Bahía Blanca | Jueves, 28 de marzo

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Bahía Blanca | Jueves, 28 de marzo

El derecho de ser delincuente en paz

Una esquina oscura de cualquier barrio. Dos muchachones comparten un cigarrillo finito y una botella de algo, al abrigo de la noche.

-- ...tenés razón...el problema de este país es que todo el mundo se llena la boca, pero al final nadie quiere vivir respetando los límites del estado de derecho, que le dicen ¿no?

-- Tal cual, fiera, olvidate, por eso todo se hace más difícil, ¿me entendés? Salís a laburar y no sabés si volvés. Es injusto sufrir semejante estrés laboral.

***

Los faroles de un auto los recorta de la noche. Se quedan inmóviles hasta que pasa. Dan pitadas muy profundas al cigarrillo que han consumido hasta convertirlo en una incandescencia entre el pulgar y el índice. Insisten.

-- Los jueces, mi viejo, los jueces son la clave para que todos estemos tranquilos....

-- Tenés razón. Los jueces tienen que darnos seguridad, loco. Sin seguridad no se puede trabajar. Somos las verdaderas víctimas de la inseguridad y nadie nos tiene en cuenta porque somos un gremio del sector informal de la economía.

***

Son las seis. Ahora un reflejo se enciende por detrás de una ventana cubierta por una reja, que da a la vereda de enfrente. La miran fijamente, mientras siguen susurrando.

-- Hoy, cualquier gil saca un fierro y te pega cuatro tiros. Y ahí va un juez garantista y lo deja libre.

***

Los dos ya están de pie, con las manos en los bolsillos del buzo y las caras hundidas en las capuchas. Cruzan y se acomodan cerca de la ventana iluminada, junto a una puerta.

-- Y sí... te mete cuatro corchazos, entra por una puerta y sale por la otra. Los jueces tienen que tener mano dura, loco. Basta de garantismos con los justicieros. Volvamos al estado de derecho. Si no, es imposible trabajar en paz, loco.

***

La puerta comienza a abrirse. Los dos saltan, la patean e irrumpen como una pesadilla en un sueño.

-- ¿O no tenemos derechos nosotros también, eh?