Bahía Blanca | Domingo, 05 de mayo

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Las siete vidas de Carlos Carlaván... y del resto de Bahía

Después del suceso de hoy, cuando escapó de la Guardia Urbana, un interrogante queda latente en la sociedad: ¿hasta cuándo tendremos suerte?

Fotos: Archivo La Nueva.

Nuevamente el empresario farmacéutico bahiense Carlos Jorge Carlaván fue noticia en nuestra ciudad, nuevamente por hechos que lo involucran por ir al mando de un vehículo y, nuevamente, porque parece que otra vez el hecho pasará no siendo más que una simple crónica casi repetitiva.

Lo único que es posible destacar esta vez es que no chocó; o casi. Lo que sí hay que destacar –y repudiar- es que si hubiera chocado lo habría hecho contra el cuerpo de un efectivo de la Guardia Urbana. Esto no sería algo nuevo en su haber, ya que hace años ya había protagonizado un hecho similar en un piquete agropecuario en Tornquist.

Esta vez, para su beneficio, no hubo roturas ni choques ni daños materiales; eso también incluye a –por el momento- cámaras o imágenes que lo sitúen en el lugar o al frente de un vehículo, algo que la Justicia le prohibió explícitamente no hace tanto tiempo. De hecho, hace casi un par de años que no tiene carnet de conductor, pero eso parece no importarle a nadie: ni a él ni a su entorno.

Lo dicen propios y extraños: a esta altura, y debido a su capacidad económica, cualquier tipo de rotura o multa la puede solventar sin problemas. En buen romance, cada vez que choca, paga de su bolsillo, y asunto cerrado. O no. Desde su grupo familiar, cuentan los que conocen lo que ocurre, no pueden hacer nada: inmanejable, lo definen; “hace lo que quiere”, aseguran otros. Choca, sale libre, paga y vuelve a manejar, con o sin carnet. En la sociedad bahiense, desde hace un tiempo, existe una idea de que puede hacer lo que quiera, sin que vaya a aparecer algún tipo de castigo.

Desde la municipalidad se había indicado que no había mucho que hacer, porque no se trataba de una conducta que pudiera trasladarse al fuero penal: cada vez que se mandaba alguna de estas macanas, salía libre; y a rogar de nuevo para que –como ocurrió hasta ahora- no hubiera víctimas o heridos en el próximo incidente.

Sin embargo, en los últimos choques ocurrió algo impensado: habían logrado ubicarlo en el lugar del hecho. Es decir, se sabía que había sido él el causante y responsable. No podía caer preso, es cierto, pero sí se podría accionar judicialmente. El último hecho se había dado en febrero de este año, cuando con una camioneta había chocado un poste de control de electricidad y había dejado sin luz a una buena parte del macrocentro de la ciudad.

Para la Justicia, parece que ese incidente terminó siendo la gota que rebalsó el vaso. El juez de Garantías N° 2, Guillermo Mércuri, dispuso que al empresario de 66 años se le prohibiera conducir vehículos, bajo apercibimiento de incurrir en el delito de desobediencia y ser arrestado en caso de ser descubierto en esa acción. Algo así como lo que pasó esta tarde, antes de darse a la fuga.

La resolución dice que su accionar conlleva o esconde un “desprecio o al menos su desinterés en las graves consecuencias que su conducta puede generar en las personas o bienes".

"No solo ha generado situaciones de peligro abstracto -tales como cruzar semáforos en rojo-, sino también repetidos daños concretos a bienes materiales y peligros ciertos a terceras personas", había señalado el magistrado.

En números, la de hoy habría sido el séptimo suceso que involucra a Carlaván con algún problema, inconveniente o incidente por estar al mando de un vehículo.

El primero, como ya se dijo, ocurrió en junio de 2008, cuando aceleró contra un grupo de productores que estaban protestando a la vera de la ruta 33, en pleno conflicto del campo con el gobierno. En febrero del año pasado, la Justicia expidió un veredicto de culpabilidad, pero por lesiones leves y no por tentativa de homicidio.

El hecho siguiente fue en el barrio Patagonia, en agosto de 2021, cuando incrustó su camioneta contra la pared de una vivienda e incluso amenazó a los vecinos con una pistola de aire comprimido. El tercero fue en Chiclana al 600, cuando provocó un choque múltiple entre distintos vehículos, sin que –milagrosamente- alguien saliera herido.

El cuarto habría sido en agosto de 2021, también en la zona de Chiclana al 500, pero aunque los testigos lo ubican en el lugar, nunca se pudo constatar realmente que haya sido él el culpable. Antes que las fuerzas de seguridad llegaran, el empresario se habría dado a la fuga.

El quinto fue en la rotonda de Alfonsín y Cabrera, donde chocó uno de los carteles de ingreso a la ciudad. En ese momento, la comuna pidió estudios psicológicos y psiquiátricos, que nunca quiso realizarse. También se lo imputó por desobediencia y se barajó la posibilidad de que lo declarasen insano.

El sexto fue no hace mucho, en la esquina de Chiclana y Undiano, cuando dejó sin electricidad a parte del macrocentro.

El séptimo fue el de esta tarde. No hubo choque ni heridos, pero los oficiales de la Guardia Urbana aseguran que lanzó la camioneta contra uno de ellos y, de hecho, se radicó la denuncia correspondiente.

Siete fueron los hechos que involucran a Carlavan desde hace varios años a incidentes viales. Siete son las veces que ha logrado evadir, de una forma u otra, la Justicia. Siete son las ocasiones en que, afortunadamente, no fue necesario hablar de heridos o víctimas.

Siete son las vidas que ha tenido el empresario para poder equivocarse, chocar, romper y salir airoso, casi sin importarle lo que estaba ocurriendo.

Como siempre, la pregunta que hoy queda flotando es ¿cuántas vidas más le quedan, Carlaván? Y cuando se trate de una vida, ¿la de quién será?