Bahía Blanca | Sabado, 20 de abril

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Los bomberos voluntarios, una de las entidades más queridas y respetadas

Desde el 25 de septiembre de 1909 funciona tiene su cuartel en Mascarello 3845.

Por Pablo Andrés Alvarez / palvarez@lanueva.com

   Un voraz incendio ocurrido la noche del 29 de mayo de 1907, que arrasó casi media manzana sobre la calle que hoy se denomina Belgrano, dio inicio a la historia de los Bomberos Voluntarios de Ingeniero White.

   Precisamente, el fuego era uno de los principales enemigos de los casi mil habitantes que tenía la localidad por aquel entonces, debido a que la gran mayoría de las construcciones eran de madera, que se consumían en pocos minutos y no daban tiempo a reacción alguna.

   Así fue que Antonio Valle reunió a un grupo de vecinos en su propia casa y planteó la necesidad de crear la Sociedad de Bomberos. Como fecha de fundación, según las actas de aquel momento, se tomó el 8 de septiembre de 1907.

   De ese modo, la whitense fue la quinta institución de ese tipo en el país y la primera en el interior, ya que las otras cuatro estaban ubicadas en Buenos Aires. 

   Valle, que fue presidente por 21 años, puso su hogar como sede hasta que el 25 de septiembre de 1909 consiguió instalarse definitivamente en Mascarello 3845. Francisco Sablich fue el primer comandante del cuerpo activo.

   “Obviamente que los tiempos han cambiado, y mucho”, reconoció Norberto Colace, el actual jefe del cuartel de Ingeniero White, donde ya pasó casi 40 años de su vida.

   Los Bomberos Voluntarios es una de las entidades más representativas de la localidad.

   “La verdad que sentimos el cariño y el respeto de los vecinos. Lamentablemente casi siempre nos toca actuar en momentos adversos, pero también tratamos de colaborar con distintas instituciones que nos piden trabajos que no son específicos de nuestras funciones, a las que tratamos de darles una mano”.

   La pandemia y las medidas sanitarias de prevención modificaron las labores diarias de las casi 60 personas que se desempeñan activamente en el cuartel.

   “Hemos tenido que cambiar un poco la modalidad de los trabajos, porque siempre solicitamos que se acerquen al cuartel y hoy tenemos que hacer todo lo contrario, pidiendo que vengan lo mínimo necesario. Tuvimos que restringir las reuniones y también las capacitaciones que teníamos previstas”, reconoció Colace.

   “Tratamos de reducir la gente en los vehículos, el tema de la desinfección en el lugar de la actuación, la protección personal, el hecho de desinfectar el equipo cuando llegamos al cuartel”, ejemplificó el jefe. 

   El cuerpo ya funcionaba con un sistema de guardias pasivas y ahora adoptó la norma de que no permanezca en la base más personal de lo estrictamente necesario. También se redujeron al mínimo imprescindible las actividades fijas que se llevaban adelante en el interior del cuartel.

   Según esgrimió el jefe del cuartel, en los dos últimos años han crecido en equipamiento.

   “Hicimos varias adquisiciones, que nos permitieron mejorar mucho en ese aspecto. Estamos a la espera de la llegada de una bomba y empezamos incursionar en la limpieza propia de los equipos de intervención, que es un proyecto que permitió sumar una lavadora y conformar una sala especial para realizar ese trabajo”, explicó.

   En la actualidad, la entidad depende en la parte administrativa de personería jurídica y en la parte operativa de Defensa Civil de la Provincia de Buenos Aires, adherida a la Federación Centro Sur, formándose así un organismo de control entre los Cuerpos de Bomberos Voluntarios como también mutua colaboración y capacitación.

   Colace nació en el propio Hospital Menor de la localidad.

   “Comencé como bombero en 1982, con apenas 16 años. Cuando ingresé, ya había comenzado el proceso de transformación del cuartel, pero todo era más artesanal. Hoy se hace una tarea mucho más profesional, con equipamiento de primer nivel y capacitaciones constantes. Por ejemplo, recuerdo que ni bien entré me dieron un saco de cuero, que hoy no se permite usar por cuestiones de seguridad”.

   Como vecino de Ingeniero White, dejó una reflexión.

   “Creo que el pueblo no creció al mismo ritmo que el puerto y el polo industrial. Nos gustaría una localidad con más servicios. Obviamente que no estoy en contra del progreso ni mucho menos, pero creo que los vecinos de White podrían vivir mejor teniendo en cuenta todo el movimiento que generan esos dos actores de la producción”.