la limpieza, conservación y preparación para las celebraciones litúrgicas.
En ese sentido, se explica que la colonia y sus edificaciones forman parte de una comunidad que busca reivindicar su origen y defender su preservación: “la presencia material de la capilla recuerda la dedicación y esfuerzo de muchas familias con sus actividades cotidianas”, se aclara.
Actualmente, en el lugar hay varios objetos que contribuyen a la significación cultural del lugar, que van desde retablos, mobiliario, figuras eclesiásticas o prendas de vestir religiosas, entre otros. Las campanas que completaban la estructura del campanario exterior, que ahora se encuentran desmontadas debido al alto grado de deterioro de la estructura de madera que las sostenía, están guardadas en la antigua escuelita alemana, ubicada en el mismo lote, detrás de la capilla. En ella también están guardados varios objetos representativos de la historia de la colonia y sus habitantes.
A esto se suma el hecho de que quedan pocos habitantes contemporáneos a la fundación del edificio, por lo cual se considera sumamente necesario abrir las relaciones del sitio y la difusión de los valores de la obra a la población, para crear comisiones que se ocupen y gestionen en conjunto actividades para darle vida y, a la vez, dar a conocer su historia y su importancia.
En ese sentido, un reciente estudio municipal determinó que la capilla tiene varios problemas, más allá de los avatares propios del paso del tiempo: “Podemos ver cómo el uso de materiales diferentes a los originales en ciertas intervenciones (realizadas años atrás por personas sin conocimiento en el tema), trajo consigo una serie de consecuencias de carácter negativo, que no aportaron a la conservación sino, muy por el contrario, generaron la aparición de nuevas patologías y potenciaron su degradación”, se explica.
Como ejemplos, se nombra la ejecución de un muro para contener a la pared original, que comenzaba a presentar una serie de rajaduras; sin embargo, esto terminó generando que estas rajaduras se incrementaran en tamaño y profundidad. Lo mismo ocurre con una vereda que rodea al edificio que, debido a la incorrecta pendiente, origina acumulación de agua y genera problemas en los muros, como humedad, englobamientos, desprendimientos, hongos y nuevas rajaduras.
“En general, el edificio presenta daños y afectaciones de distinta magnitud, siendo aquellas de mayor gravedad las que se encuentran sobre los muros de tierra de adobe que conforman su envolvente”, señala el informe, que habla de rajaduras profundas y desprendimientos como resultado de filtraciones de humedad por lluvia y vientos, y por absorción de humedad.
A su vez, las ventanas de madera se encuentran en mal estado debido a su exposición a la intemperie y a la falta de mantenimiento. También elementos exteriores como el soporte de la cruz metálica -que expone una rajadura vertical- y el pilar que sostiene la placa colocada en el 90° aniversario de la colonia se encuentran con suciedad y moho; algo similar ocurre con la cruz metálica del acceso y el aljibe original.
Existe, además, riesgo de derrumbe de la estructura original del campanario. En cuanto a los techos, las chapas están dañadas y oxidadas, dando lugar a posibles filtraciones de agua o el anidamiento de roedores e insectos.
Monumento municipal
Semanas atrás, el 9 de agosto, el propio Concejo Deliberante de Villarino declaró como Monumento Histórico Municipal a todo el sitio donde se emplaza la colonia y, dentro de ella, a la capilla.
La ordenanza es la 4.038/2023. Establece esa declaratoria para el “emplazamiento edilicio de Colonia Monte La Plata, compuesta por la iglesia alemana, la Escuela Primaria Nº 2, la escuela alemana, el cementerio alemán y demás vestigios que siguen en pie”. También se propone solicitar al Estado provincial una declaratoria similar.
En sus considerandos, se considera que la población es de gran importancia para el área de Turismo, así como la preservación de los edificios que son testimonio vivo del paso de la colectividad alemana en la Colonia.
“Así se genera –se indica en el proyecto- un sentimiento de apreciación del patrimonio a través de la valoración turística del mismo, lo que conlleva a realizar una conservación y uso racional de los bienes históricos”.
Desde la comuna se entiende que la colonia y los edificios que la componen reúnen las condiciones de significación cultural, conformado por una serie de valores que van desde lo histórico hasta lo social y lo espiritual, por lo cual se trata –ni más ni menos- de un patrimonio cultural para un determinado grupo social.
Una historia que comenzó en el Siglo XIX
La colonia Monte la Plata surgió por iniciativa de un grupo de inmigrantes con sus siete familias, los cuales llegaron a Argentina hacia 1898 y adquirieron 3.200 hectáreas de tierras hacia 1905 dentro de lo que actualmente es el partido de Villarino, después de pasar por la zona de las colonias suarenses.
En marzo de 1906 y en cercanías a Médanos, estas siete familias fraccionaron las tierras y comenzaron a trabajar para convertirlas en tierras fértiles y cultivables, construyendo también aljibes y jagüeles debido a la necesidad urgente de agua.
Con mucho esfuerzo y sacrificio los hombres comenzaron a acondicionar las tierras y a cosechar, transportando dichas cosechas en carros tirados por bueyes hacia Médanos, mientras que las mujeres ordeñaban leche de las vacas que luego transportaban en tren hacia la localidad de Bahía Blanca. Como resultado de dicha producción, la colonia fue logrando cierta prosperidad y progreso, y el asentamiento creció de la mano de la llegada de nuevos integrantes, en gran parte chacareros arrendatarios provenientes de la zona.
Los pobladores de la colonia manifestaban una gran religiosidad y sus primeros momentos de aislamiento no impidieron que cumplieran con sus obligaciones religiosas. Viajaban a localidades cercanas para los bautismos, efectuaban misas en viviendas y en la escuela de la colonia, hasta que lograron concretar, entre 1913 y 1914, la construcción de una capilla la cual cobraría un protagonismo único y fundamental, que potenciaría y mantendría el espíritu religioso de sus vecinos.
Hasta ese momento, se utilizaba una casa particular para oficiar misas, para lo cual viajaba un sacerdote desde Pedro Luro. Ya con la capilla construida, las misas se realizaban una o dos veces al año. Recién en 1936 se conformó una asociación de hombres con el objetivo de conservar la capilla y mantener al cura. Once años antes, un grupo de mujeres había puesto en funcionamiento la Asociación del Corazón de Jesús para ocuparse de la limpieza del lugar.