The One & Dr. Queen, clásico, rockero y en un nuevo contexto
La sala del Teatro Don Bosco estaba llena a las 21.30 del sábado.
El bullicio de los cientos de espectadores se transmutaron en silencio, atención y encantamiento puro cuando con las luces rojizas del escenario se encendieron de improviso.
Empezaron a sonar los primeros acordes de We Will Rock You, uno de los grandes temas de Queen. Se trataba de Patricio Lafleur, en bajo y en la piel de John Deacon; Andrés de Charras, en batería, tal como Roger Taylor; Alvaro Navarro Khan en una virtuosísima guitarra al estilo Brian May y el alma mater de esta banda tributo, Jorge Busetto, que a plena voz y con todo su histrionismo personificaba al inolvidable Freddy Mercury.
Hubo dos horas de magia en lo que constituyó un gran show, en el que el público cantó, bailó y aplaudió de pie.
Sin duda, The One & Dr. Queen tiene muy claro lo que es y lo que hace: interpreta la música de esta banda británica. No es cuestión de cantar sus canciones o de imitarlos, sino de representarlos yendo un paso más allá, porque los cuatro platenses entienden que Queen era show y Freddy Mercury un ícono.
En este tributo hubo empatía, es decir, un intento de cruzar el túnel del tiempo y "jugar a ser otro", pero en el hoy. Tarea difícil si las hay para los músicos. Tanto para quienes lo hacen a través de un concierto para violín y orquesta de Mendelsohn o Paganini, por ejemplo, como para los que emocionan al público con Who wants to live forever, Another one bites the dust, Under pressure, Radio Ga Ga o I want it all, entre otros temas, y vuelven endeble la categoría de "clásicos".
"Creo que las bandas tributo somos el paso intermedio entre lo que fue Queen --en nuestro caso-- y la inmortalización de su música", había dicho Busetto, el líder de la banda, en una charla previa.
"Son las sensaciones que generan las grandes canciones, las que terminan consagrándolas como clásicas. Pienso que Queen, los Beatles y otras bandas van a terminar siendo los Mozart del rock 'n roll", continuó.
Con el mismo compromiso de un buen instrumentista de formación académica, que desglosa compás por compás una partitura del período del romanticismo para traerla al presente, Busetto aparece de un lateral del escenario cantando I want to break free. Allí se lo ve, en uno de sus tres cambios de vestuario, con peluca y ropa de mujer. El público se divierte al verlo pasar con su micrófono entre las butacas.
"Nosotros no copiamos sino que emulamos. Yo particularmente soy fanático de Freddy Mercury como artista, por la obra que llegó a hacer, cuando uno trata de abordar una personalidad así, tan singular, es imposible no transmitir más allá de la música. Sin dudas, Freddy transmitía mucho más allá de cada acorde.
"Entonces tengo en cuenta la expresión corporal que agregaba en sus conciertos en vivo. No puedo hacerlo sin tratar de transmitir sensaciones, como él lo hacía. Tratamos de que la gente se enganche, de que saque sus sentimientos a flor de piel, que baile, cante, llore o se ría..."
Además de Busetto, cada integrante tuvo su momento estelar en algunos solos. Tanto el guitarrista, como el baterista y el bajista demostraron su personalidad y también, la simbiosis con el público.
Sobre el final, como de costumbre y como ritual en la quinta vez que visitan la ciudad, los músicos firmaron autógrafos, dialogaron y se sacaron fotos con el público. Muchos padres compartían su pasión con sus hijos, atravesando las barreras generacionales.
Quizás sea por eso que todos se fueron con la sensación en sus rostros de que el tiempo --cuando se habla de música-- no siempre es "tirano".
María Sol Oliver/Especial para "La Nueva Provincia"