Bahía Blanca | Viernes, 26 de abril

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Bahía: una de las rutas de la cocaína nacía en una peligrosa villa porteña

La trama incluye a dos personas de nuestra ciudad. Un tribunal porteño condenó a más de 30 integrantes de una organización que operaba desde el interior de la 21-24, que hace algunos años obligó a emigrar al padre "Pepe".

   La Villa 21-24 está entre los barrios de Barracas, Parque Patricios y Nueva Pompeya y comparte límites y peligros con la Zavaleta. Al menos hasta hace algunos años, ambos conglomerados estaban considerados como los más violentos de la Capital, con la mayor concentración de homicidios.

   Se decía que el índice de violencia en el sector, cercano al Riachuelo, tenía que ver con la puja para dominar el negocio de la droga que -a diferencia de lo que sucedía en otros asentamientos porteños- no contaba con un líder absoluto.

   La 21-24 es la en 2009 obligó a emigrar al padre "Pepe", blanco de la amenaza narco cuando predicaba, a través de la parroquia Virgen de los Milagros de Caacupé, como referente máximo de la legión de "curas villeros".

   "'Jefe, me tengo que ir porque puede pasar algo'", le había dicho el sacerdote José Luis Di Paola al entonces cardenal Jorge Bergoglio, luego de las intimidaciones para que abandonaran el barrio. "Pepe" tenía temor por su entorno y decidió trasladarse a Santiago del Estero, donde misionó durante dos años hasta que regresó al conurbano.

   En medio de la complejidad de esa villa -de construcciones irregulares, pasadizos que meten miedo y más de 50 mil habitantes- se acondicionaba gran parte de la cocaína que llegaba a Bahía Blanca para su distribución y venta.

   El dato, hasta ahora no conocido, surge de un fallo -al cual accedió La Nueva.- dictado hace apenas unos días por el Tribunal Oral en lo Criminal Federal Nº 6 de Buenos Aires, en el marco de una causa principal y dos conexas que terminó con la condena de más de 30 personas, entre ellas dos que tienen domicilio en nuestra ciudad.

"Pelé" y "Paki"

   La operación que permitió avanzar con la investigación la condujo nada menos que el fiscal Carlos Stornelli, el mismo que está a cargo de la causa de los cuadernos K y que hoy se encuentra bajo sospecha por posibles intentos de extorsión a través del abogado Marcelo D'Alessio. 

   Una denuncia anónima que daba cuenta de la distribución y venta de droga en el interior de "La 21" abrió la causa allá por mayo de 2014.

   El interlocutor apuntaba a 3 mujeres que operaban desde una vivienda ubicada en el "pasillo 17". Las primeras tareas de inteligencia aportaron los apodos de "Pelé" y "Paki", encargados del menudeo.

   Así se avanzó hasta llegar a un allanamiento, que tuvo lugar en la casa 82, manzana 1: la policía secuestró 807 cilindros que contenían cocaína y 12 trozos compactos de la misma sustancia.

   Juan Domingo Villar, un marplatense de 72 años, que hoy cumple arresto domiciliario en una casa de Villa Fiorito, Lomas de Zamora, fue señaldo como el cabecilla de la organización.

   A Villar se lo considera reincidente, porque ya cumplió una condena a 4 años y medio de prisión, dictada por el Tribunal Oral en lo Criminal Federal de Bahía Blanca, el 26 de marzo de 2010, por ser descubierto a mediados de 2009 mientras transportaba drogas.

   Posiblemente aquel viejo vínculo con nuestra ciudad le sirvió a Villar para mantener vigente las relaciones con nuestro ámbito.

   La megainvestigación de Stornelli, que contó con la colaboración de su par Eduardo R. Taiano, determinó que Jaime Eduardo Paredes, de 46 años y Eduardo Raúl Hujarshi Perasso (65) son eslabones de la organización criminal.

   Paredes es nacido en Bariloche, aunque presenta último domicilio en Chacabuco 3219 de nuestro medio, mientras que Hujarshi Perasso es oriundo de Coronel Pringles y fijó su dirección en Israel 164 de Bahía.

   Al menos uno de ellos cuenta con antecedentes, incluso desde hace más de dos décadas. "Pancho" Hujarshi Perasso ya estuvo relacionado con el comercio de estupefacientes, además de tener causas por estafas.

Conexión local

   "...tengo por acreditado que Eduardo Raúl Hujarshi Perasso conformó una célula criminal de esa organización junto a Camila Magdalena Narváez y a Julio Cesar Calvo (alias Julito y ya fallecido), la cual habría tenido como modalidad habitual el envío de material estupefaciente a Bahía Blanca y Puerto Madryn, teniendo como destinatarios otros presuntos comerciantes de estupefacientes", explicó el juez José Valentín Martínez Sobrino en el fallo.

   Agregó que el acusado, que recibió una pena de 3 años de cárcel por su participación secundaria en la tenencia de drogas en la modalidad de comercio, tenía a su cargo "el acondicionamiento y comercialización de esas sustancias en la ciudad de Bahía Blanca".

   En el caso de Paredes se pudo constatar una "estrecha relación" con Villar y su rol como encargado del traslado de los alcaloides a esta región, aunque no se lo llegó a identificar como "integrante activo" de la banda.

   De todas maneras, cayó "en cumplimiento del servicio". El 26 de octubre de 2015, a las 23.30, en la autopista Ezeiza-Cañuelas, Gendarmería Nacional detuvo, para control preventivo, la marcha de un furgón Renault Master. Debajo de la butaca del conductor se encontraron dos envoltorios con 1.350 gramos de cocaína.

   El vehículo lo conducía Leandro Fabián Colmegna, quien murió en enero de 2017. Paredes iba como acompañante.

   La justicia porteña le impuso 4 años de prisión por tráfico de estupefacientes en la modalidad de transporte.

Eran dos organizaciones con roles bien definidos

   Una innumerable cantidad de escuchas telefónicas y el resultado de distintos allanamientos, además de la prueba pericial, permitieron establecer que, en realidad, desde la Villa 21-24 funcionaban dos bandas diferenciadas. 

   Tanto Villar como el prófugo Héctor Daniel Galeano estaban vinculados "con un grupo de personas dedicadas a la comercialización de drogas y precursores químicos en cantidades considerables, distribuidos en distintos puntos del país.

   "Amén de ello se advirtió la existencia de al menos dos organizaciones, de las que no se pudo demostrar fehacientemente el vínculo entre sí, pero con niveles y circunstancias comunes en cuanto a sus estructuras, más allá de la relación personal que pudieran haber llegado a tener cada uno de sus integrantes", sostuvo Martínez Sobrino.

   Ambos grupos crearon células inferiores que les permitieron mantenerse vigentes en el tiempo (a través de la constante incorporación de nuevos miembros que suplantaban a los que desertaban, eran expulsados o detenidos) y de esa manera producir delitos de manera cotidiana, al menos desde mayo de 2014 en adelante.

   El ala que conducía Villar se encargaba de enviar los narcóticos hacia el sur, no solo con la intervención de Paredes y Hujarshi Perasso (a Bahía Blanca y Chubut) sino de otras 15 personas que prestaban colaboración en la logística, movilización, traslado y acondicionamiento, siempre respetando jerarquías. Entre ellos también figura Esteban Francisco Villar, hijo de Juan Domingo, a quien se culpó por la entrega de cocaína en Mar del Plata.

   Carlos Rubén Oroño y Juan Carlos Vargas -también condenados- se encargaban de obtener la droga para su elaboración o para que Villar, junto con Griselda Marisa Méndez, efectúe el acondicionamiento, guarda y la comercialización, como así la intermediación.

   La segunda organización se encargaba del tráfico de marihuana procedente de Paraguay, via fluvial a través del río Paraná hasta la provincia de Corrientes, donde era almacenada para luego ser conducida a la Capital.

   María Fernanda Pazos, Arnaldo Javier Britez, Carlos Damián Vallejos, Romualdo Bernal, Antonio de la Cruz Álvarez, Diosnel Arrúa Ortiz, José Alfredo Rible, Lorenzo Concepción Correa, Oscar Alejandro Ormaechea, Feliciano Alfredo Zacarías, Juan José Gómez, Pedro Sergio Villegas y Hugo Rubén Cardozo la conformaron.

   Los investigadores establecieron que Pazos generó un vínculo con Neuquén y hasta esa provincia llegó la comercialización de drogas, a través de Mirna Beatriz Romero, María Inés Carrizo, Carlos Enrique Quiñones y José María Gilistro.