Bahía Blanca | Viernes, 29 de marzo

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Buscan trasladar el “efecto Mendoza” a la Provincia

La columna semanal de Ricardo Salas, corresponsal de La Nueva. en La Plata.

Archivo La Nueva.

   El resultado electoral en Mendoza aportó una bocanada de aire fresco y optimismo en las tiendas de campaña motivacional de Juntos por el Cambio, reforzando la idea-eje proselitista del “Sí, se puede”, un argumento cuasi religioso más basado en la fe que en la razón, pero que por el momento sirve para ordenar y movilizar a la tropa oficialista y que no se desbande antes de las elecciones del 27 de octubre.

   En ese sentido, los comicios mendocinos traen implícitos, además, otras lecturas. Por un lado pensando en el destino inmediato de algunos gobiernos locales, y por el otro, en la dinámica interna propia de la UCR.

   Mchos observadores y funcionarios bonaerenses piensan que, al igual que en la provincia cuyana, puede ocurrir que en estas elecciones, en algunas ciudades donde los candidatos peronistas del Frente de Todos se identifican con el sector interno de “La Cámpora”, pueden sufrir una fuga de votos que beneficiaría, en este caso, a los intendentes.

   La ecuación es simple: si en Mendoza todo el frente opositor -que tuvo internas- quedó relegado por 7 puntos porcentuales respecto del oficialismo en las PASO, y con la fórmula de los Fernández (Alberto y Cristina) como ganadora ahora en la general perdió por algo más de 16 puntos, quiere decir que la candidata Anabel Fernández Sagasti no sumó todas la voluntades.

   Siguiendo esa línea de razonamiento, entonces imaginan un futuro un poco más venturoso para los jefes comunales de algunas ciudades bonaerenses como La Plata, Mar del Plata, Quilmes y Tres de Febrero, entre otras, donde los intendentes “amarillos” se enfrentan a candidatos y candidatas surgidas de la organización juvenil kirchnerista.

   En el caso puntual de La Plata, Julio Garro, el alcalde y candidato a la reelección, salió a celebrar el triunfo de Cambiemos en Mendoza, y se animó a pronosticar un escenario electoral parecido en las diagonales, donde se enfrenta a la “camporista” Florencia Saintout, diputada bonaerense y exdecana de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la UNLP.

   El postulante a la gobernación de calle 6 por el Frente de Todos, Axel Kicillof, ya advirtió que los intendentes bonaerenses de Juntos por el Cambio “son responsables por acción y omisión” de las políticas económicas de Mauricio Macri, implementadas por María Eugenia Vidal en la Provincia. En rigor, no pocos alcaldes oficialistas “municipalizaron” sus campañas con la premisa de zafar del arrastre negativo de la figura presidencial.

   Ante la hipótesis de una derrota electoral en su sueño reeleccionista, Vidal se imaginaría a sí misma como líder bonaerense del posmacrismo, manteniendo una cantidad respetable de legisladores y un puñado de intendentes –propios y del radicalismo- que la ubicarían en una posición de fortaleza para eventualmente negociar gobernabilidad con Kicillof y postularse a las legislativas 2021 como diputada nacional por la Provincia.

   Por otro lado el radicalismo, fiel a su historia, vive momentos intensos de definiciones con relación al futuro del partido y de sus alianzas. Para ello ya hay configurados, a nivel nacional, tres sectores que claramente pugnarán por conducir el proceso posCambiemos: por un lado el gobernador Gerardo Morales, que ya blanqueó su sueño de ser candidato presidencial en 2023, por otro los porteños bajo el paragüas de Martín Lousteau, también presidenciable, apalancados en el liderazgo del histórico Enrique Coti Nosiglia; y finalmente los mendocinos, en la figura de Alfredo Cornejo como mascarón de proa de su propio proyecto presidencial. 

   La buena elección en Mendoza, que para la UCR significó cortar una racha importante de derrotas, aceleró los tiempos de esta interna.

   Pero más allá de estas disputas, que el tiempo dirá como decantan, el dato es que hoy todos estos dirigentes boina blanca coinciden en que, se tome la decisión que se tome, seguir con el proyecto de Cambiemos o virar para otros rumbos, el radicalismo está decidido a plantar su bandera con un candidato presidencial propio.

   La idea, dicen dentro de la Legislatura bonaerense, es no volver a cometer el error de participar de una alianza mirando de costado la toma de decisiones, y en algunos tramos de la gestión, casi desde afuera.

   Hasta ahora, la campaña de Juntos por el Cambio, casi tanto como la marcha en apoyo a la reelección de Macri estuvo apuntada sólo a los “valores” y a la “identidad” de Cambiemos. 

   “Nos une el compromiso republicano, la lucha contra las mafias y el deseo de hacer de nuestro país un país con mejores oportunidades para todos”, aseguran referentes bonaerenses. Difícil, plantear posturas económicas a la luz de los resultados de la gestión del Gobierno nacional.Ante la hipótesis de una derrota electoral, Vidal se imaginaría a sí misma como líder bonaerense del posmacrismo.