Bahía Blanca | Jueves, 28 de marzo

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Sin espacio para una transición caótica

La columna semanal de Ricardo Salas, corresponsal de La Nueva. en La Plata.

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   Apenas comenzó a bajar la espuma de la elección se inició el proceso de cambio de manos en la provincia de Buenos Aires. Finalmente comenzó la esperada transición gubernamental. Fue luego de la foto que se sacaron en La Plata la actual gobernadora María Eugenia Vidal y el electo Axel Kicillof, en medio de las críticas y reproches por la situación financiera heredada, y sobre todo, la preocupación por la deuda del Banco de la Provincia.

   Lejos de estas inquietudes de gestión de las que se está alejando, a la mandamás bonaerense saliente la desvelan otras cuestiones más vinculadas al futuro, y más precisamente a su propio futuro político.

   Por un lado debe digerir el cambio de su estrella dentro del Pro: de ser la “niña mimada” del presidente Mauricio Macri a ser “apuntada” como una de las mayores responsables de la derrota electoral del domingo pasado en la provincia, por no tener una estrategia para amortiguar la abultada derrota de la PASO, como sí lo hicieron en la Casa Rosada.

   Por otro lado, tiene que definir su nuevo rol en el campo opositor. Dato no menor, ya que a partir del 10 de diciembre Juntos por el Cambio tendrá la mayoría en el Senado bonaerense (26 senadores sobre un total de 46), y un número significativo en la Cámara de Diputados (44 miembros sobre un total de 92), además de casi la mitad de los municipios (61 sobre 135), contando entre ellos distritos importantes por su densidad y trascendencia política, como Vicente López, San Isidro, Lanús, La Plata, Mar del Plata, Bahía Blanca, Tandil, Olavarría y Junín, entre otras.

   Para eso Vidal ya comenzó un raid de reuniones con legisladores e intendentes propios, en función y electos. Y en esa línea, en todo momento busca sumar a su propia estrategia al resto de los socios radicales y “lilitos” que responden al “lanzallamas verbal” de Elisa Carrió.

   Algunos dirigentes en tono de sorna hacen ver el notorio cambio de estilo de la Gobernadora, que ahora lejos del poder de calle 6, intenta armar mesas políticas colegiadas para tomar las decisiones del espacio. Lo que antes era un discurso, ahora parece tomar cuerpo en la realidad.

   Habrá que ver si, como dice el dicho, lo pasado pisado, y dentro del espacio de Juntos por el Cambio (ex Cambiemos) o como se llame de ahora en más, prima esa intención de unificar la oposición para hacerle sentir el rigor al nuevo Gobierno (de Kicillof), o le pasarán a la “leona Mariú” alguna factura vieja y bien guardada.

   Es que la derrota de Vidal comenzó a desperfilar frágiles acuerdos dentro de la Legislatura, donde ya existe un clima de desacuerdo con la decisión de la actual gobernadora de escoger a su subsecretario de Asuntos Municipales, Alex Campbell, para presidir la Cámara de Diputados como legislador electo. 

   Después del 10 de diciembre y con el reparto de poder dentro de la nueva Legislatura, no pocos sostienen que deben ser los los intendentes ganadores de Juntos por el Cambio por peso territorial los que tienen más derecho a tener injerencia en ese tipo de decisiones como oposición constructiva.

   Todo está muy fresco para saberlo. En rigor de verdad, tanto Vidal como Kicillof recién están saliendo, una del shock de dejar el poder, y otro de la inercia de una larga campaña.

   En ese sentido, el gobernador electo por el peronismo K pasando por todos los matices del Frente de Todos, enfrenta un doble desafío. Por un lado, encarar la transición con la actual gestión gubernamental en un contexto de un fin de año que, como todos los años suele ser movido, pero que en este caso se espera con mayor tensión por la delicada coyuntura económica y social.

   Y por el otro, acomodar las piezas del tablero interno, donde deberá definir gabinete ministerial, bloques parlamentarios, establecer una relación fina con Alberto Fernández en Nación, con intendentes, y los otros gobernadores. 

   Y todo en un tiempo acotado de no más de tres o cuatro meses. La Provincia no puede comenzar las clases en marzo, por ejemplo, sin tener su presupuesto general de gastos aprobado por la Legislatura.

   Por eso, para Kicillof ahora lo más urgente pasará por hacer un rápido diagnóstico de situación, y ordenar la Legislatura para avanzar en la discusión de la ley (Presupuesto y ley Impositiva) que marcará el ritmo y la vida de todos los bonaerenses el año que viene: desde la pauta salarial hasta el valor de los impuestos. Todo indica que será un verano movido y sin vacaciones para unos cuantos.

   Lo concreto es que la obsesión de Kicillof (viene dejando un tendal de definciones de índole económicas) pasa, justamente, por la situación económica y financiera con la que se encontrará. Ni más ni menos que los números de caja ya que a pocos días de asumir como mandatario electo deberá afrontar el pago de sueldos y aguinaldos para la administración pública.

   Ya empezando a despedirse de la gobernación, Vidal decidió la antipática medida de autorizar un nuevo tarifazo en el servicio de energía eléctrica en la Provincia. Frente al actual contexto económico y social, avaló un aumento de un 25 % promedio que entrará en vigencia a partir del 1 de enero de 2020, cuando ya gobierne Kicillof. 

   “Es una clara muestra de insensibilidad social frente a millones de usuarios que apenas pueden afrontar el pago de sus facturas domiciliarias”, subrayan tanto desde organismos de control como desde el todavía peronismo opositor en las diagonales.