Bahía Blanca | Sabado, 20 de abril

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UNS: las residencias estudiantiles atesoran algo más que 50 años de vida

Fueron construidas con la venta de las tierras del barrio Comahue y clausuradas por la dictadura militar. Ya existe un proyecto que planea ampliaciones.

El complejo de tres monobloques ocupa el predio ubicado en Urquiza y López Francés. / Fotos: Pablo Presti-La Nueva.

Mario Minervino / mminervino@lanueva.com

 

   Recientemente renovadas tanto en su exterior como interior, este año se cumplen los 50 años de la inauguración de los tres monobloques construidos por la cooperadora de la Universidad Nacional del Sur para residencia para estudiantes de la región que llegan a la Universidad Nacional del Sur (UNS).

   De diseño similar a los edificios del barrio Comahue, su ejecución fue posible a partir del dinero obtenido por la cooperadora por la venta de las tierras donde, precisamente, se construyó ese complejo vecino entre 1968 y 1971.

El complejo está integrado por 27 departamentos, de cuatro plazas cada uno, con lugar para 108 becados.

   Ese bloque de terreno había sido originalmente cedido a la cooperadora por el Estado provincial para ser destinado al emplazamiento de una ciudad universitaria.

   Con la compra de las tierras de Altos del Palihue, en 1967, la UNS modificó sus planes de emplazamiento y de allí la decisión de la cooperadora de vender las tierras al Instituto de la Vivienda.

Por 152.000 dólares

   La operación se concretó por 53 millones de pesos, unos 152.000 dólares de la época.

   El ingeniero industrial Lucio Iurman era titular de la cooperadora de la UNS y una de las personas que hizo uso de la palabra en el acto inaugural de las viviendas, el 18 de junio de 1972.

   “Las residencias eran muy necesarias para permitir a los estudiantes de la zona venir a nuestra universidad. Fue una de las muchas obras que hizo la cooperadora”, detalla —hoy—Iurman, consultado por La Nueva.  

   En aquella ceremonia, Néstor Castoli, prosecretario de la entidad, dijo: “No queremos que este complejo sea una pensión más, sino que quienes vivan aquí posean la apertura mental para sentir la problemática del mundo, no que pasen como astronautas en su cápsula”.

   Iurman, por su parte, destacó el hecho de que la inauguración fuera un 18 de junio, en coincidencia con el aniversario del fallecimiento de Miguel López Francés, “a quien tanto debe la cooperadora y el país entero”, según detalló.

   Precisamente, ese es el nombre que lleva este complejo habitacional, un reconocimiento a quieren fuera impulsor de la creación de la casa de altos estudios y primer rector del Instituto Tecnológico del Sur, habilitado en 1948.

   Hoy, Iurman se manifiesta orgulloso de ese legado.

   “Estoy muy contento de que estas residencias hayan servido tanto. Son muchos quienes no podrían hacer estudiado sin esa ayuda. Me satisface muchísimo, además, que se haya realizado esta recuperación y puesta en valor”, señala.

   El complejo fue uno de los últimos legados de la cooperadora antes de su definitiva disolución.

   “Fue una institución clave para el funcionamiento de la UNS, la cual se desarticuló con el golpe militar de 1976. Incluso, se destruyeron todos sus antecedentes, no quedó nada que dé cuenta de su accionar”, lamenta Iurman.

El interior de uno de los departamentos.

   El complejo de tres monobloques ocupa el predio ubicado en Urquiza y López Francés. Está integrado por 27 departamentos, de cuatro plazas cada uno, con lugar para 108 becados.

   “Las residencias son de enorme valor en el acompañamiento de los estudiantes. La cuestión habitacional representa uno de los aspectos más desfavorables contra las oportunidades de acceso a los estudios para quienes provienen de otras localidades”, explica la Ing. Diana Sánchez, secretaria general de Bienestar Universitario de la UNS.

   Detalló, además, que un equipo de trabajo “colaborativo e interdisciplinario” acompaña y coordinada las cuestiones de convivencia y el rendimiento académico de los becados.

Los requisitos

   Los aspirantes a ocupar una unidad deben tener domicilio a más de 40 kilómetros de nuestra ciudad.

   El 60 % de los estudiantes de la UNS provienen de localidades de la región. 

   Los interesados completan un formulario y, luego, analiza a los postulantes el consejo asesor de la secretaría general de Bienestar Universitario y al Consejo Superior Universitario. Para ello se pondera el grado de vulnerabilidad frente a la oportunidad de acceso a la educación y su desempeño académico.

   Para la renovación como ocupante se requiere un mínimo de avance en la carrera.

La residencia no tiene costo de alquiler. Sus usuarios sólo pagan los gastos comunes, una suma mensual de $ 750, que incluye agua, luz, gas e internet.

   El último año hubo 49 solicitudes de ingresantes y 113 solicitudes de estudiantes regulares, entre las que se contabilizan las renovaciones.

   Consultada sobre la posibilidad de construir nuevas residencias, Sánchez menciona que ese proyecto sigue en la agenda, con edificios a agregar en el sector donde están las actuales y otras en el campus de Palihue.

   A simple vista, por escala y diseño, los monobloques estudiantiles parecen ser idénticos a los del barrio Comahue. Incluso, para su construcción la cooperadora contrató al mismo capataz de obra.

   Sin embargo, Iurman plantea un curioso interrogante: “Los edificios tienen un detalle –muy sutil—que los diferencia de los del Comahue. Traten de encontrarlo”, señala, sin dar una pista.

De las residencias a Harvard

   El actual rector de la UNS, Dr. Daniel Vega, se encontraba en la Universidad de Harvard, en Cambridge, Massachusetts, Estados Unidos, representando a la UNS en el simposio Innovative Leadership: Transforming Higher Education in the Digital Age, el mes que las residencias cumplieron 50 años de inauguradas.

   Además de ser uno de los principales impulsores de la puesta en valor de la obra, él mismo pudo —en gran medida— realizar sus estudios por ser uno de los habitantes del lugar.

   Durante muchos años quedó abandonado e inhabitable por la desidia y el desinterés. Vega fue uno de los estudiantes que, con el regreso de la democracia, impulsó su reapertura.

Dr. Daniel Vega, rector de la UNS.

   “Estuve durante la última etapa de mi carrera de licenciatura en física, 1990-1991.  Fui parte de los primeros ocho estudiantes que recuperamos el espacio, cuatro chicas y cuatro chicos. Después de inaugurarse en 1972, los estudiantes habían sido expulsados de su espacio por el terrorismo de Estado y dejaron el lugar abandonado e inhabitable por la desidia y el desinterés de las autoridades”, señala Vega.

   También recuerda que aquel grupo de residentes completaron sus estudios.

   “Un contador, un geógrafo, un ingeniero y yo. Después de 30 años, nuestros hijos están estudiando, o se recibieron en la UNS, lo cual demuestra que estas residencias son una de las mejores herramientas de inclusión”, agrega.