Andrés Iannamico: "Siento que me recibí de entrenador"

Fernando Rodríguez

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Ingresó en La Nueva Provincia en 1995. Trabaja en la sección Deportes y fue colaborador en Regionales y Locales de este mismo medio. Se especializa en básquetbol. Formó parte del staff de la revista Encestando y Zona de Básquet durante 10 años. Tuvo experiencia en el programa Radial Contrabásquet, en Radio La Red.

 

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—¿Te sacaste una espina clavada?

—(Abre grande los ojos y repregunta) ¿Qué te parece?

—No sé, decime vos.

—¡Seee...! Aparte, estoy acostumbrado a ganar y caer es re difícil.

De aquella imagen del entrenador Andrés Iannamico sentado en el banco de la cancha de San Lorenzo, consolando él mismo a Mateo, su hijo de 9 años después del descenso de Pacífico a Segunda, a este técnico exultante, encontrando respuestas a tantas preguntas que se había hecho durante un año duro, muy duro, durísimo para él.

En el Norberto Tomás los hinchas del verde festejaban la victoria ante 9 de Julio y el ascenso a Primera, él mientras tanto, soltaba todo lo que tenía guardado.

—¿Te sentiste el peor por un tiempo?

—Lógicamente. Hoy siento que me recibí de entrenador.

—¿Y qué se te cruzó cuando te fuiste al descenso?

—¡Tenés que pasarla! Tenés que recuperarte, porque no sos el mismo dirigiendo. Eso es mentira. Todo lo que vas haciendo y cambiando pensás que está mal. ¿Me entendés?

—Dudás de vos.

—Totalmente. Lo más difícil es levantarse.

—Al día siguiente al descenso los dirigentes te llamaron para renovar. ¿Qué significó para vos?

—Sí, (Adrián Pato) Lliteras y (Christian Pepo) Martinelli. Al día siguiente insistieron, nos juntamos en un vestuario y arreglamos. Sé la clase de dirigentes que tiene Pacífico. Son de proteger el proyecto y lo hicieron. Me dieron la confianza. Por eso fueron a los primeros que fui a saludar, después de mi señora (Paula Barbieri), porque hoy en día, por cómo se vive en la Argentina, en ese momento parecía que estaban cometiendo una locura. Ahora, si Dios quiere vamos a seguir acomodando algunas cosas y a disfrutar en Primera, donde tenía que estar Pacífico.

—¿La padeciste esta temporada?

—Sin lugar a dudas. Estoy convencido de que podría haber sido mucho mejor entrenador y por esa carga emocional que arrastrás por haber descendido, se hace todo más difícil. Insisto, me recibí de entrenador y acá (señala a la gente festejando) tenés el título.

—¿Tuviste que trabajar para que los jugadores que habían descendido siguieran confiando en vos?

—Sí, claro. Si yo perdía, ¿cómo iban a confiar en mí y en lo que les decía? Pacífico es muy grande y los chicos tenían que seguir, yo no sé. Lo pude hacer, revirtieron la situación.

—Al margen de lo que decís, ¿dudaste en algún momento de conseguir el ascenso?

—¡Nooo! Nunca dudé. Nunca, nunca... Podés preguntarles a ellos, estaba convencido de que íbamos a ganar esta serie. Se los dije 10 veces.

—Una cosa es decirlo y otra es estar convencido...

—Pero si no estoy convencido no lo digo... También teníamos la otra serie en caso de perder.

En medio de la charla, un hincha interrumpe y le agradece: “Gracias”, le dice.

“Esto es increíble”, destaca Andrés.

—El contraste con el año pasado, ¿no?

—El año pasado se mostraron distantes. Y era lógico. Habíamos descendido. No me dijeron “sos un perro”, pero tenía que sobreponerme a eso. Al día siguiente a descender fui a dirigir U15. ¿Qué iba a demostrarles a los chicos? ¿Qué estaba caído ante la derrota? ¡Nooo...!.

En ese momento se acercó su hijo, sonriente, el mismo a quien Andrés tuvo que consolar mientras lloraba, la noche del descenso ante San Lorenzo.

“Esto es un hecho, es demostrar que uno puede levantarse”, aseguró.

Ese convencimiento, acaso, Andrés lo tuvo a pleno recién cuando dejó de ser el técnico que había descendido, para convertirse en el técnico del campeón.

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