¡Un vidrio para las garitas!

Redacción de La Nueva.

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Mario Minervino / mminervino@lanueva.com

   Hace 80 años, en mayo de 1941, desde este diario se pidió al municipio se encargara de proveer de vidrio a las garitas de los agentes de tránsito distribuidas en varias esquinas de la ciudad.

   La historia de estos particulares habitáculos data de 1937, cuando la firma de cigarrillos Imparciales donó la primera garita con la idea de dar una mayor visibilidad y protección a los agentes de policía que se encargaban de controlar el cada día más peligroso tránsito vehicular.

   Las mismas consistían en una tarina sobre la cual se ubicaba un habitáculo cilíndrico y sobre este una elemental cubierta de chapa. Colocadas en las esquinas consideradas más peligrosas, muchas veces operaban como una suerte de rotonda, desde donde los agentes indicaban a los conductores su turno de paso. Hay que recordar que el primer semáforo de la ciudad se colocó en 1961, es decir que durante casi dos décadas las garitas fueron parte de la geografía de la ciudad.

   En 1941 se planteaba la necesidad de dotarlas de un vidrio protector contra el viento, sobre todo en la época de frío, “en cuyo transcurso se hace más dura esa labor”, según señaló este medio.

   Se indicaba además que la falta de este elemento protector era la única protección contra las ráfagas de aire helado, con lo cual implicaba casi la inutilización de estos elementos de resguardo, “desvirtuando su función”.

   Muchas de las garitas habían contado con ese vidrio, pero entre el vandalismo y algunos accidentes la mayoría se había perdido. “Hay que reponerlos, porque estas garitas en medio de las bocacalles implican un verdadero tormento para los agentes que soportan horas de crudeza de la estación, inmóviles en su interior, sin ninguna clase de reparo”.

   Las garitas –sin vidrios—sobrevivieron hasta entrados los 60, cuando la tecnología fue poco a poco consolidando el funcionamiento de los semáforos.