Bahía Blanca | Miércoles, 24 de abril

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Silvia Arazi: música y risas para una madre triste

La poeta, narradora y cantante acaba de lanzar su flamante libro La voz de la madre, donde relata los últimos momentos de vida de su progenitora.

   Pocas cosas marcan tanto a un ser humano como la relación con sus padres. Para bien o para mal, por imitarlos o por oponerse, por presencia o por ausencia. Son personas que influyen en cada vida hasta el último momento.

   Silvia Arazi, poeta, narradora y cantante, acaba de publicar su libro La voz de la madre, donde relata los últimos momentos de vida de su madre y va evocando sus momentos de flaqueza y de pudor, su enorme tristeza final, su necesidad de acompañarla de la mejor manera posible y generarle una sonrisa. 

   La muerte de su mamá abrió además otra puerta, la de los recuerdos, de las cosas no realizadas o dichas, las relaciones generadas a lo largo de la vida, la justificación y el perdón, una mirada que se hace extensiva al resto de la familia y al descubrimiento de cómo existen distintas miradas sobre los mismos hechos.

   Silvia Arazi publicó con anterioridad los libros Un Hombre Interesante, Vidas de Gatos, La Niña que Vivía en las Nubes y El Niño de Pocas Palabras, entre otros, pero, según señala, “ningún libro ha sido más importante que este”.

   En esta entrevista exclusiva con “La Nueva.”, la autora da cuenta de cómo concibió esta novela, que es en gran parte autobiográfica y que se acerca a un mundo común a todas las personas, el mundo familiar, el mundo de las relaciones de los hijos con sus padres.

   --¿Cómo definiría el libro? ¿Es una novela romántica? ¿Un historia de familia?

   --En general no le hago caso a las etiquetas y creo que, afortunadamente, los límites entre los géneros literarios, como tantas otras cosas, se están desdibujando. Podría decir que La voz de la madre es una novela, un género que puede incluir temas diversos, ya sean verídicos o no. Una novela que habla de un duelo y de complejos vínculos familiares, pero sobre todo, es una historia de amor.

   --¿A qué lugares la lleva la escritura? ¿Qué sitio ocupa en su vida?

   --Para mí la escritura es una forma de pensar. De revelar lo que está oculto. Creo que la palabra escrita tiene un saber que está velado para nuestra conciencia. Al poner en palabras las ideas y las emociones, el lenguaje mismo me va revelando verdades. Verdades que no podía o no quería ver.

   --¿La “Voz de la madre” se puede tomar como una autobiografía, basado en una experiencia cierta de su vida?

   --Si bien todo lo que se narra en el libro ocurrió (o mejor dicho creo que ocurrió, ya que la memoria es una gran embustera) podría decir que es una historia real narrada con herramientas de ficción. Por otra parte, aunque nos esforcemos por escondernos en los personajes, los autores estamos siempre presentes en nuestros libros. Puedo decir, sin faltar a la verdad, que en La voz de la madre la narradora soy y no soy yo.

   --“Lo que más extraño de mamá es su voz”, señala en el texto. Es una sensación muy especial. ¿Qué extraña en particular? ¿Sus frases? ¿Sus formas?

   --La voz es un misterio que siempre me interesó. Un lenguaje que revela más que las palabras. Hay un capítulo del libro donde hablo acerca de lo importante que han sido las voces en mi vida. En cuanto a la voz de mi madre, sí, es cierto, extraño mucho su voz. Aunque a decir verdad, la llevo conmigo. Me habita.

Su presencia

   “(…) Ahora es ella quien vive en mi. Me habita. Su voz me habla, me aconseja, llora conmigo (…) Muchas veces tenemos verdaderas conversaciones, mi madre y yo”. De La voz de la madre.
***

   Con cierto miedo de olvidar la voz de su madre, Arazi repasa su vida junto a ella, rescata momentos y lugares, decisiones y olvidos. Advierte entonces, en algún momento, que esa voz estará para siempre, que nunca la abandonará. Pero también en ese repaso aparece el recuerdo de su padre, distinto y distante, una relación que tuvo que aprender a entender para así amigarse con su recuerdo. Escribir este libro fue un inesperado camino hacia ese encuentro.

   --¿En qué momento esa voz fue tan importante como para convertirse en título del libro?

   --Nunca tuve dudas respecto del título. Siempre fue La voz de la madre. Y no de mi madre, porque creo que el peso de la voz de una madre es algo universal. No importa si la relación con nuestra madre fue buena, mala o regular. Su voz nos marca para siempre.

   --El papel de su padre aparece como deslucido, casi ajeno a su vida. Es conmovedor cuando señala que no puede perdonarle “no haberse sentido amada”. ¿Ha podido modificar ese sentimiento?

   --La experiencia del desamor es una de las más dolorosas en la infancia. Curiosamente, a partir de la escritura de este libro pude cambiar mi mirada acerca de mi padre, ese hombre callado y distante que no supe comprender en vida.

   --También señala la necesidad de desmitificar a una madre para poder crecer uno. ¿Tan compleja puede ser la relación madre-hija?

   --Creo que es una de las relaciones más complejas que podemos tener como humanos. Y no importa la edad que tengamos, con la muerte de nuestra madre, muere también nuestra infancia.

   --¿Qué cosas fue descubriendo a medida que escribía el libro? ¿Le sirvió para entender o justificar conductas de sus padres?

   --En mi caso pude bajar a mi madre del rol de víctima y de santa. Pude verla como una mujer, muy amorosa, sí, pero con debilidades y zonas en sombra, como todos lo somos. Y lo más importante, fue que pude acercarme a mi padre.

Una decisión

   “--Cuando sea grande voy a tener siete hijos—le dije a mi madre al salir del cine, después de ver La novicia rebelde. 
--¿Tantos?
--Sí —afirmé (…)-. Me pregunto qué pasó después ¿Cuándo se desvaneció ese deseo? ¿Qué hueco hubo entre esa niña y esa mujer que soy? ¿Cuándo fue que pensé por primera vez: no quiero tener hijos?”

***

  --Hay algo que repite en su libro y es su decisión de no ser madre. ¿Todavía siente que es algo que genera asombro en los demás? ¿Cree que hoy la mujer ha tomado un poco más las riendas de su vida y que ser madre es una decisión que no tiene nada de especial?

   --El lugar de la mujer ha cambiado mucho en estos últimos años. Pero todavía estamos en un mundo patriarcal, lleno de prejuicios y de ideas cristalizadas. La elección de no tener hijos en una mujer todavía se mira de un modo crítico, o como mínimo está bajo sospecha.

   --En la música y en la literatura encontró usted un medio de comunicación con su madre. ¿Cómo vivió usted que esos sean los caminos para sentirse cerca? 

   --Mi madre siempre me pedía que le cantara alguna canción, y cuando estaba enferma mucho más. Cuando estaba en cama, muy triste y dolorida, parecía que solo mi voz podía relajarla. Tal vez este libro no sea más que una última canción. Mi última canción para ella.

   --Resulta también interesante descubrir como usted y sus dos hermanos ven de distinta manera a sus padres, ¿Puede ser que cada uno haya vivido su propia realidad familiar?

   --Todos tenemos una mirada diferente sobre los hechos y lo que llamamos, presuntuosamente, “realidad”. Pero la realidad está hecha de una materia inasible. No tengo dudas de que mis hermanos y yo tenemos la idea, incluso la certeza, de que los hechos ocurrieron de tal o cual manera. Todos escribiríamos una novela familiar diferente. Ninguno tiene la verdad, y al mismo tiempo, todos la tenemos. 

   --¿Qué sintió cuándo terminó de escribir el libro? ¿Qué significó tenerlo escrito?

   --Si tuviera que elegir solo un libro entre todos los que escribí hasta ahora, elegiría La voz de la madre. Escribir este libro me desveló y me reveló más que ningún otro.

   --¿Cómo fueron esos últimos momentos con su madre?

   --En sus últimos años, su melancolía, algo que en ella era algo casi natural, se transformó en una profunda tristeza. Entonces, cuando la visitaba, me pedía que le cante. Me sentaba al lado de su cama y le cantaba. De un modo misterioso, escucharme cantar la serenaba, la hacía sonreír. Nunca sé cuáles son las verdaderas razones que me llevan a escribir un libro. Tampoco en este caso. Tal vez haya sido una manera de duelar a mi madre, de revisar los vínculos familiares o el torpe intento de recuperar su voz. O quizás no fue más que una canción para ella. Una canción de amor para una madre triste.

Frases sueltas

   “La mujer que ilustra la tapa del libro es mi madre. Y es muy emocionante que ella, que era una mujer muy a la antigua, muy discreta e insegura, esté ilustrando un libro que está en todas las librerías. Me parece como un regalo”.

   “El libro evoca a una mujer no solo como madre, sino que también se interna en algunos secretos de su vida, de la familia. Es la primera vez que utilizo para un libro mucho material personal, escrito desde mi experiencia y subjetividad”.

   “La memoria es una gran fabuladora: elige, omite, deforma y edita ese sueño inasible que llamamos realidad. Intenté que cada capítulo funcionara como un relato en sí mismo para que, de algún modo, el libro pueda leerse desde cualquier punto”.

   “No solo evoco a mi madre sino que la novela remite también a la relación con mi padre y la relación entre ellos. El libro fue una gran revelación para mí, una forma incluso de comprender a mi padre que no tenía antes de escribirlo”.

   “Mi madre era callada y tímida, pero todos amaban su comida que de alguna manera era un poco su voz. Por eso incluí en el libro dos de sus recetas, porque esa comida era ella misma. Cuando presenté la novela hice esas masitas. Eso fue muy lindo”.

   “Estoy sorprendida porque muchos se han conmovido con el libro, me hace pensar que la voz de una madre es importante, mas allá de que la relación con ella puede ser muy buena y otras no. Pero es una voz que nos marca, es una voz esencial y una relación de las más importantes”.