Bahía Blanca | Viernes, 26 de abril

Bahía Blanca | Viernes, 26 de abril

Bahía Blanca | Viernes, 26 de abril

La bala que nos mataba a todos

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   La Argentina estuvo a centímetros de ingresar en un proceso mucho peor que la crisis económica y social que ya atraviesa. 

   Si el jueves por la noche hubiera salido el tiro desde la pistola que apuntó hacia la cara de Cristina Kirchner, nadie habría sido capaz de imaginar en ese momento qué estaría ocurriendo hoy en nuestras calles. 

   Por fortuna no pasó; sin embargo, el episodio sigue siendo de una gravedad inconmensurable. Es que podrá decirse que se trató del acto de un psicópata y sumarse al repudio generalizado contra el intento de magnicidio. Pero nada de esto sirve. Queda el hecho elocuente de que el desquiciado se alimenta, crece y se desarrolla de la locura en la que se ha hundido gran parte de la vida política y social de la República desde hace demasiado. 

   La verdad es que en las condiciones de violencia verbal y gestual actuales, un arrebato así era cuestión de tiempo, se veía venir y, por supuesto, no hay razón para que no ocurra de nuevo. Cuando se pasa un límite, en todo sentido, la seguridad, dependa de quien dependa, es una ilusión. 

   Lo único que en verdad puede protegernos a todos es que el ataque fallido sea asimilado con responsabilidad y se convierta en la imagen que llame a la reflexión. Que esos segundos en que la mano levanta la pistola, en que el dedo gatilla y la vicepresidente baja la cabeza para cubrirse, repetidos una y otra vez en las pantallas, se conviertan en una escena de espanto que sacuda el odio de los dirigentes y la sociedad a ambos lados de la grieta.