Bahía Blanca | Miércoles, 24 de abril

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La provincia de Buenos Aires, pionera en el desarrollo de las zonas francas argentinas

Ya pasaron 25 años de la instalación de la primera zona franca del país en Ensenada, provincia de Buenos Aires, dentro del área de influencia del puerto de La Plata.

Por Marcelo Leite
CEO ZF La Plata S.A.


   Han pasado 25 años desde la instalación de la primer zona franca Argentina y ese hecho tuvo lugar en la región capital del territorio bonaerense, más precisamente en la ciudad de Ensenada en el área de influencia del Puerto La Plata. 

   No existía en el país experiencia previa en la materia, sólo nos llegaba el reflejo del modelo de las zonas francas asiáticas, de algunos países europeos, en Latinoamérica destacaban las de los países del Caribe y en nuestra región Uruguay, Chile y Brasil ya hacían punta con modelos bien diferenciados pero en ambos casos potenciadores y estimuladores del desarrollo regional y de las cadenas de valor de las economías influenciadas por su zona de actuación.

   Costó mucho sobre los inicios hacer huella, marcar un camino y un perfil distintivo para esta herramienta de política comercial; de los predicados de una ley que las creaba para promover la “la actividad industrial exportadora” quedó solo el mandato vacío toda vez que el legislador al mismo tiempo prohibió el ingreso de lo producido en ellas al mercado local con excepción de aquellos bienes de capital que no registren antecedentes de producción y siempre bajo un sistema de listas de bienes autorizados que a lo largo de estos 25 años aún no han sido reglamentadas.

   Dicho esto, va de suyo que las zonas francas argentinas debieron renunciar a la posibilidad de desarrollar productivos proyectos de exportación, toda vez que no podían apalancar su desarrollo con el mercado doméstico y debieron readecuar su rol y adaptarlo a las necesidades de los mercados donde estaban emplazadas, en especial, las zonas francas bonaerenses han sido un eslabón esencial en la cadena logística portuaria.

   En  lo que respecta a La Plata, ha tenido un rol muy activo atendiendo la demanda logística de distintos actores del comercio exterior que eligen el Puerto Nuevo de Buenos Aires, Dock Sud y principalmente el Puerto de La Plata.

   Las cargas que son atendidas por la Zona Franca La Plata comprenden a todos los sectores de la economía bonaerense, desde la industria que almacena sus insumos básicos o bienes intermedios importados que luego son afectados a los procesos de producción local o la industria agropecuaria que almacena sus insumos, repuestos y bienes de capital, en ambos casos con notables mejoras en su desempeño logístico y performance financiera por los incentivos propios del régimen aduanero especial de estas herramientas. 

   La zona franca de Bahía Blanca-Coronel Rosales, es la segunda de este sistema diseñado por la Provincia de Buenos Aires y atiende las demandas del mismo perfil pero en este caso derivadas de su jurisdicción portuaria, con un perfil distintivo que la ha erigido en los últimos años en un gran faro en todo lo concerniente a la operación de grandes cargas de proyecto del sector energético y desde luego por su ubicación estratégica, infraestructura y conectividad, está llamada a ser junto al Puerto de Bahía Blanca en la puerta de entrada y salida de todas las cargas de proyecto e insumos que demande la cuenca petrolera neuquina. 

Nuevo rol

   Dicho esto y destacadas las virtudes de las zonas francas bonaerenses, no puedo soslayar que la legislación nacional en materia de zonas francas necesita de un aggiornamiento que le permita a éstos enclaves posicionarse con un nuevo rol y generar el clima y entornos amigables para la radicación de proyectos de mano de obra intensiva o de incorporación de mano de obra local en los procesos que incorporen insumos o bienes intermedios extranjeros y de origen local de modo de privilegiar esa mano de obra local por sobre la mano de obra extranjera que se encuentra presente en la importación de bienes de consumo al territorio aduanero genera.

   Para ello las zonas francas bonaerenses ofrecen actualmente la capacidad instalada necesaria, la concentración de los operadores de comercio exterior y de los  actores de la cadena logística que participan necesariamente en el comercio exterior, el acceso a los principales corredores logísticos y la inmediatez con el sistema multimodal; el complemento necesario es una legislación adecuada que permita hacer los ajustes a la realidad del comercio exterior del siglo XXI y que permita competir con igualdad frente a los socios regionales que han desarrollado zonas francas con un alto grado de integración con el mercado local sin que ello menoscabe la industria nacional.

   En un modelo macro económico donde la única fuente de generación de divisas proviene de la exportación de commodities, las zonas francas ofrecen también la posibilidad de crear entornos apropiados para la generación de inversión extranjera directa como lo han demostrado las economías de países como Colombia, República Dominicana, el Salvador o México por citar solo casos exitosos a nivel regional, en el otro extremo y como expresión máxima de éstos enclaves se encuentra China con áreas y regiones económicas bajo el régimen de zonas francas y similar experiencia han desarrollado los Emiratos Árabes Unidos en vastas regiones y proyectos incentivados bajo el régimen de zonas francas.

   Los modelos y la experiencia a nivel global demuestran que la herramienta de las zonas francas, incluso en los países de alto grado de industrialización, es un esquema virtuoso y necesario que permite corregir asimetrías locales en términos de plataforma de producción con destino al mercado local y permite achicar los déficits de competitividad cuando se enfoca en la penetración de mercados extranjeros, en la Argentina las condiciones están dadas, solo resta la readecuación normativa que permita poner en equilibrio un régimen que en términos de competitividad enfocada al sector productivo ha quedado ha contramano del péndulo del comercio exterior de nuestra región.