Bahía Blanca | Martes, 23 de abril

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Macri y el empujoncito de Tucumán...

La columna semanal de Eugenio Paillet, corresponsal de La Nueva. en Casa Rosada.

Archivo La Nueva.

   No ya el eterno entusiasmo que los empuja, sino hasta algunos raptos de euforia se percibían en la mañana del martes en varios despachos del primer piso de la Casa Rosada. Fue luego de la llamativamente multitudinaria concentración que acompañó la presentación de una nueva escala del "Sí, se puede" de Mauricio Macri en la ciudad de Tucumán en la noche del lunes.

   "¿Vos viste eso?", le preguntaba exaltado el secretario General de la Presidencia, Fernando de Andreis, a uno de sus colaboradores. Habían estado junto al palco frente a la gobernación en la Plaza Independencia, donde el presidente recibió, según ellos, el respaldo hasta ahora más contundente desde que se inició la marcha de los 30 días. "No sé cuántos eran, pero eran miles", insistió el funcionario, uno de los brazos derechos de Macri.

   Resaltan el dato y se permiten soñar en modo de interrogatorio: "¿Lo damos vuelta nomás?".

   Un dato no menor es el que esgrimían en esos despachos a la hora de repasar lo ocurrido la noche anterior en la capital del Jardín de la República. Tucumán, un dato que desde que se inició la campaña y Alberto Fernández comenzó a enhebrar acuerdos y alianzas con los gobernadores peronistas, se ha convertido en la "capital nacional del albertismo". Una definición que no suena exagerada en los propios campamentos del candidato del Frente de Todos.

   El gobernador José Manzur se ha posicionado casi como el vocero de todos sus colegas peronistas ante Fernández, y hasta se asegura que al menos si no será ministro de un hipotético gabinete peronista a partir del 10 de diciembre, será un factor central en la construcción de la política de salud del posible nuevo gobierno.

   De allí que aquellos entusiasmados del área presidencial se daban a la tarea de pronosticar que esa contundente muestra de apoyo a Macri en dominios peronistas, aunque sin dejar de reconocer la fuerte base militante que conserva el radicalismo en la provincia, podría repetirse en lo que viene de la campaña de los treinta días que empieza a promediar.

   Dicen los confidentes, por si hiciese falta, que el primero en bajarse altamente impresionado del palco tucumano fue el propio Macri. El presidente intuía que la manifestación sería importante, pero al igual que De Andreis y otros colaboradores de la mesa chica nunca imaginaron que la convocatoria sería tan relevante. Un dato en el que en la noche del lunes coincidían la mayoría de los portales y los canales de noticias por cable.

   Los macristas puros ya venían con el ánimo en alza desde la misma mañana del lunes, cuando una de las más serias encuestadoras que además mide el humor social de modo semanal, publicó su último trabajo sobre intención de voto de los dos principales candidatos en primera y segunda vuelta. La sorpresa para los funcionarios fue que en el escenario más atesorado por ellos, es decir que Macri logre acortar la brecha a menos de diez puntos con Fernández y lo obligue a definir en el balotaje del 24 de noviembre, la victoria sería para el candidato de Juntos por el Cambio.

   "Tenemos todos los escenarios en la misma línea, si logramos llegar a la segunda vuelta, reelegimos", sostienen con esos papeles en la mano cerca de De Andreis.

   A la par va ganando espacio una idea que ya había esgrimido la semana anterior el propio Macri en consonancia con los datos que maneja el Jefe de Gabinete, Marcos Peña: que en las PASO "hubo gente que nos castigó por lo que hicimos mal, porque estaba enojada, pero que nos quiere dar una segunda oportunidad".

   Los voceros oficiales sostienen que la concentración en la capital tucumana fue incluso más multitudinaria que la del arranque, en Barrancas de Belgrano, y la del fin de semana en una provincia amigable como Mendoza. Tal vez por aquello de que la esperanza es lo último que se pierde, en la Casa Rosada el clima era distinto. Más allá de aquellos que también son legión que creen que todo será en vano y que lo mejor es ir preparándose para ser oposición a partir del año que viene.